Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Alejandro Gaviria, quien será el nuevo ministro de educación, le ha dicho al país que durante su período de gestión la educación superior será su prioridad. Que entre las principales acciones estará la de aumentar la base presupuestal para las universidades públicas.
Lo que significa que el Gobierno Nacional, por fin, atenderá el llamado que le han realizado, por casi tres décadas, los miembros del Sistema Universitario Estatal (SUE), de reformar la Ley 30 de 1992 y atender el déficit creciente de las Instituciones de Educación Superior (IES), aumentando el presupuesto anual para la educación pública superior más allá del nivel de inflación (IPC).
De cumplirse esta promesa, se convertirá en una de las mayores apuestas por el fortalecimiento de la educación superior en el país. Ahora las IES podrán contar con los recursos para ampliar la oferta educativa y cumplirle a los jóvenes colombianos con mayores oportunidades de educación pública gratuita y de calidad.
En contraprestación, lo más seguro es que las IES se comprometan con el país a ampliar la cobertura educativa, a la gratuidad en la oferta y a la regionalización de los programas académicos. Es decir, a aumentar las oportunidades educativas para que los millones de jóvenes que salen de la educación secundaria puedan formarse técnica y profesionalmente.
Sin embargo, este no debe ser el único compromiso de las IES para con la nación. Los criterios de equidad y redistribución del saber científico deben ampliarse a toda la población, no se debe dejar a ningún ciudadano sin considerar. Esto no significa que necesariamente todos los colombianos vayan a acceder a la universidad y formarse en algunos de sus programas de educación formal.
La apuesta de las universidades debe ser también por ampliar los públicos y usuarios de su saber científico. Es cierto que en las últimas dos décadas el país ha realizado un esfuerzo por aumentar las publicaciones en revistas científicas y construir una ciencia abierta, pero este saber técnico y presentado en un lenguaje científico solo le llega a los pares académicos.
Hace falta una estrategia más decidida por parte de la mayoría de las universidades para divulgar el conocimiento que produce en sus grupos de investigación. Este saber debe salir de los campus universitarios y divulgarse en los escenarios de la vida pública y privada del país. La divulgación de la ciencia tiene un fin más universal, democrático y popular, busca que ese saber científico que se produce en los centros de pensamiento, llegue y se integre al saber social y comunitario.
Recordemos que en Colombia el acceso al conocimiento es un derecho ciudadano. Y en el marco de un Estado Social de Derecho, las IES deben trabajar por una real democratización del conocimiento que se produce en sus instalaciones públicas. Divulgar la ciencia es una de las formas de retribuir a la sociedad el esfuerzo que hace por financiar los proyectos científicos con fondos públicos. Los cerca de 50 millones de habitantes en Colombia tienen el derecho a saber qué se está haciendo con el dinero de sus impuestos en los laboratorios universitarios y centros públicos de investigación.
También requieren que el conocimiento científico les llegue para mejorar sus condiciones de vida, economía y bienestar social. Sobre todo a las poblaciones más atrasadas, abandonadas y alejadas de las grandes urbes, a las personas del común, alejadas de los círculos académicos.
En este sentido, la apuesta de las IES debe ser también por divulgar el saber, volverlo más universal, democrático y popular. Comprometerse con trabajar en la necesidad de difundir los avances tecnológicos, científicos, literarios y culturales para que estos vayan dirigidos a la sociedad.
Este compromiso requiere, por un lado, trabajar en comunicar ese saber en un lenguaje sencillo, fresco y más accesible para el gran público, pero siempre manteniendo la rigurosidad científica. Por el otro, buscar mecanismos de divulgación más allá del libro o el artículo en una revista especializada.
Debe complementarse con un programa novedoso, ambicioso y creativo para llegar a toda la ciudadanía. De allí que deben explorarse otras opciones que ofrece la cultura, como las canciones, los cuentos, el dibujo o el teatro. Dispositivos de comunicación más versátiles y universales que puedan llegar, incluso, a personas que no tengan las competencias de leer y escribir.
De esta forma, las universidades le estarían apostando a una real democratización del saber científico, estarían innovando socialmente para avanzar en el acceso al conocimiento de grupos poblacionales marginados de los espacios de aprendizaje. La popularización de la ciencia es el acceso al conocimiento científico con un enfoque de inclusión social, incluso, más potente y democrático que la tradicional formación profesional.
Así, las universidades estarían haciendo más comprensible y aprehensible el conocimiento con el fin de desarrollar capacidades humanas para intervenir en las decisiones colectivas y actuar de una forma consciente y crítica. Actuando, en coherencia, con la idea de cumplir con el deber social de divulgar los avances científicos y tecnológicos, y contribuir a crear un pensamiento crítico que aliente la conciencia social. Y finalmente, por qué no, contribuyendo con la idea que plantea el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez: trabajar por popularizar la ciencia.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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