Por: Iván Gallo - Editor de Contenidos

En 1918 Alemania recibió su peor derrota. La I Guerra Mundial se había cerrado con el Tratado de Versalles. Alemania perdía parte de su territorio, Alsacia y Lorena, su ejército quedaría reducido a cien mil efectivos y se le imponía, por parte de Francia, una multa impagable que acabó económicamente con su moneda, el marco alemán. Uno de los soldados que rumiaron su amargura fue el joven cabo Adolfo Hitler. Ese momento fue decisivo para iniciar su carrera política. Se sumó a un grupo de borrachos que se reunía en una taberna en Munich. Empezaron a llamarlos nazis. En 1921, después de una intentona de golpe de estado, detienen a Hitler y sus entusiastas seguidores. En ese momento Alemania vive un efecto burbuja.
Se empiezan a mejorar las condiciones de vida. Se inicia una fiesta colectiva. La novela más vendida en esa década se llamaba Cocaína. Las albercas se llenaban con champaña. Mientras tanto Hitler aprovechó su detención para escribir su manifiesto, Mi lucha. A comienzos de 1928 Hitler era un personaje de folletín. Nadie podría tomarselo en serio. Pero en octubre de ese año la bolsa de Nueva York sufrió una caída espectacular. Alemania se vio afectado con lo que se conocería como el crash de Nueva York. El desempleo y la moneda en Alemania caería estrepitosamente. Hitler, justamente, fue indultado. Empezó a hablar en tabernas, luego en plazas llenas. Consiguió millones de seguidores. Personas que no tenían nada que perder. Estaban dispuestos a creer todo lo que les prometieran. Hitler dijo que el Tratado de Versalles era una traición de los judíos a Alemania. El famoso cuchillo por la espalda. Hitler afirmó que los judíos cooptaban los trabajos, los recursos. Promovió el odio y ganó.
En 1933 ganó democráticamente el derecho de ser canciller. Unos meses después se proclamó Fuhrer, osea, emperador, de un Reich, de un imperio alemán. El III Reich. Nunca ocultó su odio a la diferencia, a occidente, a los judíos, a los comunistas, a los negros, a los eslavos. Habló en sus concurridos discursos sobre todos estos hechos y fue aplaudido y adorado. Destilar odio era una buena fórmula para obtener popularidad en la Alemania de los años treinta. Habían pocas voces que se pronunciaban en contra de Hitler. Era visto como un salvador del país, el hombre que los rescató del desempleo, de la pobreza. Con ese discurso convenció incautos de que Alemania era tan grande que necesitaba el desquite y fue anexando territorios. Primero fue Austria, luego los Sudetes de Checoslovaquia, después el pasillo de Danzig en Polonia. Cuando las grandes potencias se dieron cuenta de lo que sucedía, Hitler tenía a media Europa en el bolsillo.
La guerra arrancó en 1939 en un gesto de dignidad y resistencia de Inglaterra. Un año después el Reich alemán había sumado a Francia a su territorio. El fervor por Hitler dentro de Alemania duró hasta diciembre de 1942, cuando ya se sabía que, con Estados Unidos en el mapa, el Reich caería. La ofensiva a Rusia se había estancado a 90 kilómetros de Moscú. Jamás podrían derrotar a Stalin. Sólo cuando empezó a escasear el alimento, cuando los bombardeos cayeron sobre las principales ciudades de ese país, el apoyo popular se diluyó. Hubo una doble moral en el pueblo alemán cuando se descubrieron las montañas de cadáveres en los campos de concentración: todos fingieron sorpresa cuando, una de las razones por las que Hitler fue tan popular, se debe a ese odio que promulgó contra los judíos. Alemania, después de 1945, sintió una verguenza que sólo duró 80 años.
Que la extrema derecha sacara el 20% de la votación en las elecciones en Alemania, constituyendose en la segunda fuerza política, queda claro que la historia no es suficiente para alertar a un pueblo sobre los peligros que corre. La última vez que Alemania le dio las llaves del país a un nazi el país quedó en ruinas. La extrema derecha alemana ha ganado su puesto gracias al odio, al odio hacia la migración y la diferencia, el mismo odio que destila Donald Trump. Claro que hay que tener miedo porque no está ganando la extrema derecha, la que gana es el odio.
Mydarkshop offers a wide selection of high-quality sex toys in Bangalore, catering to various preferences and desires. From vibrators and dildos to BDSM gear and lingerie, their collection ensures satisfaction and excitement for every customer. Discreet packaging and customer privacy are top priorities, making your shopping experience smooth and enjoyable. Explore your fantasies today at Mydarkshop!