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El día que Sabas Pretelt se dio cuenta que Álvaro Uribe lo había traicionado

Por: Redacción Pares


Fotos tomadas de: Centro democratico, Noticas RCN



En enero del 2012 León Valencia viajó a Cartagena a disfrutar del Hay Festival. Allí coincidió con Sabas Pretelt de la Vega. En ese momento ya quedaba poco de quien había sido el ministro estrella de Álvaro Uribe. Cartagenero, nacido en 1946, nunca pensó que terminaría su vida enlodada en un rollo político de estas proporciones. Había llevado con éxito y durante 15 años la dirección de Fenalco, tenía un largo recorrido por el sector privado, en donde se debe incluir su paso por las juntas directivas de los bancos Popular y Cafetero, los Ferrocarriles Nacionales y la Coorporación Autónoma del Valle del Cauca. Dejó todo eso porque creía en el proyecto uribista.


El cuento ya se lo sabe todo el mundo, el país en el 2002, después del fallido proceso de paz del gobierno Pastrana con los paras, tenía que soportar el auge de las FARC. El discurso duro de Uribe contra esta guerrilla caló bien entre los empresarios. Sabas lo dejó todo ante el llamado del presidente. Como ministro del interior se puso la diez en dos proyectos bandera de ese gobierno: la reelección presidencial y la ley de Justicia y Paz. El 15 de diciembre del 2004 fue el encargado de decir públicamente que a Uribe le sonaba la reelección. Once años después, en el 2015, la Corte Suprema de Justicia lo condenó a 80 meses de prisión y una multa de 167 salarios mínimos por haber influido de forma ilegal en el trámite de ese proyecto.


Pero Sabas no habló en ese 2012 con León Valencia de ese hecho sino de otra traición. La de cuando tuvo que darle la cara a los paramilitares, que se habían dado cuenta que estaban pecando “de exceso de uribismo” y que las garantías que ellos tenían para desmovilizarse Uribe las estaba cambiando, presionado por los Estados Unidos. Los paramilitares querían levantarse de la mesa ante la falta de garantías para cumplir lo prometido. Poco a poco venían dándose cuenta que el documento firmado con el gobierno era una hoja simple, que no estaba blindado jurídicamente. En la sentencia C370 la Corte Constitucional les borró la prerrogativa más atractiva para Mancuso y compañía: el estatus político que les eximía de contar toda la verdad y de pagar cárcel efectiva a sus condenas. Inmediatamente pasaban de firmantes de paz a convictos. Uribe los había traicionado.


Para calmar el incendio Uribe envió a su ministro del interior para darles su palabra que no les iban a extraditar, que se garantizaría lo pactado. Los convenció y los paras le creyeron. Había engañado a demonios que le harían pagar caro su traición. Porque fue Sabas el que dio la cara

Así le contó Pretelt este hecho a León Valencia el momento en el que se dio cuenta que Uribe lo había usado, cuando ya era embajador de Colombia en Italia: “Un día, a principios de mayo del 2008, iba camino a un almuerzo en el vehículo de la embajada de Colombia en Roma, escuchaba la emisión de W Radio, cuando de repente anunciaron que en la madrugada habían sido extraditados los catorce jefes paramilitares presos en la cárcel de seguridad de Itagui.


En ese momento empezaba para Sabas, además de los problemas que tendría con la justicia, ganarse la enemistad profunda de asesinos consumados como era la cúpula del paramilitarismo. A este empresario la vida se le partió en dos por culpa de Álvaro Uribe. Tres años después de este encuentro vendría la condena de 80 meses de prisión y la muerte social para un hombre acostumbrado a sentase en todas las mesas.


Esta anécdota es uno de los episodios que cuenta León Valencia en su último libro Parapolítica, historia del mayor asalto a la democracia en Colombia, publicado por la editorial Planeta.

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