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Por: Oscar A. Chala, investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad



Fuente: Revista Cambio.
Fuente: Revista Cambio.

Tras varias horas de reunión, ni los sectores oficialistas ni el grupo disidente dentro del Partido Alianza Verde lograron un acuerdo para permitir la escisión de estos últimos de la colectividad, luego de que el 19 de febrero de 2025, en medio de una rueda de prensa y rodeada de las principales cabezas de este grupo, llamado “sector independiente”, pidieran romper las toldas de su partido.

Aunque en un principio los rumores que corrían por la prensa indicaban que era posible la escisión, pues había potenciales mayorías, la realidad salió a la luz, luego de que se revelara que Olga Lucía Velásquez, Liliana Rodríguez y Andrea Padilla se negaran a permitir la escisión. De aquí han surgido diferentes versiones que han buscado dejar bien parado a cada grupo en disputa, pues por el lado de los verdes que apoyan la ruptura, se habla de que en realidad la reunión de hoy buscaba solo poner en contexto las diferentes opiniones dentro de la Dirección Nacional y dar base a la construcción de un documento formal que pusiera de manifiesto las condiciones de esa escisión.


No obstante, por otro lado, Iván Name aseguró que el aplazamiento respondió a una estrategia dilatoria para lograr los votos que garanticen la ruptura, razón por la cual demandará legalmente la sesión.


Sea lo uno o lo otro, lo que sí es verdad es que la división al interior de los verdes no es reciente, viene de antaño y se configura entre los intereses políticos de un bloque que ha hecho acuerdos pragmáticos con el gobierno y tiene representación burocrática y recursos por lo mismo, un sector que es heredero del grupo Progresistas —el movimiento con el que Gustavo Petro llegó a la Alcaldía de Bogotá— que llegó al verde en 2014, y un bloque que se reivindica como heredero de Antanas Mockus y que busca armar toldas aparte para rearmar un experimento similar al de la Centro-Esperanza de 2022.


Así es como se ha configurado la ruptura del Verde, y lo que se juega con la escisión.


El Partido Verde: paradigma de la fragmentación política de los partidos en Colombia


Desde mediados de 2023, con el segundo remezón ministerial, la crisis política desatada por el conflicto entre Laura Sarabia y Armando Benedetti y el fracaso de las primeras estrategias del gobierno por pasar sus reformas sociales, la fractura interna dentro del Partido Alianza Verde comenzó a profundizarse, manifestado esto en las elecciones a las presidencias de Senado (julio de 2023) y Cámara de Representantes (2024), en la que los verdes independientes perdieron y no pudieron colocar ni a Angélica Lozano ni a Katherine Miranda en esos cargos.


Estas rupturas, según lo comentaba Ariel Ávila en agosto de 2024, siempre han existido, solo que el nuevo panorama de reacomodación ideológica y política que ha puesto de manifiesto el gobierno las ha hecho mucho más visibles y notables para la opinión pública.

Incluso, es posible rastrearlas desde 2018, cuando la llegada de Petro a la segunda vuelta presidencial puso de manifiesto que había un sector del partido que se decantaba por apoyar su candidatura y otro sector que quería votar en blanco. Al final, la mayor parte del Verde terminó declinándose hacia Petro, con la famosa firma de 10 compromisos en mármol que comprometían al gobierno a no incumplir ninguna de sus promesas de gobierno más radicales, como la posibilidad de convocar una nueva Asamblea Nacional Constituyente o no expropiar.


En 2022 se volvió a presentar un escenario similar, luego de que Fajardo no lograra superar el margen del 4% de los votos en la primera vuelta y Petro arrasara en la misma con el 40%, lo que llevó, de nuevo, a que la mayoría del partido se decantara por apoyar al presidente por encima de Rodolfo Hernández, a pesar de los constantes roces y choques entre la entonces alcaldesa Claudia López y el candidato Petro.


Por esto es por lo que la escisión de la Alianza Verde no es en sí una novedad, sino que ha sido un proceso que ha venido tomando forma conforme las decisiones del gobierno y la coyuntura política, y que ha tenido diferentes escenarios en los que ha emergido. Caso puntual el de la elección a la presidencia de Senado en la segunda legislatura (2023-2024), donde, a pesar del acuerdo inicial de apoyar la candidatura de Angélica Lozano y atajar la de Jhonatan Ferney Pulido (JP Hernández), surgió la candidatura de Iván Name, que terminó por aglutinar el voto de los congresistas independientes lejanos al gobierno y de la oposición, lo que le llevó a la dirección del Congreso. En su momento, Lozano culpó parcialmente al Pacto Histórico de incumplir los acuerdos pactados, y al sector oficialista de su partido de propiciar el triunfo de Name.


De igual modo, en Cámara para la elección de presidente en la tercera legislatura (2024-2025), el gobierno retó la candidatura de Katherine Miranda con la nominación de Jaime Raúl Salamanca, figura cercana a Carlos Amaya, quien terminó aglutinando el voto mayoritario del gobierno y terminó por sellar la cercanía de Petro con ese sector de los verdes, como lo analizamos en este artículo.


Como respuesta ante estos fracasos y ante la renuncia de Claudia López y Antanas Mockus en mayo de 2024, tras la denuncia de corrupción contra Iván Name, Sandra Ortiz y Carlos Ramón González en el caso de la UNGRD, el sector independiente del partido, liderado por Angélica Lozano y seguido por los representantes Miranda, Cathy Juvinao, Cristian Avendaño, Alejandro García y Carolina Giraldo, buscó en un primer momento, a inicios de 2024, una convención nacional para enviar al partido a la independencia. No obstante, ante la cercanía de Amaya con Petro y la posibilidad de que como codirector pudiera voltear los votos en esa convención, la idea de la escisión tomó fuerza.


Es en este escenario donde se convocó a la Dirección Nacional Verde tras las declaraciones de Angélica y del grupo disidente en medios, a finales de febrero de 2025.


El dilema de las curules: principal punto en disputa entre los verdes


Fuente: RCN Radio.
Fuente: RCN Radio.

El punto en disputa que sostiene la incertidumbre frente a la decisión de la Dirección Nacional del Partido Alianza Verde radica en la presencia del sector disidente en el Congreso. Si el partido decide no fragmentarse ni permitir la escisión, los independientes tendrían que renunciar a sus curules para formar su propio partido, quedando inhabilitados para presentarse a las próximas elecciones, pues incurrirían en doble militancia. Esto fue precisamente lo que ocurrió con Roy Barreras, cuya anulación de su elección por parte del Consejo de Estado se basó en que renunció a su partido fuera de los plazos legales, es decir, un año antes de las elecciones.


Por ello, el juego político detrás de la aceptación o negación de la escisión está determinado por los costos políticos y la presión para forzar mejores condiciones de negociación.

La imposibilidad de la escisión afectaría directamente los intereses de Claudia López y su sector en la carrera por la presidencia y la conformación de listas al Senado y la Cámara de Representantes. Esto le impediría aprovechar la estructura que ya tiene en el Congreso y a nivel departamental para llegar con fuerza a la potencial consulta del centro.


Además, la obligaría a participar en los comicios sin sus principales figuras políticas, poniéndola en desventaja frente a partidos con crecimiento regional, como el Nuevo Liberalismo, que ya está preparando sus listas al Congreso. Ante este panorama, López se vería forzada a ubicar a sus candidatos en otros partidos o en listas conjuntas con otros partidos (como Dignidad y Compromiso, aliado suyo), aun sabiendo que en esas circunstancias partirían con desventaja.


Por otro lado, los congresistas verdes independientes no estarían dispuestos a renunciar a sus curules si no se concreta la escisión. Basta recordar las declaraciones de Cathy Juvinao a la Línea de Democracia y Gobernabilidad de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) en agosto de 2024: "Yo ya estoy representando a mis electores, le estoy haciendo control político a Petro, y si el partido está en un absoluto desbarajuste y colapso, no puedo pagar entregando mi curul. Al revés, ahora es cuando más la abrazo, porque me permite hacerle control al gobierno. Me gané mi curul en una lista abierta con el sudor de mi frente, voto a voto, en las calles."


Por ello, el sector independiente ha buscado llevar la ruptura de la mejor forma posible. Sin embargo, la decisión del lunes no solo girará en torno a la votación sobre la escisión, sino también sobre el documento que la respalda, el cual, según El Espectador, aún no está totalmente construido ni cuenta con los votos asegurados para ser aprobado, y que será fundamental para entender las condiciones con las que el sector independiente se va de la colectividad.


Los independientes apuestan por un discurso antipetrista. Los verdes oficialistas apuntan a ingresar con fuerza al Frente Amplio

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