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EL OCASO DEL IMPERIO ESTADOUNIDENSE

Por: Guillermo Linero Montes



Los Estados Unidos de América, fundada como república federal constitucional en 1776, tiene ya 249 años. Desde sus inicios, porque los imperios comienzan con la intención de serlo, se ha constituido en una super potencia, y hoy se halla en la cima de su dominio. Los Estados Unidos de América, no solamente invadieron a México (tomándose Texas, Nuevo México, California, Arizona, Colorado, Wyoming, Nevada, Utah y los actuales Norte, Centro y Este de México), sino hicieron lo propio con Cuba -independiente desde 1959-, con Puerto Rico, con Guam -en el pacífico occidental-, con las Filipinas -en el continente asiático- hoy independiente, con Japón -ocupado en 1945 e independizado desde 1952-, y en un alto número de islas de todos los hemisferios como, entre ellas, Hawái -en el pacífico central- y la nación insular de Granada, invadida en 1983.


Igual, a lo largo de su formación de imperio, no solo invadieron el istmo de Panamá en 1989, sino además y en razón a relaciones comerciales inequitativas y a estrategias armamentísticas non sanctas, llegaron a ser y todavía creen que los son, amos del continente suramericano y de centro américa. Los Estados Unidos se ha apropiado también de territorios muy lejanos al suyo como, por ejemplo, Hawái, en el pacífico central, y buscan redirigir las políticas de otros países con la intención de mantener su poderío militar y su rapacidad comercial, como lo hicieron con las invasiones a Irak y Afganistán.


No obstante, hay que reconocerle al pueblo norteamericano los aportes al desarrollo de la cultura popular (los dibujos animados, el cine, la televisión, los deportes, el jazz y el rock). A los estadounidenses les debe la humanidad su capacidad de invención en favor del desarrollo tecnológico y científico (los avances en medicina, en el sicoanálisis, en la física y la química); y ni qué decir de sus aportes en términos de creación artística: la música erudita -Aaron Copland y George Gershwin-, y desde luego sus logros en la plástica contemporánea con el expresionismo abstracto, el pop art, las instalaciones y el performance).


Con todo, los Estados Unidos de América, si tenemos en cuenta lo que los estudiosos de la historia política aseveran acerca de los imperios, hoy podría estar, o se encuentra ya, en el ocaso de su esplendor. De hecho, según el periodista y politólogo estadounidense Armstrong Williams, los imperios duran alrededor de 250 años. Los Estados Unidos, desde su fundación hasta nuestros días, ya han alcanzado 249 años bajo ese régimen de dominio que, si bien es paralelo a su desarrollo cultural y a los aportes científicos, pesa más su estrategia militar aplastante y su desconocimiento de los principios éticos y morales que caracterizan la conducta humana.


Pero ¿cuáles son las causas comunes por los que los imperios sucumben? Estudiando la caída de los imperios romano, astro-húngaro, español y soviético, todo responde principalmente a pugnas internas, al desgaste de la moral, al fracaso comercial y por supuesto al desconocimiento de que la humanidad no es propiedad de ninguna nación.


El presidente Donal Trump, ahora en su discurso de posesión, ha connotado las advertencias de los estudiosos acerca de las causas que motivan la caída de los imperios, ya que ha puesto sobre la mesa evidencias de lo que podría ser el fracaso político de Norteamérica: la desestimación del cobro de impuestos, el desprecio al trabajo de los extranjeros o migrantes, las condiciones comerciales inequitativas, las ansias de sobredimensionar sus territorios o el irrespeto a la auto determinación de los pueblos, las pugnas internas -al clasificar a la población entre “gente de bien” (los adinerados de raza “pura”) y “gente despreciable” (desde su desequilibrado juicio, las etnias diferentes, los libres de género, los migrantes y los pobres); pero, especialmente, el presidente Donal Trump ha evidenciado su insania mental y la de sus asesores.


Desconoce el presidente Trump, y también buena parte de los republicanos, que cuando sucumbe un imperio al instante se consolida otro. Y de no ser porque hoy tenemos conciencia de la importancia de respetarnos en cuanto pertenecientes a la humanidad -que ha de ser unitaria y solidaria-, podría aseverarse que las naciones de México, Centro América y Suramérica, estarían llamadas a conformar ese nuevo imperio dominante.

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