El papa Francisco y la necesidad de leer a Dostoyevksi
- Iván Gallo - Coordinador de Comunicaciones
- hace 4 horas
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Por: Iván Gallo-Coordinador de Comunicaciones

Jorge Bergoglio tenía tres escritores favoritos. Aunque, bueno, para un lector es difícil elegir los escritores que se llevaría a una isla desierta. Pero el Papa, fallecido este 21 de abril, no le tembló el pulso para decir que León Bloy, Dante y Dostoyevski eran los tres escritores que más había releído. En varias entrevistas se quejó de la falta de intereses intelectuales y artísticos que tenían los sacerdotes. “Entiendo que no les guste la música -se quejaba- pero que no lean literatura es una falta muy grave a su formación de humanistas, sobre todo, tienen que leer a Dostoyevski”.
Como si fuera uno de los cuatro evangelistas el misterio se cierne sobre el gran novelista ruso. Es difícil tener detalles sobre su vida, se sabe que tuvo su primer ataque epiléptico sobre los treinta años, durante un viaje interminable por Europa, después de haber sido condenado por una supuesta conspiración contra el zar, y que este tuvo origen después de un profundo estrés, ya que las deudas provocadas por el juego y la pasión que sentía por Apolinaria Suslova, su amante, quince años menor, devastaron sus nervios.
El ataque tuvo lugar después de ver un cuadrod e Tintoretto, algo que también le pasa a uno de sus personajes mejor elaborados, el Principe Mishkin, el protagonista de El Idiota, una especie de santo, despreciado, adorado y subestimado por todos los que lo conocen, un hombre para el que la posesión es sólo un obstáculo para el amor. Cuando el papa Francisco recomendaba a los sacerdotes a leer a Dostoyevski lo hacía para que complementara la visión que tenían de Cristo desde los evangelios. Dentro de unos siglos es muy seguro que el cristianismo tenga al creador de Los demonios como uno de sus profetas. Profundamente ruso, el territorio sobre el que se mueven sus personajes no es otro que el alma humana, universal, hermosa y a la vez diabólica. Porque así como Dostoyevksi es Miskhin, capaz de abandonarlo todo por la persona amada, también puede ser Smierdakov, otro de sus epilépticos, el parricida infame y resentido quien jamás le perdona a su padre, Fiodor Karamazov, el pecado de haberle dado la vida.
Una de las influencias tempranas de este escritor fue unas historias de la biblia que heredó de su familia. Con ella aprendió a narrar y a descubrir las sombras y las luces que nos dominan. En la obra de Dostoyevksi están las tinieblas demoniacas escondidas en la usura de una vieja infame y la luz redentora escondida en la modestia de una prostituta. En sus cuatro novelas principales, Los hermanos Karamazov, El idiota, Los demonios y Crimen y Castigo, cabe toda la historia de los hombres, sus miedos, sus pecados, sus angustias y su locura. Nadie es completamente bueno, nadie es completamente malo, casi todo es agobiante. La felicidad, para este ruso, enfermo, depravado, perdedor, es sólo el alivio que viene después de que la fiebre baja. En uno de los relatos que cuenta Iván Karamazov, Jesús regresó a la tierra durante la época de la inquisición y la iglesia, aunque lo reconoce, lo condena a morir en la hoguera. Los sacerdotes ya no quieren la salvación. Tan sólo quieren proteger sus intereses.
Por eso es que el papa Francisco se sentía tan desolado de que los sacerdotes ya no leyeran a Dostoyevksi. Sin él es imposible entender la complejidad de los hombres, los mismos que le erigieron a Cristo una iglesia con la que él jamás estaría de acuerdo.
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