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Foto del escritorRedacción Pares

Cuando Donald Trump pidió pena de muerte para cinco niños negros en Nueva York

Por: Redacción Pares


Foto tomada de: El Español


Fue el 19 de abril de 1989 cuando la vida se les acabó a cinco menores de edad en Nueva York. El único crímen que habían cometido era ser afroamericanos. Se llaman Antron McCray, Yusef Salaam, Korey Wise Raymond Santana y Kevin Richardson. Ese día habían entrado al Central Park. Tenían en la sangre la fiebre del beisbol, de estar otro fin de semana en primavera en Nueva York. Se reunieron con otros treinta muchachos más de Harlem. Iban haciendo bulla, molestando a los transeuntes. Mientras tanto, al otro lado del parque, una corredora llamada Trisha Meilli, era asaltada, golpeada y violada por un hombre que, en menos de un año, había violado y descuartizado a cuatro mujeres en Nueva York.

 

La policía llegó, investigó y vio muchachos negros. Sería un caso fácil de resolver. Sólo sería quitarle todos sus derechos, llevarlos a una comisaría, mantenerlos 42 horas despierto, insultarlos, golpearlos, chantajearlos, sacarles en cara que son negros, que no son norteamericanos, que son animales. Animales es la palabra que más repiten los investigadores de la fiscalía. La palabra queda impregnada en la narrativa de medios. Cinco animales “salvajearon” -verbo que se inventó para describir lo que sucedió- a Trisha Meilli, mujer blanca, rubia, emprendedora de éxito. Una verdadera norteamericana.

 

Los niños, asustados, dijeron que lo habían hecho todo. Se echaban la culpa unos a otros. Los niños ni siquiera se conocían. Para los blancos todos eran iguales. Así que los metieron en una bolsa y se lo dieron a los leones. Fue una verguenza el juicio. La defensa intentó convencer al jurado y al juez -quien era un reconocido verdugo- que los niños habían sido torturados para confesar, que no había una sola prueba que los condenara, ni ADN, ni nada. Que los testimonios de los policías se contradecían. Que estaban lejos del lugar de la violación cuando sucedió. Trisha milagrosamente sobrevivió y los chicos creían que eso los salvaría pero no, Trisha no recordaba nada. Así de brutal fue el ataque.  Sin embargo nada de eso importó. Eran negros y tenían que pagar. Fueron encontrados culpables en un juicio exprés. Los condenaron a 10 años de cárcel.

 

En el fragor mediático Donald Trump apareció. En ese entonces Trump, un aventajado alumno del abogado Roy Cohn, especialista en defender demonios, quien le enseñó su mantra “atacar, contraatacar, nunca disculparse”, era el celebrity más reconocido en Estados Unidos. Un fiel exponiente de la década de los ochenta, frívola, ordinaria, descaranada, la década en donde dejó de dar verguenza ser rico. Y Trump salía todo el tiempo a dar entrevistas, restregando sus millones al que no lo tenía, haciendo sus proyectos desangrando a Nueva York ya que ni siquiera pagaba impuestos. Trump tenía que meter sus narices en todos los temas polémicos. Sobre todo en un tema donde una rubia había sido atacada por cinco “animales”. Así que el hoy presidente de los Estados Unidos pagó un anuncio de 85 mil dólares en el New York Times pidiendo “pena de muerte” para los cinco niños del Central Park, los trató públicamente de “animales” mientras botaba babaza de la rabia.

 

En el año 2002 el verdadero agresor de Trisha Meilli confesó todo. Los niños, que ya eran muchachos con vidas absolutamente destruidas, sometidos a cualquier tipo de abusos mientras estuvieron presos, fueron resarcidos públicamente. El gobierno de los Estados Unidos pagó una indemnización de 41 millones de dólares por las vidas que arruinaron.

 

Trump jamás se disculpó. Sin embargo en noviembre del 2024 los “cinco del Central Park” demandaron al recién elegido presidente por “declaraciones falsas y difamantes” Los asesores de Trump tan sólo respondieron esto: “ es otra frívola demanda de interferencia electoral” que se hace para distraer al pueblo estadounidense de la peligrosa agenda liberal de Kamala Harris y de su fallida campaña”.

 

Trump jamás se disculpará. Lo preocupante que este hombre, abiertamente racista y misógino, que tiene 34 condenas, será, una vez más, presidente de los Estados Unidos.

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