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Cuando Mancuso y Castaño quisieron controlar Bogotá

 Por: Redacción Pares




En el próximo informe de la fundación Paz y Reconciliación se abordará como los grupos armados están interesados en operar desde las ciudades colombianas. Ya no le temen, por lo menos, a actuar con descaro desde Bogotá. En el informe se habla, no sólo de las intenciones del Clan del Golfo o el ELN de dejar que operen sus células urbanas sino de varias oficinas de sicarios, una de ellas la oficina del San Andresito de la 38 que es un residuo de lo que alguna vez se conoció como el Bloque Capital, liderado por el narcotraficante Miguel Arroyave y Mi Sangre, quienes mantenían vigentes y altas las cuotas cobradas a comerciantes de San Andresito. Desde hace dos décadas esta oficina actúa de manera independiente asociado con otro grupos criminal conocido como los Triana. Ahora, lejos de ser desmantelados, están más fuertes que nunca.

 

Aprovechamos el nuevo informe para recordar uno de los momentos en donde las AUC demostraron que podían golpear desde la capital y que tenían además poderosos políticos que podrían respaldar esta iniciativa. Según declaraciones libres que ha dado Salvatore Mancuso desde el 2007, Francisco Santos, reconocida figura política y social bogotana, sostuvo, desde 1997, varias reuniones con la cúpula de los paras. Estas se habrían hecho en Tierralta Córdoba y contó con la presencia del capo máximo de las AUC, Carlos Castaño. Incluso hubo otra reunión en donde Santos se mostró ladino y les comentó a los comandantes lo mucho que admiraba el accionar de los paras. En esa versión libre Mancuso dijo lo siguiente: “Santos alabó el modelo que le expusimos, de cómo funcionábamos en Córdoba, y nos manifestó (…) por qué las autodefensas algún día pudiera replicar ese modelo en Bogotá, pues se veía con preocupación en los círculos capitalinos el avance de la guerrilla”

 

Acá necesitamos un poco de contexto. Era 1997 y el país pasaba por uno de sus reconocidos periodos de zozobra. El gobierno Samper, salpicado por el escándalo del proceso 8000 había perdido legitimidad. Las guerrillas se hacían fuerte, sobre todo las FARC y su influencia ya era notoria en el páramo de Sumapaz. Así que Pachito Santos, preocupado por esto escribió una columna en El Tiempo -que ha sido citada varias veces en las audiencias libres por Mancuso- titulado Proyecto Contrainsurgente en donde decía, sin pena, que se necesitaba un bloque paramilitar en la capital del país: “La verdad, el país hoy se enfrenta a un movimiento político – militar con arraigo en distintas clases sociales incluso en las populares y que surge del vacío que dejó el Estado ante la ineficacia de sus Fuerzas Armadas y los abusos de la guerrilla contra la población civil. No nos equivoquemos. Aquí hay una nueva organización que si bien tuvo en su momento nexos en muchos casos más de complacencia y de voltear la cara que de ayuda efectiva con las Fuerzas Armadas, la semana pasada declaró su independencia al reivindicar la liberación de un secuestrado y la muerte de siete guerrilleros”.

 

Santos ha sido exonerado de cualquier señalamiento judicial sobre la creación del Bloque Capital e incluso no negó esas dos reuniones con los jefes paramilitares pero alega que lo hizo sólo con un interés periodísitico.

 

Lo que si sabe es que Carlos Castaño montó su bloque Capital gracias a la fusión de estas bandas: una que controlaba la Cárcel Modelo, otra la de Ciudad Bolívar, una en Kennedy, otra en Usme y la ya señalada banda de San Andresito de la 38 que se convirtió más bien en una suerte de oficina de sicarios controlado por Mario Arroyave.

 

De esta última sabemos que sigue existiendo. Otros grupos que disputan a la Oficina de San Andresito de la 38 el control del microtráfico y la extorsión en Bogotá son Los Paisas, Los Boyacos y Los Camilos. En los próximos días saldrá el último inventario de bandas criminales en Colombia en donde el dato es más que preocupante: los grupos armados se están trasteando a las grandes ciudades de Colombia, acá le explicaremos el por qué de esta decisión.

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