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Día internacional de las juventudes ¿Realmente importamos?

Por: Cristian Florez

Pasante de la Línea de Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil 





El día internacional de juventudes fue proclamado en diciembre de 1999 por la Asamblea General de la ONU por recomendación de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud. El objetivo común fue dar a entender la importancia de las juventudes en las transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas en el mundo, buscando alentar su participación en todos estos ámbitos.

 

El lema que se adoptó para el día internacional de la Juventud este año es “De los clics al progreso: Vías digitales de la juventud para el desarrollo sostenible”. Las contribuciones desde el mundo de la tecnología y la conectividad es un catalizador importante para efectuar las transformaciones que esta población necesita. La importancia central que adquiere, por ejemplo, la inteligencia artificial, es necesaria para entender estos nuevos escenarios globales y las oportunidades que se abren.

 

Es claro que esto fue un paso importante para reconocer el potencial transformador de las juventudes, sin embargo, las problemáticas que atraviesa está población pueden llegar a ser más complejas de lo que parece, más en un país como Colombia. El discurso de una “juventud transformadora” llega a agotarse fácilmente cuando los Estados no prestan la suficiente atención que requieren las problemáticas de las juventudes, las instituciones aprovechan cada 12 de agosto para su conmemoración olvidándose de sus compromisos por el resto del año. Es por esto que la presente nota tiene como propósito dar una apreciación diferente a lo que se concibe como Día internacional de las juventudes.

 

Ahora bien, las reivindicaciones juveniles están atravesadas por cuestiones históricas: acceso a la educación, al trabajo, mayores garantías de participación política, superar las desigualdades e índices de pobreza, por el acceso a la vivienda digna, el cuidado del medio ambiente, una sociedad en paz sin guerras, la superación de sistemas de dominación como el machismo, el racismo y la xenofobia, además de acabar con la criminalización e invisibilización de la que son víctimas por parte de los grupos de poder. En últimas la lucha de las juventudes es por poder vivir dignamente, una forma de vida que les es negada constantemente.

 

Si nos centramos en el plano material, las condiciones de los jóvenes de hoy en día son las mismas que hace unos años e incluso décadas: la precarización laboral es una constante, el poco acceso a la educación, o que esta misma ya no sea oportunidad para la movilidad social. Esta falta de oportunidades es un ciclo constante de violencia, donde estructuras armadas y criminales se aprovechan de esto para que las y los jóvenes hagan parte de sus filas ¿Cómo podemos soñar una juventud transformadora si no creamos las condiciones para que lo sean?

 

Ante la imposibilidad del Estado para garantizar esto, son las mismas juventudes movilizadas y a través del poder popular las que muestran signos de resistencia. Para no irnos muy lejos el Estallido Social del 2021 marca un antes y un después en el entendimiento de los movimientos populares y juveniles en el país, también en sus narrativas y el posicionamiento de un nuevo actor capaz de liderar los cambios necesarios para el país: jóvenes que cuestionan (y siguen cuestionando) la estructura social, política y económica del país, que paralizaron el país por 3 meses y que reinventaron los repertorios de acción del movimiento social desde la diversidad y heterogeneidad.

 

No obstante, a medida que pasa el tiempo y que la realidad de las juventudes no es transformada, es la misma juventud que se convierte en víctima. Solo para señalar un ejemplo, la muerte de Coco, quien participó en la movilización social desde Portal Resistencia, supone una gran pérdida para el movimiento social y una falta de compromiso por parte del Estado para proteger la vida de quienes se han manifestado en contra del status quo.

 

Estas condiciones particulares son las que nos permiten cuestionarnos la “agenda transformadora”, una agenda transformadora que podemos decir es una imposición. No desconocemos la importancia de la tecnología y la conectividad para cambiar las condiciones materiales, pero mientras esta crítica no trascienda y no entienda los contextos particulares de nuestras juventudes no podremos dar el siguiente paso.

 

A modo de conclusión, el día de la juventud no se limita a una fecha en concreto, este se celebra en cada encuentro popular y social, en cada encuentro que se teje democracia, en cada escenario de participación y en cada movilización que ejercen los y las jóvenes, en últimas, en cada momento que se construye esperanza. Estanislao Zuleta en una de sus reflexiones afirmaba que la esperanza es una de las virtudes más democráticas, y en efecto, a pesar de las adversidades la juventud sueña con un mundo diferente, libre de violencia, explotaciones, un lugar donde vivir no suponga dificultades y podamos gozar en libertad.



 

 

Bibliografía

Zuleta, E. (2015). “La democracia y la paz”. En: Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Bogotá: Planeta


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