Bolsonaro y el plan para matar a Lula
- Redacción Pares
- 1 abr
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Por: Redacción Pares

El pasado 29 de marzo las calles de las principales ciudades de Brasil se llenaron de gente. Lo hacían con rabia feroz. Los rumores de que el Congreso pensaba amnistiar a los condenados por el golpe de estado con el que Bolsonaro pretendía derrocar a Lula, eran cada vez más sólidos. Pero el pueblo no lo podía permitir. La memoria estaba fresca. Mientras Brasil siente vergueza por su selección de fútbol, están orgullosos de su cine. Una de sus películas, Aún estoy aquí, que cuenta la historia real de un ex legislador brasileño que fue secuestrado bajo la dictadura militar brasilera, que de paso fue la más duradera y la menos documentada del continente. El ejercicio de memoria que ha hecho esta película ha sido tan efectivo que el filme, que acaba de ganar el Oscar a mejor película extranjera, es la más taquillera de los últimos 22 años.
La única forma de repetir que la barbarie no regrese es asegurarse que Bolsonaro pague por lo que hizo. Esta semana los cinco magistrados que integran el Supremo Tribunal Federal abrieron un proceso en su contra por liderar un golpe de estado en el 2022. Cuando perdió las elecciones el 30 de octubre de ese año, una estrecha derrota con Lula Da Silva, dos millones de votos le impidieron la reelección, misteriosamente se encerró en su casa. Durante dos días no emitió ningún comunicado. Desde el bando de Lula no esperaban que Bolsonaro, un hombre de reacciones violentas, a veces irracionales, reconociera su derrota. Y no, no estaba escribiendo nada, tan sólo estaba planeando, según lo ha establecido el Supremo Tribunal Federal, un golpe de estado. Para esto contaba con tres generales, el entonces comandante del ejército, Marco Antonio Freire Gómez, a quien le pareció una locura la proposición, el jefe de la fuerza aérea, Carlos Almeida Batista, quienes ni siquiera quisieron escuchar del tema y le cerraron la puerta de esa proposición en la cara a Bolsonaro. El único de los oficiales que lo estuvo pensando fue el almirante Almir Garnier.
El Supremo Tribuna Federal tiene las pruebas suficientes y la intención de llegar hasta las últimas consecuencias en esta decisión. La idea habría empezado a gestarse en el 2021 tras la anulación de las condenas a Lula Da Silva. Con esto el líder del partido de las trabajadores sería un escollo muy difícil de vencer para Bolsonaro. Por eso, desde ese momento, tendría un plan b, el de tomar por las armas lo que las urnas le negarían. El plan se llamaba “Puñal verde amarillo” haciendo alusión a la bandera de Brasil. Un extracto de la denuncia dice lo siguiente: Las investigaciones revelaron una aterradora operación para ejecutar el golpe, en la que incluso se admitía hasta la muerte del presidente y el vicepresidente electos de la república, así como la del ministro del Supremo Tribunal Federal [...] El plan fue diseñado y puesto en conocimiento del entonces presidente de la república, que él acordó"
Una vez asesinado Lula y su círculo íntimo se haría un decreto para asentarse en el poder por medio del golpe.
Lo que le preocupa a los brasileros es la intención del Congreso de archivar esta acción. Aún están frescas las imágenes. El 30 de diciembre del 2022 Bolsonaro se fue del país, refugiándose en los Estados Unidos porque sabía lo que vendría en Brasil: una irrupción planeada por parte de sus seguidores que quisieron impedir que Lula llegara al palacio de Planalto, los manifestantes también asaltaron el Congreso. Era la barbarie. Ese día la policía detuvo a 1.500 vándalos.
Hay pruebas suficientes no sólo para inhabilitar a Bolsonaro para las elecciones del 2026 - a pesar de todo no ha perdido el fervor de millones de sus seguidores- sino para ponerlo preso.
En Sao Paulo la avenida Paulista se llenó de gente y los brasileros pidieron justicia. Esta sólo puede llegar con una condena contra Bolsonaro. No se puede olvidar la barbarie que pasó. Las heridas tienen que verse para que no vuelvan a ser repetidas jamás.
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