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ELN, es tiempo de retomar los diálogos de paz

Por: Germán Valencia

Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia



El próximo 3 de agosto de 2024 finalizará el segundo acuerdo parcial de cese bilateral al fuego y hostilidades entre el Gobierno de la República de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta prórroga fue acordada por la Mesa de Diálogos la primera semana de febrero de 2024 —en La Habana, Cuba, por 180 días— y comenzó operar el 3 de febrero. Convirtiéndose en el mayor avance hasta el momento logrado en las negociaciones de paz con está guerrilla.

 

Desafortunadamente, el comienzo de este importante acuerdo coincide con el tiempo que lleva la Mesa de Diálogos sin reunirse y avanzar en un nuevo ciclo de conversaciones. Desde marzo de 2024, el Comando Central (Coce) del ELN tomó la decisión unilateral de parar los ciclos de conversaciones —se tenía programado realizar varias semanas después en Caracas el VII ciclo—.

 

Está parálisis se debió a la decisión del gobierno Petro de autorizar al gobernador del departamento de Nariño unos diálogos paralelos regionales con el Frente Comunero del Sur del ELN. Cuyo objetivo era reducir el conflicto en este territorio. Invitando a este actor clave y dispuesto a acordar varias acciones.

 

Durante estos meses de parálisis la Mesa de Diálogo se ha reunido en muy pocas ocasiones, y lo ha hecho de manera extraordinaria. Uno de los encuentros ocurrió la semana del 20 de mayo de 2024, donde ambas delegaciones recibieron, en Caracas, Venezuela, el informe del Comité Nacional de Participación (CNP) —este organismo entregó un Plan Nacional de Participación y dos documentos más— y se aprovechó para firmar el Acuerdo Parcial No 28, que sirvió para concretar el punto uno de la agenda de paz.

 

A pesar de este importante acontecimiento, los ciclos oficiales de conversaciones de la Mesa han continuado paralizados. Incluso, en junio, cuando se pensaba que con la realización del VI Congreso interno del ELN se lograría descongelar el proceso, esta situación no se dio. La organización insurgente manifestó al final del encuentro, en un comunicado, su disposición a la búsqueda de una salida negociada, pero no dijo nada que permitiera inferir el descongelamiento del proceso.

 

En su lugar, el ELN sigue manifestando la desavenencia que tiene con el Gobierno nacional. Lo señala de ser el único responsable de la crisis de la Mesa. De allí que le exija dar mayores claridades frente a la situación con el Frente Comuneros del Sur y avanzar en la discusión del reconocimiento de las organizaciones políticas para permitir los diálogos de paz. Además, ha exigido al Gobierno que respete los acuerdos firmados y rectifique los fallos cometidos.

 

Por su parte, el Gobierno y su delegación de paz han sido insistentes en llamar al ELN a “reanudar a la mayor brevedad los ciclos de diálogo de la Mesa”. Para el Ejecutivo es fundamental retomar los diálogos y las negociaciones, lo que permitiría sortear la crisis y avanzar en los importantes temas que el país requieren para dar forma a la política de paz total.

 

En este mismo sentido, los países acompañantes y garantes —como México, Noruega, Venezuela, Cuba, Brasil y Chile— han realizado también el llamado a que las partes que integran la Mesa de Diálogo le pongan fecha al reinicio de las conversaciones  y retomen las negociaciones. Para ellos la salida negociada es el único camino para finalizar el largo conflicto armado colombiano.

 

A pesar de esta insistencia del Gobierno y de la Comunidad Internacional, la Mesa de Diálogos sigue parada a la mitad de julio. De allí que como sociedad civil debemos presionar también para que se retomen con celeridad los ciclos de conversaciones. Como actor político clave debemos aprovechar el poder y exigir al ELN el reinicio inmediato de los diálogos de paz. No es justo que nos inviten a una fiesta y nos dejen organizados.

 

Se requiere que la Mesa logre, en primer lugar, hacer un balance y una evaluación de la implementación del acuerdo del cese al fuego; y luego se continue con la discusión sobre su  ampliación o prórroga. Es necesario que las delegaciones ratifiquen su conveniencia y discutan los nuevos tiempos y espacios para su implementación.

 

No se puede permitir que se avance en el proceso de dialogo sin negociar de nuevo el cese al fuego y hostilidades. El importante acuerdo parcial hay que mejorarlo y fortalecerlo, para que en lugar de cuestionarse este componente de la paz total —como pasa con las disidencias del Estado Mayor Central— se presente como un ejemplo para los demás procesos.

 

Otro tema importante es avanzar en concretar las dinámicas de participación de la sociedad. La agenda exige celeridad y avances con los puntos dos y tres: tanto en el componente de democracia para la paz como de transformaciones para la paz. Ya tenemos una fecha límite —mayo de 2025— y debemos trabajar para que las proyecciones se cumplan.

 

Es necesario que los miembros de las delegaciones retomen el Acuerdo No 28 y logren dar cumplimiento a la visión compartida de construir una participación amplia de la sociedad. Una dinámica que permita llegar a un gran acuerdo nacional, con el que se le de sustento a las propuestas que saldrán del proceso de paz.

 

Estamos en una etapa donde se requiere de muchos diálogos y concertaciones, y el ejemplo debe comenzar por casa, es decir, por los miembros de la Mesa. En esta lógica es necesario avanzar con celeridad en torno a difundir los mecanismos de participación de la sociedad en la construcción de paz, especificando y aterrizando cómo se vivirá el proceso. También, discutir sobre los temas que se abordarán, como el régimen político, el modelo de desarrollo y las políticas de protección de la naturaleza, entre otros.

 

En síntesis, esperemos que pronto tengamos buenas noticias sobre la convocatoria por parte de las delegaciones del Gobierno colombiano y el ELN para realizar el séptimo ciclo de negociaciones. Que en este importante ciclo se logre abordar importantes temas, como la evaluación del cese al fuego, la ampliación y fortalecimiento de este —ojalá que se amplie por un año más—, trabajar en concretar la participación de la sociedad en el proceso de paz y lograr nuevos acuerdos parciales que beneficien a las poblaciones y territorios donde la violencia aún persiste.

 

No queda para nada bien que el ELN siga congelando el proceso. Es tiempo de continuar. El grupo rebelde sabe muy bien que es necesario y conveniente seguir realizando acuerdos parciales y trabajar para cumplirlos mientras se dialoga. Hay que aprovechar la disposición de este Gobierno para implementar transformaciones. A partir de agosto quedan tan solo dos años para acordar e implementar importantes acciones con las que se logre mejorar, en el corto y mediano plazo, la situación de todos los colombianos.

 


 

* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

***Desde la Plataforma de seguimiento al proceso de diálogo entre el gobierno y el ELN (Isegoría) se pueden encontrar una serie de análisis, columnas, boletines, documentos académicos, y reportajes periodísticos relacionados con este proceso. Toda esta información se puede consultar en el sitio https://isegoria.udea.edu.co/

 


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