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Foto del escritorLeón Valencia

‘El Eln entendió que la lucha armada es anacrónica’: León Valencia



Para la gente que no haya leído su libro ‘Mis años de guerra’, ¿cuánto tiempo duró usted en el Eln?

Estuve siete años en el monte. Me había retirado del Eln en el año 91 y firmé el acuerdo en el año 94. Mis relaciones con el Eln habían comenzado desde los 18 años, cuando en el suroeste de Antioquia, en la zona cafetera, estuve vinculado a un grupo de sacerdotes que se fueron a hacer un trabajo social allá, muy inspirados en la teología de la liberación y muy comprometidos con esa lucha social y política. Finalmente, una parte de los jóvenes que empezamos con ellos terminamos en la guerrilla.

La influencia de Fidel Castro en la creación del Eln fue total…

La brigada que llegó de Cuba era fundamentalmente de estudiantes. Allá no eran entrenados para ser guerrilleros, sino que recibían un entrenamiento básico ante la posible invasión de Estados Unidos. Como no la hubo, se conformó una brigada encabezada por Fabio Vásquez Castaño y empujada por Castro, quien sufrió una desilusión muy grande cuando se dio cuenta de que las potencias terminaron negociando la crisis de los misiles por encima de él.

Esa es una diferencia grande con las Farc, que son de origen campesino. Pero, ideológicamente, ¿cuáles son otras grandes diferencias?

La ideología del Eln está muy influenciada por la teología de la liberación y de los curas rebeldes de América Latina, con una mezcla subordinada de marxismo. La gran diferencia es que las Farc fueron más un ejército y el Eln es más una organización político-social que hace violencia con armas, pero su estructura interna, su propósito y sus actividades tienen más que ver con una organización social y política.

Los fundadores del Eln fueron tres hermanos Vásquez Castaño. ¿Qué fue de ellos?

Pues dos murieron en Anorí (Antioquia). El momento de esa crisis fue tan duro que Fabio Vásquez se refugió en Cuba. Uno, por decisión de él, y también porque logró que sus compañeros más cercanos argumentaran que había que proteger al jefe y que era mejor que se fuera para Cuba. Cuando ya se fue superando la crisis del Eln, Fabio Vásquez terminó en un juicio por todas las cosas que había hecho. Lo irónico es que fue a ‘Gabino’ a quien le tocó ir a contarle que lo habían destituido.

¿Irónico por qué?

‘Gabino’ era como su hijo. Fabio Vásquez lo había llevado de 13 años a la guerrilla, por lo cual sentía idolatría por él. Pero ‘Gabino’, como es de malicioso, dijo: “Yo no puedo ir a Cuba a decirle al señor que lo destituimos y que mejor se quede allá”. Entonces encontró una manera de ir a Praga, para destituirlo allá, protegido por una gente del Partido Comunista checo, y claro, esa fue una discusión feroz. Vásquez se quedó el resto de su vida en Cuba.

¿Qué estará opinando Fabio Vásquez, como fundador del Eln, acerca de este paso?

Es un mundo tan extraño… La última vez que me encontré con ‘Gabino’ en Caracas, en el 2007, él venía de Cuba y me contó una anécdota, que se había encontrado en un café en La Habana con Fabio Vásquez y que cuando él lo vio se le vino a la mesa a saludarlo, se cuadró militarmente, le hizo un saludo marcial y le dijo a ‘Gabino’: “Ordene, mi comandante”. Un acto muy cómico porque era dentro de un café. ¿Qué opinará de esto? Nadie sabe. Él no habla con ningún colombiano y ya tiene cerca de 70 años.

¿No debería ser el Eln, creado por Castro, el que estuviera negociando en La Habana?

Se hicieron dos intentos de negociación en La Habana, protegidos por los cubanos, que se cansaron un poco de eso también.

Claro. Los ‘elenos’ siempre se corren en la puerta del horno.

En el 2000, época de (Andrés) Pastrana, estuvieron en La Habana negociando con el Gobierno. Yo mismo oí cuando Fidel les dijo: “Pues mi posición es que las guerrillas ya pasaron de moda en América Latina y ustedes tienen que firmar un acuerdo de paz lo más rápido posible”.

Luego, en el 2007, volvieron a negociar, con el gobierno del presidente Uribe…

Con el comisionado Luis Carlos Restrepo, cuando se logró un acuerdo base, que no es muy diferente al que acaban de hacer con la delegación del gobierno Santos.

Y también se corrieron. ¿Cuál fue la excusa entonces?

Para seguir las negociaciones, el Comisionado de Paz les exigió concentrarse en un sitio e identificarse, para poner en práctica ese acuerdo base que habían hecho. Yo fui a hablar con ellos, para planteárselo.

Eso no le sonó al Eln…

No. La frase que me dijo en ese momento ‘Gabino’ fue: “Estoy dispuesto a ir hasta al Hotel Tequendama a firmar un acuerdo con el presidente Uribe, pero si no nos exigen esa concentración”. Escribí una crónica sobre eso para EL TIEMPO. El presidente Uribe me llamó al día siguiente, a las 8 de la mañana, y me dijo: “Bueno, ¿eso que dicen los del Eln es verdad?”. Cuando le dije que sí, el Presidente llamó al comisionado Restrepo y le ordenó que quitaran esa condición. Pero en ese momento se rompieron las relaciones entre Colombia y Venezuela, cuando Uribe sacó a (Hugo) Chávez de las labores de mediación que le había encargado y ahí se acabó ese proceso. Hasta hoy.

¿Qué razones hay para pensar que ahora no se van a correr?

Las condiciones realmente han cambiado para el Eln, para el país y para América Latina. Primero, ellos siempre tuvieron el ojo puesto en las Farc, pensando que estas dos guerrillas, que son por lo menos de un tiempo histórico parecido, tenían que llegar alguna vez juntas a ese proceso, y aquí las Farc les tomaron la delantera. El Eln al principio no creyó que las Farc iban a ir tan lejos, pero ya se dieron cuenta de que van a firmar el acuerdo.

¿Esto demora o acelera lo de La Habana?

Las Farc estaban muy preocupadas porque el Eln no se metía en la negociación. Porque en eso la historia ha sido fea: cuando una guerrilla sale de la guerra y se va a la paz, y se queda otra, esa otra agrede a la que sale, se mete en sus territorios y vuelve el conflicto. Los de las Farc estaban muy preocupados. Ya empezaban a sentir esos síntomas en las regiones. Hay capturados del Eln en el Cauca, en zonas de las Farc, haciendo extorsión. Comienzan a hacer proselitismo en las filas de las Farc y a ocupar territorios. Como era una preocupación de las Farc, la entrada del Eln ayuda a la negociación.

La segunda realidad es que yo creo que ambas guerrillas ya comprendieron el anacronismo de su lucha armada y que no va a haber triunfo militar. Por lo menos los de las Farc le dicen a uno en La Habana, con una claridad enorme: “la motivación para hacer esto es que comprendimos que no íbamos a ganar la guerra, y cuando uno no tiene opción no le queda sino negociar la paz”.

Creo que el Eln está también en esa circunstancia. Lo otro es que para los gobiernos de la región en los que ellos creen, como Cuba, Ecuador y Bolivia, e incluso para Venezuela, es una carga todo este conflicto colombiano y están presionando para que se haga el acuerdo de paz.

¿El Gobierno le puede conceder al Eln menos de lo que les ha dado a las Farc en la negociación?

Aunque es una guerrilla más pequeña, el Gobierno no le puede dar menos. De pronto hasta le puede dar un pequeño margen más, porque son, como lo dijo Santos, guerrillas distintas. Al Eln hay que facilitarle un proceso de participación popular, pues su interés es incentivar un movimiento social alrededor de la paz en las regiones.

No vi en la agenda, por lo menos en los puntos principales, ninguna alusión a la política petrolera, una de las banderas del Eln.

Está escondida en el punto ese de ‘Transformaciones sociales para la paz’, donde hablan del deterioro ambiental.

Imagínese: el Eln, el que más oleoductos ha volado en la historia, hablando de deterioro ambiental. A no ser que sea con arrepentimiento…

Sin duda que siempre han tenido la bandera social de la nacionalización de los recursos energéticos. Aquí tienen la oportunidad de meter ese tema en un diálogo social.

Es irónico que el Eln llegue a reivindicar sus banderas de los recursos petroleros cuando el precio del barril está por el piso y el futuro está en los recursos energéticos alternativos.

Claro. Pero hay otro renglón que está en la problemática, que es la minería y el oro.

¿Acaso el Eln no tiene millones en minería ilegal?

Por supuesto que de ahí derivan parte de sus recursos.

Por eso esta agenda del Eln me pareció supremamente gaseosa. Ahí cabe todo, para que se sienten a negociar 50 años más…

Para entender esa lógica hay que comprender que la agenda de ellos va derivada hacia la sociedad civil, hacia las organizaciones sociales; la agenda queda abierta para que se concrete en ese nivel.

Fíjese que el primer punto es la participación de la sociedad civil, que es muy raro, porque no es una negociación sobre la agenda del país, sino sobre un mecanismo de participación de la sociedad civil, de donde derivarán sus puntos. Es con la sociedad civil con la que se van a discutir el segundo y el tercer puntos, que son ‘Democracia para la paz’ y ‘Transformaciones sociales para la paz’, y eso sucederá mientras ellos están en la negociación formal con el Gobierno, recibiendo los insumos que salgan de la sociedad civil como puntos concretos para la negociación de la mesa.

Por favor… ¿Y eso cuánto se puede demorar?

Todo lo que se quiera. Pero el tiempo de la negociación lo aminora el hecho de que son dos mesas pero un solo proceso de paz. Luego el Eln tomará lo que le sea afín de lo que se ha acordado ya con las Farc.

Como los acuerdos sobre justicia transicional, Comisión de la Verdad…

Esos puntos fueron los más duros en la negociación en La Habana, los más largos. Pero supuestamente ya están tramitados y no se volverán a discutir con el Eln. Luego, la extensión del proceso dependerá de la habilidad que se tenga para establecer los mecanismos del diálogo social.

¿Usted cree que el Eln aceptará soltar a todos los secuestrados y decretar un cese unilateral del fuego como gesto de buena voluntad?

La parte de los secuestrados es una cosa que ellos tienen que aceptar, no hay alternativa. Deberán proclamar, como las Farc, la abolición del secuestro, y empezar a entregar secuestrados y a dar explicación sobre otros, que han muerto en cautiverio. Socialmente hay una gran censura a negociar con secuestrados en la mano, eso ya el país no lo permite. Y segundo, el Presidente se los ha exigido.

¿Quién es el jefe de esa guerrilla? ¿‘Gabino’?

‘Gabino’. Él es la historia de esa guerrilla. Es el que tiene su representación histórica y social.

¿Qué tan cierto es que la organización jerárquica no es tan marcada como en las Farc, que está basada en federaciones y que además hay fuertes disidencias como la de alias Pablito, un potentado en todo tipo de negocios ilícitos?

Es cierto que en el Eln se utiliza el método del consenso, que es buscar siempre acuerdos sobre las distintas opiniones dentro de la organización. Eso difiere mucho de las Farc, donde el jefe máximo puede que consulte con su gente, pero tiene la última palabra. Así fue con ‘Marulanda’, luego con ‘Cano’ y ahora con ‘Timochenko’. Tienen una organización más de tipo militar que política y social. En cambio, en el Eln, con el método del consenso, es mucho más difícil tomar decisiones, porque el que está en desacuerdo tiene capacidad de veto de alguna manera, incluso sobre mayorías. Y eso es lo que hace más larga cualquier toma de decisión dentro del Eln.

Para aceptar esta negociación tuvo que haber un consenso que debió ser dificilísimo…

Pues necesitaron dos eventos para ponerse de acuerdo: un congreso el año pasado y una reunión de mandos ahora en enero. ¿Y cómo van a resolver las distintas opiniones que hay? Metiéndolos a todos en la mesa.

Termino esta entrevista con una pregunta ‘light’ para salir de la guerra. ‘Eva lo sabe’, una simpática sección de Noticias RCN, dice que usted les celebra el cumpleaños a sus exmujeres, acompañado de su actual señora y de sus exnovias. Y que a todo eso le mete asado (tiene fama de ser uno de los mejores asadores de la izquierda colombiana)…

Sí. Digamos que soy muy amigo de las ex y he logrado el milagro de que también mi esposa sea amiga de mis ex y que mis ex sean amigas entre ellas.

¿Y eso cómo se logra?

Será porque soy mejor exmarido que marido. En este caso es un viejo amor mío y yo dije: “Tengo que hacerles una gran fiesta a esos 50 años”. Y bueno, hicimos una fiesta muy graciosa juntando las viejas amistades de ella, que también estuvo en la guerrilla, con sus nuevos amigos del periodismo y de la élite bogotana. Juntamos esos dos mundos, comimos y bailamos hasta tarde.

¿Será un augurio de cómo terminarán en unos años estos procesos de paz, con las viejas guerrillas bailando con las élites bogotanas?

Pues ojalá. Que vean que se puede seguir luchando por las causas sociales, pero viviendo pacíficamente y, de cuando en vez, rumbeando. Nunca hay que renunciar a los ideales.

Entrevista realizada por María Isabel Rueda 

Especial para EL TIEMPO


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