¡Nunca había sido tan feliz en una campaña electoral! ¡La segunda vuelta ha sido fascinante! Ocurrieron tres cosas maravillosas. Una, la paz, la salida negociada, se convirtió en el tema central del debate. Dos, la izquierda se convirtió en una fuerza decisiva. Tres, las mujeres: Clara López, Claudia López y Marta Lucía Ramírez, inclinarán la balanza a un lado o a otro.
Escribo el viernes en la mañana a 50 horas de saber si será Santos o Zuluaga el ganador de la contienda y los lectores mirarán el texto cuando todo haya terminado. Sé además que voy en contravía a la inmensa mayoría de los formadores de opinión que han considerado que la polarización que se presentó en la campaña es muy negativa, que no se debatieron propuestas, que fue una campaña sucia, que es la competencia más fea que han visto en sus vidas. Por lo tanto no le auguro mucho éxito a esta columna.
Me voy con la primera impertinencia. Fue muy bueno que Santos dijera que se trataba de elegir entre la paz y la guerra. Esa fue mi primera alegría. Se la jugó toda el presidente después de muchas vacilaciones. Zuluaga y Uribe sintieron el golpe. Salieron a decir que era un vil oportunismo. Que la paz era de todos. Que nadie en Colombia estaba por la guerra. Descarados. Uribe se había hecho elegir dos veces invocando a las Farc, poniendo como enseña de su proyecto político la destrucción militar de la guerrilla, aprovechando el miedo de los colombianos y el odio que las capas medias y las elites del país le tienen a las Farc. Zuluaga había hecho toda su campaña atacando las negociaciones de La Habana. Y resulta que Santos no podía invocar la salida política negociada, la paz, como su emblema; resulta que la reconciliación que es mil veces más altruista, mil veces más noble, que el triunfo militar, no podía ser el asunto que dividiera aguas entre las corrientes políticas del país. ¡Mandan huevo!
Voy con la segunda. El día lunes 26 de mayo por primera vez brilló el sol para la izquierda en una contienda presidencial. Clara López había sacado cerca de 2 millones de votos con una brillante campaña política y Enrique Peñalosa, a nombre de la Alianza Verde, un agrupamiento de centro izquierda, había obtenido más de 1 millón de votos. Santos, que ya no tenía nada que buscar a la derecha, se vio obligado a mirar hacia la izquierda. Clara decidió hacer valer sus votos y pactó una alianza con Santos; a su vez, Claudia López, la más alta votación de la Alianza Verde en las parlamentarias, decidió también apoyar a Santos en compañía de la mayoría de los verdes. El candidato a la reelección, en caso de ganar, les deberá a estas dos mujeres, a Petro y a la izquierda, su Presidencia y no podrá ignorar las demandas sociales y políticas que encarnan ellas y los diversos grupos de la izquierda colombiana.
Voy con la tercera. Si estas dos mujeres han jugado un papel protagónico en la campaña de Santos no menor ha sido el papel de Marta Lucía Ramírez en la campaña de Zuluaga. Dio la sorpresa de la primera vuelta al sacar el 15 por ciento de los votos en una campaña sin maquinarias, orientada hacia los jóvenes y a la opinión. Se convirtió en la carta sin la cual Zuluaga no podía aspirar al triunfo. Aprovechó la situación. Llegó a la campaña uribista exigiendo la continuación de los diálogos de La Habana con unas condiciones de humanización del conflicto. Tuvieron que aceptarle. Tuvieron que modificar el discurso en la recta final de la campaña. Tuvieron que darle la jefatura del debate.
Las cosas han quedado de esta manera: si gana Santos tendremos una continuidad de las negociaciones de paz con las Farc y con el ELN, un cierre pronto del conflicto armado y una transición y un posconflicto donde la izquierda podrá exigir importantes cambios sociales.
Si el presidente es Zuluaga, el día 8 de Agosto estará obligado a decir que continuará las conversaciones y hablará de revisar los acuerdos y establecer nuevas condiciones. Las Farc le dirán que claro, que ellas también están por revisar los acuerdos y por incluir temas como el modelo económico, la seguridad y las Fuerzas Armadas, la Constituyente y los recursos naturales. Zuluaga tendrá entonces tres alternativas: continuar con lo acordado por Santos o empezar de cero a negociar o romper las negociaciones. En todo caso la paz será por un tiempo el tema central del gobierno de Zuluaga. Es eso lo que me fascinó de la segunda vuelta.
Columna de opinión publicada en Semana.com
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