Por: Redacción Pares
Con el Chocó existe una hipocresía aboluta en Colombia. Apenas empezaron a verse las imágenes de pueblos completamente inundados en el pasado puente, políticos como Enrique Gómez, pertenecientes a la más rancia oligarquía colombiana, nieto de un hombre que llegó a simpatizar con algunas acciones que hicieron los nazis, apuntó sobre Petro y disparó una sarta de exigencias que este gobierno estaba obligado a cumplir. Como si los males que sobrevinieron sobre el Chocó en la última semana hubieran sido creados durante el mandato de Gustavo Petro.
Las condiciones a principios del siglo XX eran diferentes en este departamento. Debido a las riquezas que se encontraban en su suelo empezaron a llegar multinacionales mineras dispuestas a explotarlas. Pero como sucedió en Macondo después del diluvio que arrasó con todo en Chocó solo queda el cascarón.
Desde entonces los grupos armados, el saqueo institucional, el racismo, el olvido han contribuido a que la pobreza en este departamento supere la media nacional con el 47%, números que sólo pueden compararse con La Guajira. A esto hay que agregarle la incursión de grupos armados. Históricamente el Chocó ha sido territorio del ELN. Incluso hoy en día mantienen su hegemonía. A los problemas que se están presentando con el invierno se suman otros hechos como el paro armado decretado por esta guerrilla durante el pasado puente y que condenan a 47 mil personas al confinamiento. La llegada en 1997 de las AUC agravó aún más la situación. Hubo hechos puntuales como la masacre de Riosucio, en donde paramilitares que pertenecían a Cordoba y Urabá asesinaron a 8 comcerciantes de madera apostados en esa región. Así empezaría una estela de violencia que dejó un saldo terrorífico: 300 mil personas desplazadadas.
Y luego viene el desprecio ramplón de la clase tradicional política de Antioquia y Bogotá. A ese desprecio se le cayó la máscara de la hiporecresía en el 2012, cuando un político liberal llamado Rodrigo Mesa Cadavid, en plena asamblea de Antioquia, afirmó lo siguiente sobre el presupuesto que habría que asignarle al Chocó: “la plata que le meta uno al Chocó es como meterle un perfume a un bollo” Después de la conmoción inicial que causó este evidente racismo, Mesa Cadavid jamás se disculpó sino que afirmó que él era un paisa raizal y por eso tenía este tipo de dichos. En circulos cerrados fue aplaudido.
La otra muestra de desprecio, esta más reciente, al pueblo chocoano se la debemos al expresidente Iván Duque. Fue en el 2020. El entonces presidente llegaba a Bojayá, un pueblo tristemente célebre por la masacre de la que fue protagonista 20 años atrás. En medio de tanto dolor al ex presidente y a sus asesores no les quedó otra idea que llevar dulces para repartirlos entre los niños. Esa fue la gran ayuda que llevó. La indignación se confundió también con el dolor.
Y ahora está el ensañamiento no de la naturaleza, las inundaciones podrían estar más controladas si no la minería ilegal no hubiera arrasado con humedales, cienagas y demás ecosistenas, sino con el olvido estatal, refejado en la corrupción que se tragó las obras de infraestructura y en un conflicto que no termina. Petro canceló su viaje a la Cop 28 para atender una emergencia que está afectando a 150 mil personas de los siguientes municipios: Alto Baudó, Riosucio, Medio Baudó, Bojayá y el Litoral de San Juan. El Chocó no da espera y este gobierno debe empezar a hacer lo que otros no quisieron: empezar a sacar a Chocó del lodo.
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