Por: Redacción Pares
Una vez se posesionó Donald Trump el pasado 15 de enero tenía una lista de 100 decretos para firmar de manera inmediata. Entre ellos habían varios que afectaban directamente a Latinoamérica. La deportación de cientos de colombianos que regresaron al país en condiciones indignas como la de estar esposados, generó una ola de indignación encabezada por el presidente Gustavo Petro. Ante la negativa de recibirlos así, el gobierno norteamericano reaccionó imponiendo aranceles de hasta el 50% a los productos colombianos, medida que se solucionó usando la diplomacia. Antes que esto sucediera y a través de su secretario de estado, Marco Rubio, el nuevo mandatario congeló durante 90 días la ayuda a países extranjeros, entre los que estaba Colombia. La mayoría de los recursos de esa ayuda provenían de USAID. El último fin de semana Elon Musk, el magnate tecnológico que le habla al oído a Trump afirmó desde su cuenta de X que USAID era una organización criminal y que le había llegado el momento de morir, una afirmación con la que Trump está de acuerdo.
Con esto el gobierno norteamericano pone contra las cuerdas las organizaciones sociales en Colombia. Donald Trump con una política claramente anti derechos, no le importa los logros que se han conseguido en este país gracias a la sociedad civil. Uno de estos fue destapar el escándalo de la parapolítica. Acá le recordamos la investigación que lideraron León Valencia y Laura Bonilla y que cambiaría para siempre la historia de la política en Colombia.
Durante la últimia feria del libro de Cúcuta celebrada en septiembre del 2024 León Valencia recordó el momento en el que, mientras asistía como analista a un noticiero, para hablar sobre los resultados electorales del congreso del 2002, se quedó paralizado al ver en el monitor nombres que encabezaban las votaciones como Rocío Arias y Eleonora Pineda. Jamás había escuchado hablar de ellas. Laura Bonilla en ese momento era una joven que recién salía graduada de la Universidad Nacional. Tenía 23 años y la confianza de su maestro. Ambos empezaron a asociar ideas, a tejer una investigación y no les costó mucho tiempo sacar conclusiones: las votaciones más grandes de estos nuevos políticos se habían dado en zonas de alta influencia paramilitar. En el 2004 ya tenían listo una investigación en donde usaron por primera vez el término Parapolítica. Ese año, en los debates televisivos transmitidos por el Canal Institucional, el senador Gustavo Petro usó el término para referirse a senadores como Álvaro García o al todopoderoso Mario Uribe, primo hermano del que era en ese momento presidente.
Bonilla se encargó de destapar las ollas podridas en el Magdalena Medio, una de las zonas más calientes del país, Claudia López lo hizo en Antioquia, Mauricio Romero, uno de los investigadores que con más rigor por primera vez estudió el fenómeno paramilitar, escribió un capítulo Nuevas guerras, paramilitares e ilegalidad: una trampa difícil de superar. El libro, que primero se movió entre círculos académicos, llegó a las manos de magistrados como Iván Velásquez, actual ministro de defensa. Velásquez fue a la sede de la Corporación Nuevo Arco Iris y se lleva la información que se tenía para iniciar la investigación que, hasta el momento 187 políticos condenados entre los que se cuentan congresistas, alcaldes, gobernadores y políticos. Fue un trabajo que dejó huella y que les costó a los investigadores amenazas de muerte y, en el caso de León y Bonilla, el exilio.
Pocas investigaciones ha dejado tanto huella como esta que se transformó en libro, Parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos. Por eso la editorial Planeta, a manera de homenaje, sacó en el 2024 Parapolítica, la historia del mayor asalto de la democracia en Colombia, una puesta al día de lo que sucedió en el país después de este tsunami. Un país que ha cambiado tanto que el presidente actual es una persona de izquierda, que incluso perteneció a un grupo insurgente. Pero, Laura Bonilla, en los diferentes eventos que se han venido sucediendo desde abril para lanzar el libro, ha hecho una advertencia, aunque las condenas judiciales cayeron, las condenas sociales no han sido tantas. En ciertas partes del país siguen mandando los mismos que se hicieron poderosos con la plata de las AUC hace veinte años.
Este es un libro necesario para todo aquel que quiera sumergirse en uno de los mayores escándalos de un país atribulado como este. El nuevo libro cuenta, además de los trabajos de los investigadores que vienen desde el 2004, con ensayos de Antonio Sanguino- quien se mete de lleno en el horror del Cesar- Ariel Ávila e Iván Gallo.
Destapar estas prácticas de los paramilitares que constituyeron una afrenta a la democracia, ha sido uno de los logros de la sociedad civil contra la corrupción y el delito. Su papel, en un país con los índices de corrupción que tiene Colombia, ha sido fundamental a la hora de hacer justicia. Los autores de la investigación se jugaron su vida con esta denuncia y no dudaron a la hora de enfrentarse con enemigos poderosos. La labor de la sociedad civil no debería estar jamás en tela de juicio por ningún funcionario del Estado.
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