Por: Katerin Erazo, periodista
Foto tomada de: El Colombiano
En un rincón del planeta, donde las aguas del Pacífico se agitan y el clima se torna impredecible, Colombia enfrenta uno de los mayores retos naturales. Desde el 8 de junio de este año, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) ha alzado la voz para advertir sobre la inminente llegada del Fenómeno de El Niño, una situación que pone en jaque no solo a su economía, sino a su entorno social y ambiental.
El escenario que se vislumbra es de una complejidad abrumadora, en el que la sequía es solo la punta del iceberg. Según el IDEAM, con un 99% de probabilidad de establecimiento y un 71% de probabilidad de fortaleza, las condiciones de El Niño son más que una simple tendencia climática; son una realidad que ha comenzado a tejer una realidad del país.
El espectro de consecuencias se torna imponente. Los efectos del Fenómeno de El Niño, a diferencia de un pincelazo uniforme, se manifiestan de manera diversa en cada rincón de Colombia, dependiendo del inicio o el final de la temporada de lluvias. Ghisliane Echeverry Prieto, directora del IDEAM, arroja luz sobre este mosaico climático al afirmar que, para la mayoría de las regiones, esta es la época en que inicia la segunda temporada de lluvias, lo que añade complejidad a la danza de precipitaciones y sequías.
Sin embargo, el momento más crítico de este evento se avista en el horizonte de enero de 2024, cuando el Fenómeno de El Niño se cruza con la temporada más seca del país, augurando una sequía intensificada. El 'Oceanic Niño Index' del Columbia Climate School nos alerta: la sequía será más intensa y duradera, con un pico previsto en diciembre y un recorrido que se extiende hasta abril.
El Ministerio de Ambiente, bajo el liderazgo de Susana Muhamad, elevó la voz ante un hecho alarmante: el aumento de incendios forestales. En 2022, Colombia registró 746 incendios que afectaron 136,581 hectáreas. Al llegar al 5 de octubre de este año, ya se cuentan 2,378 incendios que han devorado 56,529 hectáreas. La inquietud radica en que la mayoría de estos incendios son causados por acciones humanas, lo que añade una dimensión social a la catástrofe ambiental.
Los departamentos de Cundinamarca, Huila, Santander, Tolima, Casanare, Córdoba, Antioquia, Meta, Boyacá y Magdalena lideran la triste lista de regiones afectadas, mientras el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, Olmedo López, nos recuerda que Cundinamarca ha pasado de 70 a 358 eventos en el lapso de un año. La expansión urbana, la ganadería descontrolada y la agricultura sin respeto al medio ambiente son señaladas como las causas subyacentes de este desolador panorama.
Los cultivos, motor de la economía agrícola colombiana, sufren en silencio bajo el calor abrasador de este Fenómeno. Un reciente informe de Corficolombiana destaca las pérdidas en cultivos clave: el fique se desploma un 12.6%, seguido de la yuca (7.6%), la palma de aceite (7.3%), la cebada (6.8%) y otros. Las condiciones climáticas secas acentúan el estrés hídrico, amenazando la producción de cereales en 2023/2024.
Las consecuencias no solo afectan el rendimiento de los cultivos, sino que también impactan el crecimiento económico del sector agropecuario. Mientras que con el Fenómeno de El Niño, el crecimiento es de apenas 2%, en épocas estables podría alcanzar un 2.5%. La economía del campo colombiano sufre una mella significativa en medio de este panorama desolador.
Además, la sequía, un símbolo de este Fenómeno, se cierne sobre Colombia. Según el IDEAM, entre noviembre, diciembre y marzo, se prevé un aumento de temperatura en gran parte del país. Además, para el trimestre entre enero y marzo de 2024, se espera una disminución de lluvias que oscilará entre 10% y 30% en las regiones Caribe, Andina y Pacífica, así como en algunos sectores de Arauca.
La advertencia del IDEAM no puede pasar desapercibida. El calentamiento generalizado, en combinación con el Fenómeno de El Niño, podría desencadenar condiciones climáticas extremas en Colombia durante el último trimestre de 2023 y el primer semestre del próximo año.
Frente a esta amenaza, el Gobierno de Colombia se ha preparado para hacerle frente. Por ende, se han destinado $2.2 billones para abordar los efectos del Fenómeno El Niño en el país. Los recursos se distribuirán entre acciones anticipatorias, respuestas y recuperación, bajo la coordinación de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).
El Plan Nacional de Gestión del Riesgo ante el Fenómeno de El Niño ha sido lanzado con el propósito de anticipar y mitigar los impactos del fenómeno. Se enfoca en la protección de las comunidades en riesgo y en la articulación de entidades operativas y sectoriales. El Protocolo Nacional de Atención ante Incendios Forestales se ha adoptado oficialmente, estableciendo criterios de priorización y capacidades de respuesta.
La sequía, los incendios y las pérdidas en la agricultura son solo el comienzo de una lucha que amenaza con ser larga y compleja. La respuesta del Gobierno, en su enfoque en la prevención y la coordinación, es esencial para afrontar los desafíos que se avecinan. En medio de la adversidad, la concienciación y la acción colectiva se erigen como baluartes para proteger al país de este Fenómeno.
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