Por: Dennis Arley Huffington, Investigador Territorial
Oficina Pares Pacífico
El Valle del Cauca se ha convertido en un departamento de ciudades intermedias con graves problemas de seguridad. Asistimos a un cóctel de violencia generado por grupos pos FARC, los denominados ‘baby narcos’ y viejos capos de los extintos carteles que retornaron al país. Todos estos estarían detrás de masacres, descuartizamientos y eventos de sicariato que se vienen presentando en distintos municipios del departamento, en especial: Buenaventura, Tuluá, Cartago, Cali y Buga.
Las consecuencias de la violencia
En los últimos cuatro años se registraron 11 masacres en el departamento del Valle del Cauca. De los cuales seis fueron en el centro del departamento, principalmente en el municipio de Buga, dejando 42 personas asesinadas, de los cuales más de la mitad de las víctimas fueron jóvenes (26 en total).
Sobre estos casos se identifican dos patrones, el primero, es que se da en lugares apartados, como fincas en medio de reuniones sociales o celebraciones, y que, de acuerdo a las autoridades, son motivados por rentas extorsivas que los propietarios de las fincas o empresarios de la región se niegan a pagar.
También hay masacres que han ocurrido en lugares públicos, en las que sujetos armados arremeten contra un grupo de personas y emprenden la huida. Según lo establecido, son motivadas por retaliaciones o disputas entre integrantes o colaboradores de grupos delictivos, estas se han registrado principalmente en el norte del departamento.
En cuanto a homicidios, en el año 2021 hubo un pico en este tipo de delitos letales debido a las rupturas entre alianzas criminales en ciudades como Buenaventura, Tuluá y Cartago, que desencadenaron constantes enfrentamientos en los barrios de estos municipios y asesinatos selectivos entre integrantes de los grupos delincuenciales.
Gráfico No. 1
Elaboración: Oficina Pares Pacífico. Fundación Paz & Reconciliación (Pares). Fuente: Policía Nacional (2022)
En comparación al año pasado, los homicidios tuvieron una disminución significativa durante los primeros 6 meses de 2022. De acuerdo con la Secretaría de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Valle del Cauca "hay una reducción del 3% en lo que corresponde al homicidio en el departamento del Valle del Cauca, a nivel general. Así mismo, una reducción del 22% en lo que corresponde a homicidios en cascos urbanos, principalmente en ciudades como Palmira, Cartago, Tuluá, Buenaventura y Cali”, en comparación al mismo periodo del año anterior.
La disminución obedece a la intervención de las acciones de la fuerza pública en contra de los grupos delincuenciales, según reporta la Secretaría. En este año se desarticularon 56 grupos delincuenciales organizados y se realizaron 156 capturas estratégicas, de las cuales 18 corresponden a los cabecillas más buscados del departamento del Valle del Cauca.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades y la fuerza pública, existe una atomización del poder armado, de la que deviene la violencia que hoy vive el departamento. El crimen organizado se ha tomado las ciudades y cada vez ejerce un mayor control ilegal sobre la población civil y continúan los ajustes de cuenta entre los grupos, por lo que el departamento del Valle del Cauca sigue siendo de los más violentos del país. En el primer semestre van 1.291 homicidios en todo el departamento, casi que duplicando la tasa nacional que se encuentra en 15,25 por cada 100.000 habitantes.
Las guerras del mundo criminal
La situación actual en el Valle del Cauca tiene sus orígenes en 2018, cuando viejos capos del narcotráfico de inicios de siglo cumplieron sus condenas en los Estados Unidos y retornaron al país, algunos de ellos, con la intención de retomar el control criminal en el departamento. No obstante, se encontraron con un férreo obstáculo: los ‘baby narcos’, herederos de las grandes estructuras del narcotráfico que hoy controlan bandas y Grupos Delincuenciales Organizados (GDO) en las ciudades. Esto desencadenó una guerra que cuatro años después continúa y parece no tener fin, protagonizada por grupos como Los Flacos, La Oficina de Tuluá, Los Shottas y Los Espartanos en diferentes ciudades.
Cartago
En Cartago el mundo criminal lo dominan ‘Los Flacos’, quienes actualmente encarnan una guerra interna a muerte entre miembros de la misma familia que ha puesto en vilo a las autoridades. Esta agrupación comenzó como una pequeña banda conformada por los hermanos Montoya Serna, pero rápidamente logró expandirse por casi todos los municipios del norte del Valle, Risaralda y Quindío, pero donde mayormente se concentra es en el municipio de Cartago.
Desde el año pasado se desencadenó una división interna, de un lado un sector liderado por Jhon Freddy Montoya Serna y el otro por Alexánder Serna Giraldo, alias ‘Primo’, quien en 2019 fue candidato a la alcaldía de Obando. Esta disputa, principalmente por el control del microtráfico, dejó 70 muertos el año pasado, mientras que, hasta julio de este año, la cifra asciende a 48.
Los Flacos tiene una estrecha relación criminal con La Cordillera (de Pereira), además, debido a la pugna interna, han forjado pactos con reductos de clanes narcotraficantes de la región. El sector liderado por John Freddy hizo una alianza criminal con el clan Henao Montoya; mientras que alias primo se alió con Martín Emilio Sánchez Valencia, también conocido como alias ‘Indio’. Por lo que la disputa armada se ha intensificado y trasladado a otros municipios del norte del Valle.
Tuluá
En este municipio del centro del Valle el terror lo produce la ‘Oficina de Tuluá’, hasta hace poco conocida como ‘La Inmaculada’, este GDO ha logrado hacerse con el control criminal de la ciudad agrupando diferentes combos y pequeñas agrupaciones en una sola organización. Se inició como el brazo armado de ‘Los Comba’ y ‘Los Rastrojos’ hasta llegar a controlar el microtráfico y demás economías ilícitas en la ciudad. Liderada por Andrés Felipe Marín Silva, alias ‘Pipe’, se caracteriza por su alto grado de violencia letal contra grupos rivales como La Cruz, La Canosa o Los Séptimo (todos reducidos por las autoridades, pero siguen operando en algunos barrios y con víctimas civiles). La ‘Oficina de Tuluá’ es la principal responsable de la muerte de 56 reclusos en la cárcel de Tuluá, que dejó el incendio provocado por enfrentamientos entre reclusos asociados a ‘Los Caleños’ por el expendio de drogas dentro y fuera de la cárcel.
A pesar de controlar la mayoría del microtráfico en la ciudad, su principal fuente de ingreso son las extorsiones o rentas extorsivas. Instauraron lo que las autoridades han denominado el ‘cartel del huevo’, que consisten en extorsionar a finqueros, grandes comerciantes y empresas avícolas de la zona, quienes deben pagar una renta por la producción, distribución y comercialización de este producto, lo que ha llevado a un costo exagerado del huevo, llegando a costar hasta $20.000 pesos el panal.
No es el único producto de la canasta familiar afectado por esta modalidad criminal, iniciaron con cebolla larga entre 2018 y 2019; ampliaron la extorsión a estos comerciantes con productos como cilantro y tubérculos. Hasta julio de este año se han registrado 61 homicidios en la ciudad y de acuerdo a la administración municipal, entre el 90 % y el 95 % de los homicidios está ligado al microtráfico y la renta extorsiva.
En Tuluá se ha instaurado una ley del silencio, a pesar de que se conoce el alto grado extorsivo que padece la población, ante las autoridades solo se impusieron 51 denuncias por extorsión. Empresarios y ciudadanía que es víctima de este delito no denuncian y se ven forzados a pagar las vacunas por temor a represalias puesto que quienes se nieguen a pagar o denunciar son asesinados, como el caso del reconocido comerciante Elkin Restrepo, quien días antes de su asesinato había denunciado ser objeto de amenazas por negarse a pagar una extorsión.
Buenaventura
En Buenaventura los enfrentamientos y homicidios selectivos no han parado desde el 30 de diciembre de 2020, cuando el conocido grupo ‘La Local’ decidió dar por terminado el pacto criminal entre ‘babys narcos’ que lo dirigían, dividirse en dos y enfrentarse a muerte. El año 2021 tuvo un pico en la violencia que dejó 193 personas asesinadas, la mayoría jóvenes y más de mil desplazados internos. A pesar de que ambas agrupaciones han manifestado querer hacer la paz y acogerse a la propuesta del Gobierno Nacional, en lo corrido de este año, van 86 homicidios, casi todos relacionados con ajuste de cuentas entre Shottas y Espartanos.
‘Los Shottas’ son un GDO de Buenaventura que extiende su accionar criminal hasta la capital del departamento (Cali). Esta agrupación, en cabeza de Diego Bustamante, alias ‘Diego Optra’, nace de la división de la antigua banda la Local, la cual controlaba toda la actividad criminal de la ciudad hasta finales de 2020 cuando se fragmentó por pugnas internas entre sus antiguos socios.
Este grupo quedó con el dominio territorial en todos los barrios de la comuna 12 de Buenaventura (con excepción del Caldas); en la comuna 11 controlan el corredor de la antigua vía al mar (Vía Río Dagua), hasta el Corregimiento de San Marcos, pasando por Sabaletas, Zacarías y Dagua, zona rural de Buenaventura, y se disputan la comuna en los barrios Cascajal, Los Pinos, Colón y Antonio Nariño de la comuna 11 y Juan XXIII, San Francisco, San Luis y el Kennedy de la comuna 7.
A inicios del año 2021 predominaba su dominio territorial en las comunas 7 y 8, sin embargo, para finales de ese mismo año habían perdido parte del control en barrios como San Luis, San Francisco, Juan XXIII (de la comuna 7), Bellavista, Rockefeller, el Modelo, Pampalinda y Olímpico (Comuna 8). Lo mismo ocurrió en la zona rural, en la antigua vía al mar, su presencia se limitó hasta Dagua, mientras que en Córdoba y San Cipriano, se redujo considerablemente su influencia criminal.
‘Los Espartanos' es comandada por Jorge Isaac Campas, alias ‘Mapaya’. Controlan exclusivamente todas las comunas y barrios que hacen parte de la Isla Cascajal, donde se encuentran las instalaciones portuarias; del continente están ubicados en las comunas 5, que comunica a la isla con el continente. Además, también están en las comunas 6, 7, 8, 9, 10 y 11. En zona rural marítima se ha constatado presencia en Bazán Bocana y Juanchaco. De los grupos que surgieron a partir de la división de La Local, fue el que quedó con mayor influencia criminal en el casco urbano.
Hay un patrón de comportamiento criminal por parte de los grupos delincuenciales de estas ciudades, a pesar de que no se conoce relacionamientos entre sí. La forma de control social se da a través de dominar los productos de la canasta familiar y restricciones en los barrios. Los sueldos de sus integrantes los consiguen con las extorsiones. A pesar de ser grupos urbanos, muchas veces denominados como simples bandas, se conoce que los agrupan numerosos integrantes y portan armas de guerra que son utilizadas contra sus contrincantes. Su principal actividad delictiva es el microtráfico, por lo que el control de calles y barrios enteros es esencial para la comercialización de la droga.
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