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Cuando los niños bien del Poblado de Medellín tuvieron de vecinos a los hermanos Castaño

Por: Redacción Pares




La última vez que supimos de Montecasino, la lujosa mansión que perteneció a Carlos y Fidel Castaño, fue en mayo del 2024. La Unidad de Víctimas en ese momento anunciaba que sería un laboratorio de Medicina Legal para la identificación de cadáveres. En Colombia hay 51.894 desaparecidos, la gran mayoría de ellos fue producto de la ofensiva paramilitar que azotó al país entre 1995 y el 2004. Este laboratorio serviría para identificar a miles de cuerpos que se encuentran en morgues del país y es una forma de reparar a las familias que necesitan enfrentar y sobrellevar su duelo. La mansión había sido hasta hace muy pocos años sede de los estudios de Telemedellín.

 

Montecasino queda en el Poblado. A mediados de los ochenta Fidel y Carlos Castaño consolidaron fortuna y poder gracias a actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico. Venían de Amalfi, un pueblo de Antioquia y, como la mayoría de nuevos ricos, querían que su poder se hiciera visible. Por eso le compraron a la familia Halaby una de las casas más emblemáticas del Poblado, el sector de Medellín donde han vivido desde hace décadas la autodenominada gente bien de Medellín.Los Halaby estaban asociados a la industria de textiles y algunos de sus miembros pertenecieron al cartel de Medellín.

 Era una mensión de estilo neoclásico construida en los años sesenta, de suntuosa escalera, estanque imperial y que, mientras los Castaños fueron los dueños, fue convertida en un enorme queso gruyere ya que construyeron incontables túneles que les sirviera de escape. Montecasino se convirtió en un centro de entrenamiento de paramilitares en los años ochenta y también fue el centro de celebración de sucesos macabros para el país, como los asesinatos de Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro. Hay que recordar que las elecciones a la presidencia de 1990 fueron asesinados en Colombia tres candidatos presidenciales.

 

La casa era conocida por sus excesos. El baño de Fidel Castaño fue célebre porque la bañera, completamente hecha en oro de 24 kilates, estaba inspirada en el Nacimiento de venus de Botticelli. Sobre Montecasino se ha escrito mucho pero una de las mejores crónicas hay que atribuirselas a la revista Universo Centro. Ella hace un recorrido por el lugar treinta años después de que fuera abandonado por los Castaño. Recuerdan que la colección de arte de Fidel Castaño, con la que quería equiparse a la clase alta y supuestamente refinada de Medellín, contaba con una vajilla de té de la dinastía Ming, cuadros de Botero y de Miró, una cava de vinos única. Allí recibían a sus amigos más cercanos, celebraban suntuosas fiestas con miembros del cartel de Medellín. Sus vecinos, a pesar de que con algunos de ellos hicieron negocios, los veían con desconfianza. Olores raros salían de allí. Se cree que una de las cocinas que quedaba en la trastienda de la casa servía para procesar cocaína. En Montecasino también existía una “leonera” una celda en donde torturaban hasta la muerte a sus enemigos.

 

Esta casa perteneció a testaferros de los Castaño hasta el año 2007. Todavía quedaban algunas pinturas y por lo menos, como lo recuerda Universo Centro, 1.000 botellas de vino. Uno de los primeros paramilitares de hablar de la propiedad y de la importancia que tuvo para ellos fue Monoeleche, el hombre que ejecutó hace 20 años a Carlos Castaño. Desde el 2010 fue incaputada por la Dirección Nacional de Estupefacientes. Ha sido sede de un canal de televisión y ahora será uno de los laboratorios de Medicina Legal. Todos los que la han ocupado han hablado precisamente de los fantasmas y la mala energía que aún ronda el lugar.


Fue el corazón de la maldad paramilitar y latía en medio de la alta sociedad de Medellín. Nadie dijo ni hizo nada.

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