Por: Redacción Pares
Foto tomada de: BBC
En el último informe publicado por Provea en la página de la fundación Pares, titulado Democracia cero: Maduro le declara la guerra a las organizaciones sociales en Venezuela, se cuenta el caso concreto de Rocío San Miguel defensora de derechos humanos quien, de manera arbitraria, fue detenida en febrero del 2024 y desde esa fecha permanece en el Helicoide, la infame cárcel donde Maduro arroja a sus opositores. Se llama el Helicoide.
Si hay una construcción que refleja la decadencia de Venezuela es esta. En los años setenta Venezuela vivía una época de prosperidad. Obviamente la corrupción campeaba y esa ola de indignación que generaron, por ejemplo, el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, fue lo que terminó de despertar la ola de izquierda que terminaría cristalizándose en noviembre de 1999 con la entronización de Hugo Chávez Frías. Pero en los setenta el despilfarro los llevó a gastarse ingentes cantidades de dinero en obras como el centro comercial llamado el Helicoide.
Parecía el escenario de uan película de ciencia ficción. El visionario artista Salvador Dalí dijo sobre ella que era “el delirio de un genio” y Pablo Neruda afirmó que era una “creación exquisita” como bien lo recordó en el 2019 la BBC.
Sobre una roca gigante se han empezado las religiones más poderosas de la humanidad. Allí Pedro edificó su iglesia y los mayas hicieron sus pirámides. Lo mismo sucedió con la Venezuela de la década del setenta, cuyo máximo ídolo era el dinero. Nada podría reflejar el poderío económico que este monumento al gasto. Fueron sesenta mil metros cuadrados. Cuando se empezó a construir en 1972 sólo los casinos más lujosos de Las Vegas podrían aspirar a tenerlos. Era un lugar pensado para que el Sha de Irán fuera de compras. Los ascensores los mandaron a hacer en Viena. Los acabados en mármol abrigaban a las 300 tiendas que funcionarían amparados por un gran Domo que sólo uno de los emperadores de Duna podría tenerlos.
La obra estuvo a cargo del arquitecto venezolano Jorge Romero Gutiérrez. Con la meticulosidad de un viejo ingeniero egipcio haciendo una cámara mortuoria deshechó 12 mil planos antes de conseguir el tipo de edificio que quería, uno que echaba por la borda a ley de la gravedad, que desafiaba toda la arquitectura moderna y que perduraría para siempre. Pero la fragilidad del mercado petrolero en los años ochenta echó por la borda este sueño y el Bolívar pasó de la noche a la mañana de estar a la par del dólar y las monedas más poderosas del mundo a desplomarse de manera inmisericorde.
El proyecto que empezó, al menos en proyecto, en 1958, durante los meses finales de la ostentosa dictadura de Pérez Jiménez, se desplomó a comienzos de los ochenta. Sus formas, su manera de pirámide quería representar la supuesta movilidad que había en Venezuela. Duró mucho tiempo abandonado y tomado de refugio temporal para las víctimas que los continuos desastres naturales azotan a Caracas.
Poco a poco se fue transformando en una cárcel. En su momento albergo a 3.000 detenidos hoy según información de PROVEA hay al rededor de 210 prisioneros. Organizaciones sociales como Provea han hecho hasta lo imposible por denunciar los desafueros que ocurren dentro de sus paredes. Otras organizaciones que han denunciado los abusos que suceden dentro del Helicoide han sido la OEA, Amnistía Internacional, Human Right Watch, Una ventana a la libertad y Foro Penal.
En el informe sobre abusos del régimen de Maduro a los defensores de derechos humanos en Venezuela se resume lo que ha sucedido en este país en lo que va corrido del 2024. Los incidentes contra ellos son más de 500 en el primer semestre del 2024 y aumentaron un 93% con respecto al 2023.
Este es el informe:
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