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Efectos colaterales de la pandemia

Por: María Victoria Ramírez M.*


Todos hemos estado dentro del cuerpo de nuestra madre. Todos hemos sido niños y nuestras madres entonces eran enormes. Mamábamos de sus pechos. No recordamos nada, pero nuestro aprendizaje perceptivo, emocional y sensoriomotor comienza mucho antes de nuestra memoria consciente. Comienza incluso mucho antes del parto y estamos configurados por él y por las innumerables asociaciones simbólicas que vienen con el lenguaje, la cultura y una vida de género que divide el mundo por la mitad y graba entre nosotros una frontera, como si fuéramos más diferentes que parecidos.


Del libro La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres de Siri Hustvedt

Risaralda es uno de los departamentos que configuran el Paisaje Cultural Cafetero, declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por las Naciones Unidas. Es una de las regiones con mayor riqueza en aves del mundo y fue desde aquí, gracias al café, que Colombia entró a la modernidad. Y en este territorio de montañas, según el censo poblacional de 2018, habitan 943.401 personas. La capital, Pereira, aloja casi la mitad de la población del departamento (49,5%), de los cuales el 50,3 % somos mujeres, y digo somos porque soy pereirana. Pero no todo aquí son manantiales de agua y aves del paraíso. La brecha de género es un hecho irrefutable.


Según el DANE (Departamento Nacional de Estadística) el desempleo entre las mujeres del departamento de Risaralda se ubica en el 10,4 %, mientras que entre los hombres es de 7,5%. Así mismo, el 37,5% de los hogares de Risaralda están en cabeza de una mujer, el 29,6% de ellos están en condiciones de pobreza monetaria mientras que el 21,7% están en condiciones de pobreza multidimensional.


De acuerdo al informe publicado en 2018 titulado “Perfil actual de la informalidad laboral en Colombia: estructura y retos” del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario de Bogotá, las tasas de informalidad para las 13 ciudades principales de Colombia, oscilan entre el 41,5 % y el 70,50%.


En Pereira, esta cifra se ubica en una informalidad total del 49,66% y desagregado por género, hombres 46,26 y mujeres 53,76%. Las cifras anteriores muestran que ya antes de la crisis sanitaria que vive el mundo, las mujeres eran las más afectadas por el empleo informal, con cuatro puntos porcentuales por encima de los hombres a nivel nacional, mientras que para la ciudad de Pereira la informalidad de las mujeres superaba en 7,5 puntos la de los hombres.


Estimo que estas cifras variarán ostensiblemente como resultado de la crisis del Coronavirus, pero que seguirán favoreciendo con mayor rigor el desempleo femenino.


De acuerdo con el informe Forensis de 2018, publicado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF) de Colombia, que es la fuente oficial que recolecta, procesa y analiza la información derivada de la práctica forense, en el departamento de Risaralda se realizaron 5.709 exámenes médico legales que incluyen: violencia interpersonal (1855) , violencia intrafamiliar (473), violencia de pareja (799), accidente de transporte(1802) , presunto delito sexual (424) y lesiones accidentales (56).


La siguiente tabla muestra la tasa por cada 100.000 habitantes según delito y sexo de la víctima en Risaralda:

Con las medidas de confinamiento las mujeres del sector informal debieron refugiarse en sus casas, como todas las demás, con el agravante de que no tienen posibilidades para conseguir el sustento, ni tener acceso a créditos o beneficios. Unido esto se presenta una situación de violencia intrafamiliar que se exacerba en condiciones de aislamiento, como consta en el informe de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, en el cual se afirma que en Colombia : “el número de llamadas a la línea 155 que reportaron hechos asociados a violencia intrafamiliar creció durante la cuarentena en 982 llamadas, lo que representa un incremento del 142%.”, en relación con el período entre el 25 de marzo y el 11 de abril (18 días) del año anterior.


Por su parte, en Pereira se han prendido las alertas por aumento de casos de violencia según el informe de la Personería de la ciudad [1] sobre las mujeres en confinamiento. Se señala que el maltrato sicológico y abusos son los principales agravantes. «Evidenciamos que los casos en razón de la cuarentena observan otras dinámicas, es decir, hemos acompañado casos de mujeres con connotaciones muy especiales. Las mujeres solicitan acompañamiento a la Personería por su seguridad”.


Desde esta dependencia han tipificado una de las mayores denuncias, como por ejemplo que las mujeres se sienten intimidadas por sus parejas, pues creen que no pueden asumir y cuidar de sus hijos, además de tratarlas como cargas económicas.


Las medidas estrictas y tempranas de confinamiento en Colombia han traído como efecto reducir la tasa de crecimiento de los contagios y las muertes, en comparación con otros países de la región como Brasil y Ecuador, que sufren crisis sanitarias graves. Pero no puede ocultarse que los efectos colaterales de esas decisiones han sido la crisis económica y el crecimiento en los niveles de violencia contra las mujeres y las niñas al interior de los hogares.


Sin embargo, quiero llamar la atención sobre otro efecto colateral que no es tan visible: la sobrecarga de trabajo que muchas mujeres han tenido que soportar en estos dos meses y medio de confinamiento, combinando el teletrabajo, las tareas domésticas (cocinar, lavar, limpiar la casa), el cuidado de los mayores y las tareas escolares de los hijos.


Le escuché a una mujer que llamaré Julia, para mantener su identidad protegida, que pese a tener pareja, manifestó su intención de renunciar al trabajo en medio de esta cuarentena. Decía que cedería la conquista de su autonomía económica porque siente que ya sus fuerzas se agotaron. Una de mis amigas en teleconferencia por ZOOM, como está de moda ahora, cuando le compartí esta preocupación opinó que sería mejor que renunciara al marido desconsiderado y holgazán antes que al trabajo.


Pero si la situación lo permite, otra opción sería aprovechar este momento único, en el que la inequidad golpea con más fuerza y se hace inocultable, para discutir sobre la redistribución de las tareas domésticas, de las labores de cuidado, para educar a todos los miembros de la familia en la construcción de nuevas reglas de juego y sacudir un poco los cimientos del patriarcado. Si esto se logra, quizás cuando se levante la cuarentena, Julia pueda conservar su trabajo y decida conservar su relación de pareja, sin sacrificarse ella misma.

 

[1] La Personería es la entidad que hace las veces de Ministerio Público en los municipios de Colombia, vela por el cumplimiento de la Constitución, las reglas, los acuerdos y las sentencias judiciales. https://www.personeriabogota.gov.co/#transparencia

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*María Victoria Ramírez Martínez es graduada en Ingeniería eléctrica y electrónica del Fontys Hoegescholen de los Países Bajos, Magíster en Ingeniería Eléctrica y Doctorada en Ingeniería de la Universidad Tecnológica de Pereira. Es experta en temas de eficiencia energética y optimización.

Activista feminista, fundadora de la Corporación Nuevo Arco Iris. Durante cuatro años fue gerente de la Corporación Contigo Mujer, una organización dedicada a procurar el reconocimiento de los derechos de las mujeres y el enfoque de género en las políticas públicas. Fue columnista del Periódico La Tarde de Pereira durante una década. Es socia de la empresa Consultoras S.A.S. de la ciudad de Pereira, una empresa de asesoría en temas tecnológicos, de energías alternativas y proyectos económicos y sociales con enfoque de género.

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