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Comenzó la carrera por la unción uribista como candidato presidencial

Por: Oscar A. Chala y Diego Alejandro Pedraza,

investigadores de la Línea de Democracia y Gobernabilidad





La batalla por la presidencia se empezó a mover temprano, y desde allí partidos han comenzado a estructurar el camino con el cual volver a retomar el control político perdido en 2022. Aunque esos movimientos parecen difusos por cuenta de que los partidos tradicionales han perdido esa vocación de poder que tuvieron en antaño, sus decisiones serán trascendentales en el camino que se construya en el 26. 


Caso distinto ocurre con el Centro Democrático. La estructura del expresidente Álvaro Uribe se ha acostumbrado a pelear el poder en las últimas contiendas y, aunque el desastre que vino con Iván Duque dejó resentida a la estructura, los contendientes se enfilaron desde temprano y a hoy son el único partido con precandidatos confirmados.


Los nombres son conocidos en su mayoría, porque son personajes relevantes dentro de la estructura y tradición desde que el partido entrara en la escena político – electoral en 2014. Sin embargo, también podría decirse que ninguno ha logrado despertar un furor excesivo o una imagen fuerte por cuenta de una u otra cuestión.


Paloma Valencia


Fuente: X (anteriormente Twitter)


La senadora es quizás una de las figuras más fuertes del uribismo tradicional. Nieta de Guillermo León Valencia y heredera de una familia tradicional de Popayán, llegó al juego político en 2014 de la mano del expresidente Uribe quien le dio el tercer lugar dentro de la lista cerrada que se propuso para el Senado de la República.


Desde ese momento y hasta ahora, Paloma ha logrado repetir su curul en dos oportunidades más a partir de un caudal electoral propio que ha logrado construir por su trabajo serio dentro del Congreso de la República, desde donde ha logrado destacar con importantes proyectos y debates de control político primero contra el gobierno de Juan Manuel Santos (2014-2018) y luego contra el gobierno de Gustavo Petro.


Pese a ese trabajo que la ha caracterizado, Paloma no ha estado fuera de las críticas y en la mayoría de los casos ha devenido por su radicalismo ante muchas situaciones de la coyuntura nacional, su negacionismo el conflicto e ideas que han generado ruido a nivel nacional, como la que en su momento sugirió la división del departamento del Cauca. 


Paola Holguín 


Fuente: Semana.com


La segunda candidata es Paola Holguín, también de las entrañas del uribismo tradicional, ya que fue asesora del gobierno Uribe. En 2014 decidió aspirar al Senado en la lista cerrada, y terminaría electa en el puesto 18 de los 20 que obtuvo el partido en esa primera elección. 

Desde que llegó al Congreso, Paola Holguín se convirtió en una “vocera” permanente del partido, siendo una de las congresistas que mayor despliegue de medios y comunicaciones ha tenido durante su paso por el capitolio. Esto le valió para en 2018 repetir curul, esta vez en lista abierta y siendo la segunda votación del partido para dicha contienda.


Desde ese primer momento, Holguín sondeó la posibilidad de ser candidata única del Centro Democrático, sin embargo, hasta el momento ha sido infructuosa su participación. De igual forma, su imagen se ha visto muy mermada en los últimos años, debido a que en redes sociales ha sido fustigada por la figura de Frank Holguín, quien presuntamente según diversas investigaciones de diferentes portales, está relacionado con negocios de narcotráfico.


María Fernanda Cabal



La primera candidata que sacó a relucir su nombre para la campaña presidencial, y una de las figuras más fuertes que se presenta en las filas del uribismo para la contienda de 2026. María Fernanda Cabal fue representante a la Cámara por Bogotá en 2014 y es senadora desde 2018, destacando por ser una de las voces más fuertes que tiene el partido desde su nacimiento.

La senadora Cabal estuvo cerca de quedarse con el aval del partido en 2022, pero terminó en manos del hoy caído en desgracia, Oscar Iván Zuluaga, quien posteriormente bajaría su candidatura para unirse a la campaña de Federico Gutiérrez.


Pero desde ese entonces sonó con fuerza que Cabal sería nuevamente candidata en el 2026, más pensando que es la candidata que representa a la derecha fuerte dentro del partido. Cabal ha sido cuestionada por la mayoría de sus opiniones, por su cercanía con partidos como Vox en España.


Representa a las nuevas derechas que emergen desde la salida de Uribe de la opinión pública y del mismo partido después del gobierno de Iván Duque. Esa relevancia es quizás el atractivo de Cabal en ciertos sectores que la ven como la figura a emerger para 2026.


Miguel Uribe Turbay 



Miguel Uribe fue la cabeza de lista a Senado en 2022 y obtuvo la votación más alta a nivel nacional con más de 200 mil votos. Desde entonces se ha convertido en la voz fuerte del uribismo, pese a ser cuestionado por otras orillas políticas por la falta de rigurosidad y poco criterio en ciertos pronunciamientos contra el gobierno de Gustavo Petro.


Uribe Turbay es nieto del expresidente Julio Cesar Turbay e hijo de la inmolada periodista, Diana Turbay. Ese arraigo político lo ha llevado a desempeñar su vida en el sector público, siendo concejal de Bogotá en 2012, secretario de gobierno de Bogotá en el periodo de Enrique Peñalosa (2016-2018), candidato a la alcaldía de Bogotá en 2019 en donde tuvo una votación superior a los 400 mil votos.


Parte como una de las figuras con mayor opción a ganar la contienda del partido por su cercanía con el expresidente Uribe, por su figura de tradición y por la consolidación que se le ha visto al interior del partido.


Andrés Guerra 


Fuente: El Colombiano


El ultimo candidato es el senador antioqueño, Andrés Guerra, quien fue diputado de Antioquia en 2011, luego en 2015 renunció a su curul y al Partido de la U para unirse en las toldas del naciente Centro Democrático, el partido del expresidente Uribe, antiguo rival de su padre, el cacique liberal Bernardo Guerra.


En 2015 aspiró por primera vez a la gobernación de su departamento y desde ahí y con el brazo protector de Uribe se convirtió en una figura de relevancia dentro del uribismo regional, partido que manejó en 2017 y 2019 siendo el gran bastión de Uribe.


En 2021 comenzó con su proyecto político a Senado valiéndose del prestigio adquirido en la campaña de revocatoria a Daniel Quintero, que para ese entonces fungía como alcalde de Medellín. Guerra logra su curul en 2022 y desde ahí puso a consideración a sus copartidarios y a su jefe mismo, Álvaro Uribe, para aspirar al solio de Bolívar en 2026.


“La ropa sucia se lava en casa”


Las tensiones existentes entre las facciones del Centro Democrático se han venido agudizando desde 2018, cuando Iván Duque terminó siendo elegido candidato por esa colectividad a la presidencia. Aunque en todos los casos se habla de que esa tensión se resume en los métodos de elección interna o en las discusiones entre las bases y los cargos directivos por la elección de estos candidatos, en realidad tiende a ser mucho más profunda, ligada a las lógicas del proyecto político que cada uno defiende y que pretende ser “el heredero” de las ideas de Uribe.


Tal y como lo comentamos en esta historia sobre la fragmentación de los partidos políticos en Colombia, específicamente sobre el Centro Democrático, las facciones existentes dentro del partido responden a una reconfiguración del espectro de la derecha, que se viene dando con la salida de Uribe de la opinión pública y de la vida política nacional, y que busca darle sentido al proyecto político del uribismo con la ausencia de su líder.


Aunque el expresidente sigue dando línea —dio la directriz para que los precandidatos salieran a la opinión pública en estas semanas—, es claro que existe una urgencia al interior del partido para generar nuevos liderazgos con capacidad de asumir las riendas de este en el futuro.

En ese sentido, el uribismo busca principalmente su supervivencia, y en ese intento han surgido diferentes lecturas frente a cómo interpretar el proyecto uribista en un escenario político totalmente novedoso, con un gobierno alternativo en el poder y un retroceso general del partido a nivel electoral.


En parte, el reto de las precandidaturas, más allá de copar el escenario de la vida pública, es volver a enfilar una militancia que se ha disgregado y aterrizarla a nivel territorial. El problema es que ninguna de las candidaturas, hasta ahora, genera una imagen de unidad que tenga la capacidad de liderar el proyecto uribista.


Aunque los precandidatos acordaron en una reunión un “pacto de no agresión” entre ellos y un respeto por los resultados futuros, ninguno logra capitalizar a una masa de votantes que se define entre posiciones extremas de la nueva derecha, cercanas al mensaje libertario de Milei, a las posturas de Bolsonaro y a las políticas de Nayib Bukele; y a un votante uribista mucho más moderado, cercano a posturas más institucionales y a lógicas políticas más tradicionales, que resalta cierto legado en el gobierno de Iván Duque. Entre esos dos mundos altamente polarizados se mueve el partido.


En esta indefinición también ha caído el proyecto político del partido, que no sabe dónde ubicarse en un escenario donde el debate político de las derechas se ha desplazado más allá de la idea de seguridad que llevó Uribe al poder, y que ahora mismo disputa otras agendas, más ligadas a las reacciones por lo identitario, los cuestionamientos mismos sobre la democracia y una agenda económica mucho más agresiva que el discurso del neoliberalismo de los años 90.

Miguel Uribe, quien ya ha empezado su campaña, se propone como la continuidad del proyecto uribista en su integridad. Ya en su discurso en la instalación de la Tercera Legislatura en el Congreso, el 20 de julio de 2024, enarbolaba su discurso contra el gobierno resaltando los principales elementos del viejo uribismo de 2002 a 2010: seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social.


Ahora mismo, según El Espectador, Uribe está buscando perfilarse como “el elegido” del expresidente, pero dentro de las mismas bases y en el Congreso su candidatura se ve con malos ojos, debido a su corto recorrido en el mismo, por lo que existen señalamientos de posible oportunismo.


Por ahora, la campaña uribista comenzó y, con ello, la disputa por el campo de la derecha.

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