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El dilema de la transición energética: ¿Estamos preparados para el cambio?

Foto del escritor: John Correa RomeroJohn Correa Romero

Por: John Correa




Colombia se encuentra en un punto de inflexión en su historia energética. En un mundo cada vez más orientado hacia la sostenibilidad, la transición a energías renovables se ha convertido en una prioridad para muchas naciones. En el caso colombiano, el gobierno ha adoptado un enfoque ambicioso para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y diversificar la matriz energética con fuentes limpias como la solar y la eólica. Actualmente, el país cuenta con 119 proyectos renovables en operación y 11 en fase de pruebas, lo que demuestra un compromiso por parte del Estado y el sector privado en el desarrollo de este sector. Además, el Plan 6GW ha permitido que el 10% de la electricidad provenga de la energía solar, un hito importante, pero aún insuficiente para lograr una transformación profunda.El panorama es alentador, pero también plantea desafíos considerables. Desde la falta de infraestructura adecuada para integrar estas fuentes de energía al sistema interconectado nacional, hasta las trabas burocráticas que retrasan la implementación de nuevos proyectos. A esto se suman las dificultades en la financiación, la viabilidad social de algunos proyectos y la necesidad de adaptar el sistema regulatorio para incentivar aún más el crecimiento del sector. Ante este escenario, surge una pregunta fundamental: ¿Colombia está realmente en camino hacia una transformación energética sostenible o estamos presenciando un esfuerzo insuficiente que quedará rezagado frente a las necesidades del país y el cambio climático global?



El salto hacia las renovables

 

No se puede negar que el país ha avanzado en materia de energías limpias. El Plan 6GW, impulsado por el Ministerio de Minas y Energía, ha permitido que el 10% de la electricidad del país provenga del sol, incorporando 2.000 MW de energía solar a la red. Sin embargo, aunque la cifra es significativa, sigue siendo pequeña en comparación con la generación hidroeléctrica y térmica, que dominan la matriz energética.La realidad es que los avances en energías renovables no solo dependen de la cantidad de proyectos en marcha, sino de la capacidad del país para integrarlos al sistema eléctrico de manera eficiente. Es aquí donde surgen las preguntas clave: ¿Colombia tiene la infraestructura necesaria para sostener esta transformación? ¿Qué tan factible es alcanzar el 70% de energía renovable en los próximos cinco años?



El Caribe y la crisis energética

 

Si hay una región que simboliza el desafío de la transición energética en Colombia, es la Costa Caribe. Durante años, esta zona ha sufrido por altos costos en las tarifas eléctricas y fallas en el suministro. La solución propuesta por el gobierno ha sido el desarrollo de 30 proyectos solares y eólicos en la región, lo que suena esperanzador. Sin embargo, la verdadera prueba será su implementación. La historia reciente nos muestra que los proyectos energéticos en Colombia no solo enfrentan retos técnicos, sino también barreras burocráticas, conflictos sociales y dificultades en la financiación. La pregunta es: ¿serán estas nuevas iniciativas capaces de romper con esa tendencia o terminarán atrapadas en el limbo administrativo?



Empresas privadas: ¿aliados o actores secundarios?

 

Mientras el gobierno avanza con su estrategia, el sector privado también ha jugado un papel clave. Empresas como Enel Green Power, Zelestra y Celsia han invertido en grandes parques solares y soluciones de almacenamiento energético. Proyectos como Guayepo I y II, La Mata y la planta de baterías de Celsia en Palmira son ejemplos de cómo la inversión privada puede acelerar el proceso de descarbonización. Pero aquí hay una paradoja: aunque el gobierno promueve la energía renovable, muchos proyectos enfrentan trabas en su financiación y conexión a la red. Según expertos del sector, Colombia tiene más recursos que proyectos bien estructurados, lo que evidencia la necesidad de una mayor articulación entre el sector público y privado para garantizar que la transición energética no se quede en promesas, sino que se convierta en una realidad tangible para todos los colombianos.

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