Por: Redacción Pares
En Urabá Raúl Hasbún conocía todos los secretos. Algunos podrían traer efectos devastadores para multinacionales como Chiquita Brands. Los que lo conocieron sabían que era un hombre difícil de atrapar. Incluso cuando se desmovilizó, en el 2004, “Pedro Bonito”, como le decían, lo hizo no como lo que era, el comandante del Bloque Bananeros de las AUC sino como un militante más. Lo condenaron a 18 años de cárcel por la masacre de San José de Apartadó. Desde la cárcel a sido un testigo clave para entender la paraeconomía en Urabá. Su testimonio fue fundamental para involucrar a cerca de 4.000 empresarios que habían recibido apoyo de las Autodefensas. Entregó puntualmente el nombre de 270 bananeros y 400 ganaderos. En entrevista dada a la Revista Semana hace 10 años puntualiza sobre lo que sería la joya de la corona: todo lo que tenga que decir sobre Chiquita Brands.
En una de las preguntas que le hicieron querían preguntarle cuanto dinero recibió por cuidar las operaciones de los bananeros a lo que respondió: “A mí me daban tres centavos de dólar mensuales por caja de banano y me entraban más o menos 400 millones al mes. Sume otros 200 de los ganaderos y otros 100 de los comerciantes. Eran 600 millones de pesos mensuales, que anualmente serían 7.200 millones de pesos. Eso me entraba a mí al año solo de Urabá”.
En junio de este año un Tribunal Federal de los Estados Unidos ordenó que Chiquita Brands pagara una multa de 38 millones de dólares por el asesinato de ocho personas en Urabá entre los años 1997 y 2004, periodo que coincide con el más temible oleaje del sunami paramilitar. Muchas de esas muertes se debieron a la supuesta codicia de la multinacional a la hora de acaparar tierras. Las tierras las conseguían a sangre y fuego.
Unos meses después Chiquita Brands ha sacado su as bajo la manga y empieza a defenderse. El testimonio clave es el de Pedro Bonito. La multinacional recibió una multa en el año 2007 de 25 millones de dólares al Departamento de Justicia de los Estados Unidos por entregarle 1.4 millones de dólares a las AUC para financiarlos y trabajar en la seguridad de la empresa. Chiquita, según reveló El Tiempo el pasado domingo 13 de octubre, Raúl Hasbún empezó a mencionar a le empresa en sus testimonios después de que un abogado estadounidense, Terrence Collingsworth, especialista en demandas contra multinacionales y quien es cercano a ONG’s, empezara a defender al ex paramilitar.
Chiquita Brands sostiene que Collingsworth le habría pagado a Hasbún 200 mil dólares para cambiar su testimonio y enlodar a Chiquita Brands. Sobre estos pagos no hay evidencia alguna. El abogado se ha defendido de estas acusaciones afirmando que estos pagos se tratarían no de soborno sino de “ayudas humanitarias”.
Los testimonios de Hasbún han dejado constancia que durante siete años los paramilitares recibieron en Urabá ayudas de hasta 80 mil millones de pesos con los que se pudieron financiar. En la ya citada entrevista a Semana Hasbún afirmó lo siguiente: “Nos daban la plata en tulas, siempre en efectivo. Nosotros tuvimos una oficina primero aquí en Medellín que se encargaba de recoger la plata de los empresarios bananeros”. La razón por la que la plata se entregaba en Medellín era porque la situación de seguridad era tan compleja en Urabá que todos los empresarios preferían no visitar la región.
Chiquita Brands tiene a varios de sus ejecutivos llamados a juicios con cargos por financiamientos a paramilitares. Esta acusación contra el prestigioso abogado Collingsorth debe tomarse con pinzas.
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