Por: Laura Cano. Periodistas Pares.
Desde el pasado 05 de noviembre y hasta el próximo 13 de noviembre se realiza la séptima edición del Festival Internacional de Cine por los DDHH, un proyecto que ya por siete años ha estado buscando hacer del arte una herramienta para contar que sucede en el país, partiendo de la responsabilidad que se tiene por narrar aquellas historias poco exploradas, pero con un valor social y artístico importante.
Así, y aunque la pandemia suponía un reto para lo que se venía haciendo anualmente con el Festival, este año no se bajó la guardia y se logró que la versión del 2020 del Festival fuera un hecho del que ahora se podrá disfrutar a través de la virtualidad, el escenario donde se ha tenido que trasladar más de una actividad.
En su séptima edición el Festival traerá 60 películas nacionales e internacionales, una agenda académica compuesta por 24 charlas, tres master classes, tres talleres y más de 75 creadores del cine mundial; a todo esto se podrá acceder a través de la página del Festival.
Abordando temas como la libertad de expresión, abuso de poder, paz, conflicto, salud mental, migración y sexualidad, entre otros, se presentarán producciones como ‘Colombia fue nuestra’ de los finlandeses Jenni Kivistö y Jussi Rastas; ‘Carmen’, dirigida por Raúl Gutiérrez y ‘Bojayá: entre fuegos cruzados’, de Oisín Kearney.
Hay que señalar que este año se proyectaran productos de más 10 países de América Latina, Europa y Asia, además se podrá acceder a un full Access, un tipo de abono que tiene como fin permitir ver las producciones en cualquier momento durante los días del Festival, además, de que lo recaudado vaya como apoyo a las películas colombianas que se presentarán.
Para ahondar más en lo que será esta edición de Festival, Pares habló con Diana Arias, directora del Festival Internacional de Cine por los DDHH.
Pares: Este año ha supuesto muchos cambios, sobre todo para las actividades que se hacían de forma presencial. En ese sentido, ¿cómo se ha resuelto esto para poder realizar esta edición de Festival?
Diana Arias: Fue un cambio de 180 grados porque el Festival siempre ha sido presencial, nuestros esfuerzos todos estos años se habían dado para tener más escenarios; cada año estábamos sumando una ciudad más, municipios, diferentes espacios. El año pasado tuvimos cerca de 60 espacios en simultáneo con el Festival, pero este año la pandemia nos dejó el escenario de la virtualidad y nos puso a reinventar toda la programación y el sentido del Festival.
En esto encontramos una oportunidad muy bonita, que fue crear una plataforma de streaming propia para la circulación de las películas, que además de eso va a quedar funcionando posterior al Festival, es decir, va a quedar un espacio permanente para exhibir películas con relación a los derechos humanos, y eso es una oportunidad muy valiosa.
Entonces, este año ya estamos en el Festival de forma online de dos formas: hay una programación gratuita, que para nosotros siempre ha sido muy importante mantener el Festival con entrada libre, este año lo mantenemos con esa gratuidad, pero también estamos promoviendo la compra de un abono full access, el cual permite ver todas las películas en cualquier momento; la diferencia es que el gratuito tiene una programación definida y solo se puede ver la película una vez, mientras que con el abono se puede ver el contenido las veces que se quieran durante los nueve días del Festival.
Básicamente ese fue el camino para mantener la edición y no dejar perder los esfuerzos que se han venido haciendo y las ganas continuar con el Festival vivo.
Pares: Desde la organización del Festival se contó que este año se iban a realizar «tres talleres para cambiar la manera de ver el cine y la vida». Quisiera que ahondara más sobre este interés con estos talleres?
D.A: Estos talleres están dirigidos a diferentes sectores de población. Tenemos un taller que venimos haciendo desde hace tres años que está dirigido a líderes y lideresas sociales y comunitarios, en el cual se les brindan herramientas de producción para que ellos/as mismos/as puedan crear sus contenidos y narrar todos los procesos que se llevan a cabo en sus comunidades.
Esto ha sido muy importante y por eso creemos que una algo que lleva a cambiar la forma de ver las dinámicas cotidianas, porque necesitamos aprender a reconocer este tipo de labores; no es tan fácil que un director/a siga estos caminos, entonces por eso vemos necesario que ellos/as mismos/as tengan esas herramientas para brindar esa difusión de la defensa de los Derechos Humanos.
También se está dando otro taller dirigido al público en general interesado en la captura de sonido para cine, en el que buscamos jóvenes que tuvieran esa curiosidad para realizar ese taller con el objetivo de que tuviera un acercamiento para conocer cómo funciona el tema.
El otro es un taller de escritura para nuevos medios y es la primera vez que lo vamos a dictar junto a un tallerista que tiene una hija de vida muy nutrida en ese sentido; es guionista de series web, documentales, etc. A estos tres talleres se presentaron más de 800 personas y el 06 de noviembre dimos iniciado a cada uno.
Pares: ¿Cómo han tejido ese puente entre los Derechos Humanos y el arte, en este caso el cine?
D.A: Este es el sentir de todo el Festival. Nosotros/as creemos que el cine es una herramienta poderosísima para sensibilizar al espectador. Cuando una persona está frente a una pantalla conociendo estas historias que son narradas, por ejemplo, desde las víctimas, desde las comunidades que han sido vulneradas nos demuestra que el cine ha sido la mejor herramienta.
«Para nosotros ha sido muy importante ver y sentir como personas que no conocían estas historias que ocurren día a día en el país, se levantan y nos dicen: “gracias por mostrar esto, yo no tenía ni idea porque esto no lo dan por televisión ni lo enseñan en el colegio”.
Por eso desde la línea de curaduría nos hemos centrado en encontrar desde el cine estas historias que nos hablen de los Derechos Humanos, desde lo sensible, desde lo positivo. Queremos seguir proyectando esas historias que dignifican la vida y las luchas colectivas a través de un corto, una animación, un documental, y que además generan un debate. En esto es en lo que creemos.
Pares: El cine está inmerso a unas dinámicas de comercialización que en ocasiones trunca los procesos de democratización de la cultura, algo que no solo se da con el cine, pero que sí en este sentido se puede analizar desde ahí. ¿Cómo desde el Festival se ha manejado esto?
D.A: Esa es nuestra segunda bandera: encontrar más espacios para llegarle al público. Este es un cine que es de muy difícil difusión porque no tiene un carácter comercial, pero son historias muy valiosas que construyen la memoria de nuestro país. En ese sentido sabemos y entendemos cómo es la dinámica de la televisión, de las salas de cine, donde el espacio para este tipo de contenidos es muy reducido y limitado.
Esa es nuestra pelea todos los años, que se democratice el acceso a estas películas abriendo cada vez más espacios. En ese sentido nuestros aliados/as principales son los/as realizadores/as que aceptan las condiciones en las que se da el Festival; que no es la sala de cine gigante, pero son barrios, bibliotecas, incluso hemos hecho muchas funciones en iglesias, lo que nos ha permitido llegar también a municipios que no están o tienen las condiciones de dinámicas muy cinematográficas, pero que sí nos permiten tener dónde proyectar para que la comunidad tenga acceso.
Los/as realizadores/as son conscientes y saben que hacen ese material justamente para eso, así también encuentran en el Festival un aliado para que sus películas tengan esa difusión, ya que es muy difícil que Cine Colombia, Procinal o cualquier sala les acepte pasar las producciones, lo mismo en televisión, aunque cada vez hay un poco más de apertura.
Pares: Ya son siete versiones de este Festival. ¿Qué aprendizajes sobre este quehacer han quedado en este tiempo?
D.A: Esto ha sido enorme. Primero que todo porque arrancamos a hacer este Festival de forma totalmente empírica. Nadie nos enseñó ni tampoco está la forma de saber cómo hacer Festivales de cine, entonces el aprendizaje ha sido sobre la marcha.
Afortunadamente hemos tenido una excelente recepción de muchos aliados, medios, instituciones universitarias, salas de cine, ONGs, que nos han ayudado a madurar cada año el Festival, a entender las dinámicas de distribución, de distribución de públicos, de gestión de recursos. Cada año se aprende un poquito más de todo.
Este año la exhibición online hizo que muchas cosas cambiaran, entonces en muchos sentidos nos tocó empezar de cero, pero cada año es algo nuevo. Lo más bonito ha sido la conexión con el público y ver cómo el público se ha fidelizado; cuando no se hizo en agosto recibimos muchos correos preguntando qué iba a pasar, eso es muy bonito para nosotros/as.
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