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De Jaime Garzón a Jaime Vásquez: el peligro de ser un periodista que denuncia en Colombia

Por: Redacción Pares



La primera vez que se asesinó a un periodista en Colombia fue el 12 de octubre de 1938. Fue al director del periódico La Voz de Caldas en Manizales, Eudoro Galarza Ossa, que había publicado unas denuncias sobre el maltrato que el teniente Jesús María Cortés Poveda le daba a su tropa. La respuesta del militar fue ir a la oficina dispararle y desocuparle el proveedor en el pecho. Defendía su honor como uniformado. Desde entonces han sido 180 los periodistas asesinados en Colombia. La gran mayoría de ellos han sido por militares o fuerzas de extrema derecha que han decidido borrar del país cualquier tipo de consciencia crítica.


Pasaron cuarenta años, desde el asesinato de Galarza, para que otro periodista muriera. Fue en Cúcuta, el 11 de diciembre de 1977, el director de Radio Guaymaral, Carlos Ramírez Paris, fue asesinado a culatazos por dos miembros de la policía. A partir de allí se desató una violencia que pocos países en el mundo han vivido. En 1979 asesinaron a cinco periodistas. Sin embargo, el peor año fue 1986. Allí el narcotráfico empezó a ser un agente determinante a la hora de lanzar su ofensiva contra la prensa. Ese año fueron asesinados siete periodistas.


Todos importantes aunque el que tenía mayor notoriedad era Guillermo Cano, director de El Espectador, diario sobre el que Pablo Escobar montó una persecución. Una investigación de la periodista María Jimena Duzán significó para el capo del Cartel de Medellín ser desenmascarado, perder su capital político, el que esperaba ver crecer, después de ser publicada una foto en donde develaba su pasado criminal. La respuesta de Escobar fue asesinar a Cano.

El narcotráfico y los grupos paramilitares acabaron con periodistas valientes como Jorge Enrique Pulido. En 1989 lo mataron a él y a otros catorce periodistas más. Quedaba claro que Colombia no era un país en donde se podría ejercer la libertad de prensa.


En 1990 Secuestraron a Diana Uribe y a su grupo de reporteros. Ella terminó asesinada después de una torpe operación de liberación ordenada por el entonces presidente César Gaviria.


Pero, a pesar de estos antecedentes, nadie estaba preparado para el asesinato de Garzón.

Instigado por José Miguel Narváez, quien fuera en años de Uribe jefe de inteligencia del DAS, Carlos Castaño, comandante de las AUC, ordenó asesinarlo. Tenía 39 años y desde su espacio en Radio Net y en CM&, puso el listón muy alto del humor político. Eso fue ya hace 25 años, en 1999, y siguen cayendo periodistas. Este año lo que sucedió en un lugar donde vendían empanadas en Cúcuta no tiene nombre. El domingo 14 de abril mientras desayunaba Jaime Vásquez, periodista y líder social, veedor ciudadano, fue asesinado por un sicario en la residencial zona de la Riviera. Venía, desde hacía meses, denunciando a la clase política corrupta de la ciudad. Era famoso por sus lives en Facebook. Desparpajado, frentero, no parecía tenerle miedo a nadie. En su último live lanzó una frase que se transformó en su sentencia de muerte: “Les sugiero a los sabios que embargaron los carros que echen atrás los procesos administrativos porque el lunes los vamos a demandar”.


Las imágenes del asesinato de Vásquez quedaron grabadas en las cámaras de seguridad del local. Amigos del comunicador afirmaron que la policía estaban manipulando su celular horas después de su asesinato.


En lo que va corrido del 2024 han sido asesinados cuatro periodistas en Colombia. Todos en región. Ya no se centran en grandes figuras radicadas en Bogotá sino que eligen a los que hacen denuncia desde la Colombia profunda.


A los 25 años de la muerte de Garzón su nombre se convirtió en el símbolo del periodista valiente que es capaz de denunciar sin tener que pensar en su propia integridad física. Un ejemplo que siguen valerosos comunicadores en lugares como el Catatumbo y Arauca, completamente desprotegidos pero con la firme convicción de que la verdad es el único camino.

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