El fraude que benefició al papá de Pastrana y que despertó al M-19
- Redacción Pares
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Por: Redacción Pares

Llegamos un poco tarde pero el pasado 19 de abril se cumplieron ya 55 años de las elecciones fraudulentas que le quitaron la posibilidad de ser presidente al general Rojas Pinilla, cabeza máxima de la Anapo, de ganarle las elecciones a Misael Pastrana, candidato conservador, ficha del establecimiento y garantía del continuismo del frente nacional. El 19 de abril en la noche Rojas Pinilla ganaba las elecciones por una diferencia de 113 mil votos. El presidente de ese momento era Carlos Lleras Restrepo, quien de un momento a otro ordenó que se siguieran transmitiendo los boletines radiales. Así pasó la noche en el país, entre la alegría y el temor de que la oligarquía volviera a meter sus manos en un proceso popular legítimo. El miedo se volvió realidad. En el boletín final la diferencia de votos que le llevaba Rojas a Pastrana había desaparecido y, al contrario, este último le llevaba 9.000 votos a favor. La diferencia al final fue de 63 mil votos con los que ganó Pastrana.
Las calles se llenaron de gente y de gritos que señalaban el ¡Fraude! Jóvenes seguidores de la Anapo, como Jaime Bateman, rumieron su inconformidad primero abrazando la causa de las guerrillas campesinas, como las FARC y luego, desengañado por su dogmatismo, decidió formar un grupo aparte, el M-19. Una de las razones por las que el M-19 tuvo tanto arraigo popular tuvo que ver con que nació con una causa justa. Los cientos de miles de colombianos que se sintieron burlados por el fraude- un fraude que el propio ministro del interior, Carlos Augusto Noriega, conocido como “el tigrillo”, reconoció que si bien no hubo un fraude perpetrado por el estado central, si existieron fraudes en algunos departamentos como Nariño. Noriega lo hizo en 1998, a través de un libro, 28 años después.
El M-19 es el epítome de la guerra idealista, creada, al menos dentro del imaginario colectivo, más por políticos muy dados a la creatividad, a algo parecido a la poesía. Semanas antes de que el grupo diera su primer golpe empezaron a aparecer anuncios en los clasificados de El Tiempo que decían lo siguiente: “¿Parásitos? No se preocupe, ya viene el M-19” La gente hacía conjeturas, ¿Se vendría un nuevo purgante? Pero estas dudas desaparecieron el 17 de enero de 1974 cuando un grupo armado entró a la Quinta de Bolívar, se llevó la espada del Libertador y, sin disparar un sólo tiro, dejaron manifiestos dejando claro quienes eran ellos, qué querían, qué los indignaba. Y buena parte del pueblo estuvo de acuerdo con ellos.
Golpes como el robo de armas del Cantón Norte, o la toma de la embajada de la República Dominicana en Bogotá, el tono desparpajado y claro de Jaime Bateman, su líder natural, y hasta algunos errores estratégicos como la toma del Palacio de Justicia revistieron al M-19 de un aura que, algunos de sus críticos afirman es exagerado: alzarse en armas pocas veces es un acto poético.
La victoria de Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial celebrado el 20 de junio del 2022 y la puesta de la banda presidencial por parte de María José Pizarro, hija del comandante Carlos, más que un acto simbólico fue la victoria final de un grupo que se desmovilizó en 1990, que le apostó a la política pero que nunca olvidó que nació de la rabia legítima que le da al pueblo un fraude electoral con todas las de la ley.