El pacto entre los Ășltimos familiares de Hitler para borrarlo de la historia
- RedacciĂłn Pares
- 17 ago 2024
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Actualizado: 15 nov 2024
Por: RedacciĂłn Pares

A comienzos de 1942, despuĂ©s de que el ataque por sorpresa a los SoviĂ©ticos llamado OperaciĂłn Barbarroja, no llegara hasta MoscĂș, Adolf Hitler sabĂa que la guerra estaba perdida.
AĂșn asĂ continuĂł. Convencido en que el destino estaba en sus espaldas y que Ă©l lo dominaba a su antojo, que algĂșn invento de sus cientĂficos podrĂa cambiar el inevitable curso de la guerra, Hitler llevĂł a Alemania hasta la ruina total. Cuando los rusos entraron a BerlĂn lo que encontraron fue escombros y cenizas. Y ademĂĄs, en el bĂșnker que habĂa mandado a construir el Fuhrer debajo de la cancillerĂa, encontraron el cuerpo carbonizado de Hitler junto a Eva Braun, con quien acababa de casarse antes de tomarse una pastilla de cianuro y pegarse un balazo de nueve milĂmetros en la sien. Los rusos, ademĂĄs, por su incursiĂłn en el territorio conquistado de Polonia, descubrieron los campos de concentraciĂłn de Auschwitz, Treblinka, Dachau. Periodistas como Grossman relataron en sus crĂłnicas el horror de ver cuerpos apilados, con la piel forrada en los huesos por culpa del hambre y del tifus. Se empezĂł a hacer conocido mundialmente una palabra: el Holocausto.
Alemania, la cuna del pensamiento moderno occidental, con filĂłsofos como Nietzsche, Kant, Heidegger, de la mĂșsica mĂĄs hermosa jamĂĄs escuchada, de poetas como Goethe, habĂa seguido hasta el desbarrancadero a un hombre que representaba el mal en todas sus dimensiones. La cifra, que oscila entre los 5 y los 8 millones, describe la pesadilla. Hitler pensaba purificar la raza, un mundo para los rubios de sangre, segĂșn Ă©l, pura, y por eso decidiĂł acabar no sĂłlo con judĂos sino tambiĂ©n con eslavos, gitanos, homosexuales, drogadictos, comunistas y todo lo que no se acomodara a sus estĂĄndares raciales. TenĂa un arquitecto, Albert Speer, con el que habĂa soñado una ciudad absolutamente inhumana. La maqueta, de la que quedan fotos, ademĂĄs del testimonio del propio arquitecto en sus memorias, queda claro que era una ciudad pensada para el goce estĂ©tico, en donde las cĂșpulas y los edificios para albergar a los funcionarios del imperio, reemplazarĂa cualquier idea para que vivieran allĂ personas.
La carga la vive aĂșn Alemania, un paĂs que ha intentado borrar ese vergonzoso pasado. Hoy en dĂa se vive un estado de bienestar y aunque la derecha siempre estĂĄ rondando, jamĂĄs ha vuelto a ganar unas elecciones. Si asĂ ha reaccionado el pueblo alemĂĄn, una respuesta aĂșn mĂĄs enĂ©rgica han tomado los Ășltimos descendientes directos de Hitler. Hay un libro que acaba de publicarse en español, se llama 'El linaje de Hitler. Una investigaciĂłn de los descendientes del 'FĂŒhrer, es sobre los hijos de William Patrick Hitler, un sobrino del Fuhrer, quien se fue de Alemania cuando terminĂł la guerra y se hizo ciudadano inglĂ©s y sobre el que hay versiones cruzadas: unos dicen que fue un descendiente ârepugnanteâ y su familia mĂĄs cercana afirma que lo dio todo para resarcir, en lo que mĂĄs pudiera, un legado que se pega en la piel como un tatuaje maligno.
SegĂșn el investigador David Garner, los dos hermanos se pusieron de acuerdo para no tener jamĂĄs un hijo y poder acabar de una buena vez por todas con esa descendencia. Incluso uno de ellos, el mayor, se enamorĂł de una mujer judĂa. TenĂan todo listo para casarse. El llevaba un nombre falso y, cuando le contĂł a su prometida la verdad, ella se horrorizĂł y cancelĂł el compromiso. Garner se pasĂł media vida buscando a los Ășltimos Hitler hasta que los encontrĂł en el Ășltimo lugar posible de Inglaterra. Tienen mĂĄs de setenta años y le contaron sus vidas, a manera de catarsis, al investigador.
No existen pecados de sangre, no hay ningĂșn estudio que certifique que el mal pueda heredarse genĂ©ticamente, pero la decisiĂłn de los Ășltimos Hitler de acabar con su estirpe puede ser un mensaje poderoso en tiempos donde los fantasmas de la derecha parecen resucitar en Europa.