Por: Redacción Pares
La Corte Interamericana de Derechos Humanos obligó a Colombia a reconocer este miércoles 29 de enero, la responsabilidad por la impunidad que ronda desde hace más de 40 años los actos de detención, tortura, desaparición y muerte del estudiante universitario y miembro del partido comunista Luis Fernando Lalinde. Ocurrió en 1984, tres años después de que los narcos de este país se unieran para crear el MAS -Muerte a Secuestradores- un grupo paramilitar destinado a rescatar a sus familiares que habían sido secuestrados por grupos de izquierda. La semilla de las Autodefensas y los escuadrones de la muerte estaban sembradas. Aunque el presidente era un conservador progresista, el primero de los mandatarios que apoyó con decisión la salida negociada del conflicto con los grupos armados, Belisario Betancur, estaba rodeado por oficiales que demostraron su ferocidad y su poca disposición al diálogo después de las lecciones de humildad que demostraron en la sangrienta retoma al Palacio de Justicia.
La persistencia de la mamá del joven estudiante, Fabiola Lalinde, fue determinante para que el estado colombiano por fin confesara su responsabilidad e impunidad en este crimen. El 3 de octubre de 1984 Luis Fernando Lalinde apenas tenía 26 años y viajó al municipio de Jardín en Antioquia, intentando rescatar a un guerrillero herido en combate perteneciente al EPL. Gracias a la gestión de Belisario se había conseguido establecer un cese al fuego con ese grupo. Sin embargo el ejército tenía otros planes. Lanzó la Operación Cuervos, destinada a detener subversivos. Hay que recordar que en esa época también estaba en la Casa Blanca un Republicano intransigente como Ronald Reagan. La guerra fría aún persistía y todo lo que oliera a comunista era metido en la misma bolsa de la criminalidad. Ese día de octubre fue detenido Luis Fernando. Su madre Fabiola, comenzó lo que ella llama “Operación Cirirí” que era preguntar todos los días por su hijo. Duró preguntando de manera incansable durante 4.428 días hasta que le entregaron el cuerpo del muchacho.
Sólo hasta octubre de 1997 se pudo realizar una ceremonia religiosa para darle paz. Su mamá, en ese momento, describió la esencia de Luis Fernando con unas breves palabras: “En el gobierno de Belisario Betancur, en los 80, durante una tregua con la guerrilla colombiana, rota por los mismos militares, Luís Fernando, a punto de graduarse en sociología, militante del partido comunista, y que nunca dejó su trabajo con los pobres en los barrios populares, mientras prestaba una ayuda humanitaria en el traslado de unos guerrilleros heridos por el ataque de los militares que no respetaron la tregua, fue detenido por el ejército, torturado en el patio de una escuela rural y expuesto como trofeo ante los niños y demás habitantes de la zona, y luego asesinado y desaparecido. Fue el 4 de octubre de 1984”
Los responsables de esta desaparición, tortura y asesinato fueron los miembros del batallón Ayacucho quienes presentaron al joven estudiante de sociología como alias Jacinto, miembro del Ejército de Liberación Nacional.
Gracias a la operación Cirirí Fabiola recibió, el 18 de noviembre de 1996, por parte de la Octava Brigada del ejército nacional, una caja que contenía el cráneo y sesenta y nueve huesos de Luis Fernando. Sólo hasta el 2016 el ejército pidió perdón por su desaparición.
Hace más de una década el caso se trasladó a la Fiscalía pero aún así no se han presentado avances significativos en la investigación. En el día de ayer, 29 de enero, el director de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado señaló la ineficacia de la Fiscalía a la hora de investigar este crimen “El tiempo transcurrido sin acciones investigativas oportunas entorpeció la pronta y eficiente administración de justicia, y esto ha sido fuente de frustración y angustia para la familia Lalinde”
El Estado Colombiano se comprometió a acatar cualquier sea el fallo emitido y además dispondrá de medidas para intentar empezar a reparar a Fabiola, una de las mujeres buscadoras más persistentes del país.
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