Por: Laura Cano. Periodista Pares.
“La rabia se organiza porque falta pa’ comer y para la vida misma, de sobra lo sabemos que el camino es difícil, pero lo más difícil es morir en déficit. Nacimos debiendo algo y morimos debiendo todo, y si la lucha es codo a codo venceremos de algún modo”.
Canción: Dueño de mi hambre – Zetre
Los barrios siempre resistiendo las injusticias del sistema que los ha querido invisibilizar, que incluso ni siquiera, a muchos de ellos, los registra en sus cifras oficiales. En las periferias de la capital, donde ha llegado mucha de la población desplazada que el conflicto armado dejó, también han llegado todos los problemas que nos han tocado como país: acceso a la educación, a salud, a vivienda, a servicios públicos, a vías de acceso y transporte, a seguridad y en general a condiciones dignas.
Por eso algunos barrios se han levantado y seguramente lo seguirán haciendo, porque como una radiografía de lo anterior, el Covid-19 también tocó las periferias, y no solo en lo que a salubridad se refiere, las está tocando quizá de una de las formas que más rabia produce: con hambre.
Primero: los trapos rojos
Desde el inicio de la cuarentena los trapos rojos fueron los que se izaron en las viviendas de muchos, demostrando que el decreto del aislamiento preventivo obligatorio estaba olvidando las realidades de los sectores populares, esos que desde el martes 14 de abril en la noche se tomaron las calles y con cacerola en mano hicieron un llamado de atención contundente al Gobierno Nacional y a las entidades distritales, pues como lo afirmó Jeimy Galindo, habitante del barrio Antonio José de Sucre de la localidad de Usme: el Gobierno dice que está dando ayudas pero acá no ha llegado nada. Necesitamos que nos colaboren.
Esta petición está siendo transversal en la mayoría de los barrios que integran las localidades de Usme, Kennedy, Rafael Uribe Uribe, Ciudad Bolívar, Bosa y Suba, donde la calle volvió a ser el escenario de pronunciación, pues varios de los habitantes de estos puntos de la ciudad viven del día a día y la cuarentena ha significado, entre otras cosas, dejar de comer. Diana Castro, edil de Kennedy aseveró:
“El Gobierno no puede pretender dejarlos encerrados en su casa hasta que se mueran de hambre. Aquí lo que se ha dicho textualmente por parte de la comunidad es que -prefieren morir de Coronavirus, que de hambre-”.
El hambre es más rápida que las ayudas oficiales
Las irregularidades en la entrega de las ayudas destinadas para población vulnerable han sido alertadas desde varios días atrás; por un lado, los mercados al parecer están siendo utilizados como botín político en algunas zonas del país; por otra parte, el sistema del Ingreso Solidario y el filtro que se ha utilizado ha dejado más preguntas que certezas en familias donde se cumplen con todos los “requisitos” pero aun así no ha llegado nada. A esto se le agrega un control de recursos que todavía no cuenta con todas las claridades para determinar que la veeduría sea real y efectiva.
El resultado de esto es la gente en las calles con digna rabia, pues hay necesidades básicas que no pueden esperar a que las entidades estatales y distritales se pongan de acuerdo para ver cómo simpatizan más ante cámaras con discursos, mientras se aguanta hambre y ésta aumenta sin recibir respuestas concretas.
Estos son los casos precisos de los barrios Los Alpes, El Paraíso, Arborizadora Alta, Alto de la Cruz de Ciudad Bolívar; Brazuelos, Antonio José de Sucre, Villa Israel, Villa Anita, San Luis, La Lira de Usme; Diana Turbay, La Resurrección de Rafael Uribe Uribe; y de las zonas de la avenida Las Américas con carrera 68 en Kennedy y de la avenida Ciudad de Cali con avenida Suba, además de varios puntos de Bosa, donde la discusión no es cuál barrio es más pobre que el otro, es que la gente está protestando y lo mínimo que se puede hacer es ponerles atención y presionar para que sus voces lleguen a donde quieren llegar.
Los reclamos hoy se repiten en las localidades del sur y seguramente lo seguirán haciendo en los próximos días. El hambre convoca, incluso con el decreto de aislamiento obligatorio encima y con un pico y género implementado. Las vías se cerraron, la gente de nuevo se encontró y la manifestación en espacio público en tiempos de Coronavirus dejan un mensaje que no genera muchas dudas: en los barrios el hambre ronda por las cuadras, posiblemente más que el virus.
Hoy salimos decididos a protestar hasta que llegue una entidad y nos ponga cuidado. Hay mucha gente que necesita comer. Sí, hay personas que les ha llegado el bono solidario, pero el bono no dura tres meses. Sin embargo, hay cantidad de abuelitos, familias numerosas que no les han dado ni una ayuda, por eso salimos a las calles diciendo -necesitamos ayuda- contó Adriana Muñoz, presidenta de la JAC del barrio Villa Israel.
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