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Conclusiones del primer ciclo de negociaciones entre la Segunda Marquetalia y el Gobierno de Petro

Por: Katerin Erazo, Periodista





En un esfuerzo renovado por alcanzar la paz en Colombia, en este ciclo de negociaciones entre la Segunda Marquetalia y el Gobierno de Gustavo Petro concluyó con importantes compromisos por parte de las disidencias de las FARC. El encuentro, que se llevó a cabo durante cinco días en Caracas, Venezuela, marcó un hito significativo en el proceso de desescalamiento del conflicto armado que ha aquejado al país durante décadas.


El ambiente durante las negociaciones fue descrito como propositivo y constructivo, con ambas partes mostrando un permanente ánimo de llegar a acuerdos que favorezcan la paz en Colombia. En un comunicado conjunto, se destacó la disposición de las delegaciones para avanzar en un camino que beneficie a la población civil y reduzca los impactos de la confrontación armada. Este primer ciclo se centró en establecer las bases para el funcionamiento de la mesa de negociación, el tratamiento de controversias y la definición de los próximos pasos.




La Segunda Marquetalia, liderada por alias Iván Márquez, asumió varios compromisos importantes que reflejan su disposición a contribuir a la paz. Entre los acuerdos más destacados se encuentra la promesa de no portar armas ni vestimenta militar en zonas urbanas ni en vías terrestres y fluviales.


Este compromiso es un paso crucial para reducir la tensión y la violencia en las áreas urbanas, donde la presencia de grupos armados ha sido una fuente constante de inseguridad y temor para la población civil. Además, se comprometieron a liberar a todas las personas secuestradas, un acto que podría significar un alivio significativo para muchas familias afectadas por la violencia y la incertidumbre de tener a un ser querido en cautiverio.


Otro punto crucial del acuerdo fue el cese unilateral del fuego por parte de la Segunda Marquetalia. Aunque este cese no limita las competencias constitucionales y legales de la Fuerza Pública, abre la puerta a la posibilidad de un cese al fuego bilateral, decisión que quedó en manos del presidente Gustavo Petro.


La declaración conjunta publicada tras el cierre del ciclo de negociaciones dejó claro que la implementación integral del desescalamiento del conflicto comenzará con la entrada en vigencia de un Decreto Presidencial que suspenderá las operaciones militares ofensivas en las zonas acordadas. En estas áreas, la Fuerza Pública proporcionará las condiciones de seguridad necesarias para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y proteger a la población civil.

 

El modelo de negociación adoptado se basa en el principio de "acuerdo pactado, acuerdo cumplido", abarcando las fases de diseño, puesta en marcha, implementación y verificación. Este enfoque busca garantizar que los compromisos asumidos se lleven a cabo de manera efectiva, consolidando así un proceso de paz sostenible. La confianza en este modelo es fundamental para asegurar que las partes involucradas mantengan su compromiso y trabajen juntas hacia un objetivo común de paz y estabilidad.


El siguiente ciclo de negociaciones está programado para las primeras semanas de agosto, con Cuba como posible sede de los encuentros. Antes de esta nueva ronda, el Gobierno y las disidencias realizarán una reunión con las comunidades para diseñar el acuerdo de desescalamiento del conflicto, asegurando la participación activa de la población en el proceso.

Esta participación comunitaria es esencial para asegurar que los acuerdos reflejen las necesidades y expectativas de quienes han sido más directamente afectados por el conflicto armado.


La Segunda Marquetalia surgió en 2019, cuando un grupo de desertores del Acuerdo de Paz de 2016, incluyendo a Iván Márquez, Jesús Santrich, El Paisa y Romaña, decidieron retomar las armas. Este grupo tiene una presencia significativa en el sur y occidente de Colombia, así como en los departamentos fronterizos con Venezuela. La reemergencia de este grupo armado representó un desafío significativo para el Gobierno y la sociedad colombiana, ya que amenazaba con deshacer los avances logrados en el proceso de paz iniciado en 2016.


Informes de inteligencia revelan que la Segunda Marquetalia cuenta con aproximadamente 1.751 integrantes, de los cuales 1.162 están armados y 589 forman redes de apoyo. La estructura de mando está encabezada por Iván Márquez, seguido de líderes como José Vicente Lesmes (Walter Mendoza) y José Aldinever Sierra (Zarco Aldinever). Además, se identificó que el grupo tiene campamentos en Venezuela y mantiene una operación financiera basada en el tráfico de cocaína, generando conflictos con otras disidencias como el Estado Mayor Central, liderado por Iván Mordisco.


La financiación de la Segunda Marquetalia a través del tráfico de cocaína y su presencia en regiones estratégicas complican el panorama, requiriendo un enfoque integral que incluya el fortalecimiento de la presencia del Estado y el apoyo a las comunidades afectadas.


Esta complejidad resalta la necesidad de un enfoque multifacético para abordar las raíces del conflicto y asegurar una paz duradera. Las actividades de tráfico de drogas de la Segunda Marquetalia no solo financian sus operaciones, sino que también alimentan la violencia y la inseguridad en las regiones donde operan, exacerbando los desafíos para el gobierno y las comunidades locales.

 

El proceso de paz enfrenta varios desafíos, entre ellos, la necesidad de cumplir con los compromisos asumidos y de garantizar la seguridad en las zonas de implementación de las medidas de desescalamiento. La participación activa y continua de la comunidad internacional será crucial para apoyar estos esfuerzos, proporcionando los recursos y la supervisión necesarios para asegurar que los acuerdos se implementen de manera efectiva y que se mantenga la presión sobre todas las partes para cumplir sus promesas.


Sin embargo, las perspectivas son alentadoras. Otty Patiño, uno de los negociadores, destacó la innovación del enfoque de desescalamiento del conflicto, considerándolo más prometedor que los ceses del fuego bilaterales tradicionales. Según Patiño, este nuevo enfoque tiene el potencial de ser más productivo y alentador, ya que se centra en reducir gradualmente la violencia y crear un ambiente propicio para la paz. Al permitir que las comunidades locales vean mejoras tangibles en su seguridad y calidad de vida, este enfoque podría generar un mayor apoyo popular para el proceso de paz.


Asimismo, líderes de paz como Rubén Zamora han expresado su optimismo sobre los avances logrados, viendo en ellos una oportunidad para establecer la paz en los territorios y devolver el respeto y la seguridad a la sociedad civil.


Zamora señaló que el primer ciclo de conversaciones ha mostrado avances considerables y que hay razones para creer que se pueden lograr acuerdos importantes en los próximos ciclos. Además, enfatizó la importancia de la presencia del Estado en los territorios afectados por el conflicto, subrayando que es fundamental para devolver la confianza a la población y reparar la deuda histórica por el abandono que han sufrido muchas comunidades.


El primer ciclo de negociaciones entre la Segunda Marquetalia y el Gobierno de Gustavo Petro marca un avance significativo en el complejo camino hacia la paz en Colombia. Los compromisos asumidos por las disidencias de las FARC, junto con la voluntad del Gobierno de implementar y verificar estos acuerdos, ofrecen una luz de esperanza para las comunidades afectadas por el conflicto armado. La próxima ronda de negociaciones será crucial para consolidar estos avances y seguir construyendo un futuro de paz y estabilidad para el país.


Este primer ciclo de negociaciones entre la Segunda Marquetalia y el Gobierno de Gustavo Petro representa un paso significativo hacia la paz en Colombia. Los compromisos asumidos, el modelo de negociación adoptado y la participación activa de las comunidades locales son elementos clave que podrían conducir a un desescalamiento efectivo del conflicto y la construcción de una paz duradera. Aunque los desafíos son considerables, las perspectivas son alentadoras y hay razones para ser optimistas sobre el futuro de Colombia.

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