top of page

El multimillonario, amo de Nueva York, que mató a su esposa y a su mejor amiga

Por: Redacción Pares



Robert Durst tenía su hinchada. Le gustaban los medios. Cuando se enteró que HBO haría una serie sobre su vida, se animó. Había sido absuelto dos veces de la desaparición de su esposa, Kathleen McCormack Durst y de su mejor amiga Susan Berman. Y la verdad le hacía falta aparecer en televisión. La serie fue dirigida por Andrew Jarecki y se emitió en seis capítulos. Fue un éxito absoluto. Su último capítulo fue visto por 20 millones de personas y Bob, completamente sicópata, disfrutaba con el reconocimiento. En el documental, llamado The Jinx, se veía claramente cómo Durst había usado todo su poder para no ser condenado por tres muertes. Además de las dos mujeres asesinó y desmembró a un hombre. Este crimen incluso es confesado por él mismo. Pero se había embolsillado, a punta de dólares, a uno de los jurados en un juicio que se realizó en el 2003. En el 2015 Jarecki le tiende una trampa y él termina confesando. En la última entrevista se lleva por equivocación un micrófono de solapa al baño. Entonces, mientras abre la llave del lavamanos, murmura “Me atraparon, los maté a todos”. Esto se emitió en el último capítulo de la temporada y generó una conmoción en todo el país, sobre todo en Nueva York.


Es que la familia Durst tiene poder. Robert nació el 12 de abril de 1943, en un pueblo cercano a Nueva York llamado Scarsdale. Era el primogénito del patriarca Seymour Durst, dueño de una inmobiliaria llamada National Debt Cock. El patrimonio de esta compañía está avaluado en 8.000 millones de dólares. El papá de Bob lo intentó introducir en el mundo inmobiliario pero era demasiado indomable. Sus hermanos no lo querían y no dudan en afirmar que siempre fue un monstruo. Su mamá se suicidó frente a sus ojos cuando tenía 6 años, lanzándose del tejado de su casa. A los 12 años lo vio un siquiatra y diagnosticó la enfermedad mental que padecía: “descomposición de la personalidad y posiblemente incluso esquizofrenia”.


Durst y su amiga Susan, a quien asesinó en la noche vieja del 2000


Bob se casó con Kathleen MacCormack, una joven de clase media. Pronto ella se dio cuenta de su oscuridad. Despreciaba abiertamente a su familia por un asunto de clasismo, la golpeaba y eran constantes sus infidelidades. El 29 de enero de 1982 Kathy, quien era estudiante de medicina, desapareció. La versión de Durst siempre fue ambigua, gaseosa, contradictoria. Las amigas de Kathy intentaron hacer algo pero era tal su poder que al final le hizo el quite a la justicia.


Había alguien que sabía todos sus secretos. Se llamaba Susan Berman. Era hija de un reconocido gánster de Las Vegas. Quedó documentado que Bob, a cambio de su silencio, le daba 20 mil dólares mensuales. El 31 de diciembre del año 2000 Susan amenazó a su amigo con revelar la verdad sobre lo que sucedió con su esposa. Bob decidió entonces entrar a su casa en Los Angeles y dispararle por la espalda. En la huida se refugió en un hotel en donde asesinó y descuartizó a un vecino de piso. Intentó deshacerse de los pedazos del cadáver en el mar. Fue detenido, encarcelado, llevado a juicio, confesó haber asesinado al hombre llamado Morris Black, a quien conoció en ese hotel de mala muerte en Gavelston, Texas. Fue llevado a juicio y, aunque confesó haber matado -de manera accidental, según su defensa- a Black, y haberlo descuartizado, fue dejado en libertad. Después se supo que había sobornado por lo menos a uno de los jurados.


Una de las últimas imágenes de Durst antes de morir


Jarecki, ante toda esta historia, hizo el documental, Durst, sediento de fama y convencido que su dinero lo hacía diferente a todos los mortales, accedió a dar entrevistas. La gente recordó el caso y además se dio cuenta de lo frágil que es la justicia en los Estados Unidos: si tienes recursos puedes hacer lo que quieras y ser invencible. Esa confianza terminó siendo su peor enemigo. Automáticamente terminó la primera temporada de The Jinx, la serie documental de HBO cuando la policía le echó el guante. Desde ese momento estuvo preso. Por fin se hizo justicia. Su defensa falló, y Durst se veía muy disminuido físicamente a sus 78 años. Fue condenado a cadena perpetua y en el 2022, por un cáncer de vejiga murió. La familia de Kathy se ha quedado esperando una reparación económica por parte de los multimillonarios familiares de Durst pero ni una disculpa pública han emitido. Al parecer ellos sabían la suerte que corrió la mujer a manos de su esposo.


Los Durst siguen siendo los amos del sector inmobiliario en Nueva York.

bottom of page