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Diagnosticar problemáticas y proponer transformaciones

Por: Germán Valencia

Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia


En una columna anterior en la que hablé sobre las tareas que la Mesa de Diálogos de Paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) le estableció a la sociedad (Ver: Tareas de la sociedad en la construcción de paz con el ELN), señalé que en las fases que propone el  Primer Acuerdo de Cuba o Acuerdo No. 9, firmado el 09 de junio de 2023 –que son: 1) la ‘fase de diseño’ o el alistamiento para la participación, 2) la ‘fase de diagnóstico y diálogo sobre democracia para la paz’, en la que realizará un diagnóstico de los problemas del país y 3) la ‘fase de construir una agenda sobre la democracia y transformaciones’, en la que se van a formular los cambios necesarios para la construcción de la paz estable y duradera–, se encuentran indicadas tres tareas que debe realizar la ciudadanía en este proceso.

En aquella columna –dada la prioridad que tiene el ‘alistamiento para la participación’ y, además, a que el proceso está diseñado en forma de cascada, pues cada fase depende de la implementación de la otra– aproveché para referirme a la primera de las tareas y la importancia de revisar la experiencia nacional e internacional para proponer mecanismos de participación de la sociedad en la fase de negociación de la paz. En esta nueva columna quiero completar el panorama y referirme a las dos siguientes tareas que se le plantean a la sociedad y que, de aceptarlas, tendrán su tiempo de ejecución entre enero de 2024 y mayo de 2025, cuando se ha planeado el cierre del momento culmen de participación.

Para iniciar el análisis de los siguientes dos momentos, supongamos que en diciembre 09 de este año, la Mesa de Diálogos de Paz reciba de parte del Comité Nacional de Participación (CNP) los elementos conceptuales, operativos y logísticos para promover y facilitar la intervención de la sociedad en el proceso –tal como lo establece el Acuerdo No. 9 de Cuba –. Y que ellos son los suficientes para que la Mesa elabore el Plan Nacional de Participación. Entonces, sería a partir de este momento cuando comienza la implementación de las dos siguientes fases.

La segunda tarea que plantea la Mesa a la sociedad es sentarse en los diversos espacios y escenarios diseñados para la participación e identificar los problemas sociales, políticos y económicos que han dado origen a los conflictos en Colombia y aún se mantiene. Para realizar esta labor de diagnóstico de problemática se convocará a las comunidades, a los pueblos étnicos y afrocolombianos, a las mujeres y los jóvenes, y a la población LGTBIQ+ a escuchas sus voces.

Se tratará de un ejercicio de participación en el que se tendrá como objetivo la identificación de las principales problemáticas de los territorios donde habitan y conviven esas comunidades. Serán las voces de la ciudadanía excluida –las que han sufrido toda clase de conflictos violentos durante décadas– las que señalen las problemáticas específicas y harán las demandas sobre lo que requieren sean atendidas.  

Podrá ocurrir –como pasó en los Foros Consultivos Oficiales en el proceso con las FARC-EP– que las problemáticas estén asociadas al subdesarrollo del campo o al tema de la protección especial de las víctimas, pero lo que será cierto es que los temas se ampliarán. Aparecerá la situación de pobreza y desigualdad en los espacios urbanos –donde habita la mayoría de la población del país–, saldrá al debate el componente minero y energético, y las y los jóvenes presentarán su situación en términos de educación superior y de empleo, y en las necesidades de cambio en el sistema democrático. En fin, serán muy variados los diagnósticos sobre los problemas que se tienen en el país.

Una vez se recorra este momento del diagnóstico de problemas vendrá la fase de propuesta de soluciones. El llamado subsiguiente es a que esta población –que ha participado de forma “activa, propositiva, incluyente, deliberativa, vinculante y eficaz” (Acuerdo No. 9)– ahora pase a construir propuestas de cambio, se ponga en el rol de “construir una agenda sobre la democracia y transformaciones” que le permita al país y sus territorios la “superación de los conflictos político, social, económico y armado”.

Esta será una fase en la que la sociedad se reunirá para dialogar y conjuntamente construir visiones de desarrollo. Se espera que en este momento la sociedad elabore múltiples propuestas de cambio para esa variedad de problemas que identificaron en la fase anterior. Serán transformaciones pendientes y pertinentes, construidas con la voz de todos y todas, en un ejercicio dinámico y pluralista que permita presentar una visión de paz. Propuestas de cambio en los diversos ámbitos y necesarios para cerrar conflictividades y construir una paz duradera y general.

En síntesis, serán alrededor de 17 meses –entre enero de 2024 y mayo de 2025– en las que la sociedad tendrá el reto y la importante tarea de diagnosticar los problemas más importantes del país y proponer una agenda de cambio. Se construirá durante este tiempo un laboratorio democrático para la paz: un proceso de democracia participativa y de construcción planificada de las transformaciones para la paz. Un espacio para que, desde la sensatez y las necesidades de la población, se construya una ruta para el cambio.

El objetivo final es que con este proceso de participación de la sociedad se le entregue a la Mesa de Diálogos de Paz –que habría estado acompañando y presente en todo el proceso– los insumos para que se avance en las negociaciones. Una propuesta que se espera se convierta en un ‘Gran Acuerdo Nacional’, una ‘agenda de transformaciones para la paz’ con carácter vinculante, dirigidas a cambiar diversas realidades y ayudar a finalizar el largo conflicto armado y hacer posible la paz completa.

 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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