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ELN Impone Control en municipio del Cauca generando temor entre los habitantes

Por: Katerin Erazo, Periodista






La situación de orden público en el suroccidente de Colombia atraviesa uno de sus momentos más críticos, con un aumento significativo en las actividades de grupos armados que buscan consolidar su poder territorial. Recientemente, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) protagonizó un preocupante episodio en el municipio de Santa Rosa, Cauca, una localidad que ha vivido bajo la sombra de la violencia durante décadas.


Este incidente no solo refleja la capacidad de maniobra de este grupo insurgente, sino también la impotencia de las autoridades locales para garantizar la seguridad de los habitantes.


De acuerdo con testimonios de comerciantes y líderes sociales, un grupo de más de 20 guerrilleros del ELN se movilizó en dos camionetas por las calles de Santa Rosa, tomando el control del municipio durante varias horas. Los insurgentes no solo se pasearon libremente por las vías principales, sino que además obligaron a algunos transeúntes a participar en una reunión en el parque central del pueblo.


Durante este encuentro, los miembros del ELN anunciaron la implementación de una serie de “normas” que regirán en el casco urbano como parte de las “celebraciones” por los 60 años de existencia de esta guerrilla. Entre las restricciones impuestas por el grupo armado, se prohíbe el uso de carros con vidrios polarizados y cascos para los motociclistas, y se exige que cualquier persona que desee ingresar al municipio lo notifique previamente al ELN para evitar “inconvenientes”.


La situación fue aún más alarmante debido a la actitud de la fuerza pública. Mientras los guerrilleros llevaban a cabo su jornada de proselitismo, los agentes de la Policía Nacional se atrincheraron en la estación policial, respondiendo a una solicitud de los mismos habitantes, quienes temían que un enfrentamiento armado pudiera derivar en una tragedia mayor. Este episodio pone en evidencia no solo el control territorial que ha logrado el ELN en esta zona del Cauca, sino también la vulnerabilidad de la población civil y la incapacidad de las instituciones para contrarrestar la influencia de estos grupos ilegales.


Además de tomar el parque principal, los guerrilleros del ELN pintaron grafitis en las fachadas de viviendas y establecimientos comerciales, marcando su territorio y recordando a los habitantes su presencia.


“Ellos tomaron el control del pueblo por varias horas y dejaron claro que son la autoridad aquí”, comentó un líder social que prefirió mantenerse para un medio de comunicación en el anonimato por temor a represalias. Estas acciones se enmarcan en una estrategia de control social que busca someter a la población mediante el miedo, restringiendo la movilidad y las actividades cotidianas de los habitantes de Santa Rosa.


La presencia del ELN en esta región no es nueva, pero en los últimos meses su accionar ha sido más visible y agresivo. El sur del Cauca ha sido históricamente una zona de disputa entre diferentes grupos armados, y en la actualidad, las disidencias de las FARC, particularmente el frente Carlos Patiño, también ejercen control sobre varios municipios cercanos, como Sucre y Mercaderes.


Estas facciones criminales mantienen enfrentamientos constantes con el ELN por el dominio del territorio, lo que ha agudizado la crisis de seguridad en la región y ha puesto a la población civil en medio de una guerra sin cuartel.


Este último acto de proselitismo armado por parte del ELN se suma a una serie de hechos violentos que han azotado al suroccidente colombiano en las últimas semanas. Los ataques contra la infraestructura vial, los atentados contra civiles y el asesinato de líderes sociales son solo algunos de los hechos que han mantenido en vilo a los habitantes de esta región. Las autoridades, por su parte, parecen estar desbordadas por la magnitud del conflicto, y aunque se han realizado esfuerzos para combatir a estos grupos, los resultados han sido limitados.


La captura reciente de alias "Mediometro", un presunto integrante del ELN acusado de haber asesinado a dos líderes sociales en Bolívar, es una de las pocas victorias de las fuerzas de seguridad en esta lucha desigual. Según el Ejército Nacional, este criminal fue el responsable de la instalación de artefactos explosivos y extorsiones en el sur de Bolívar, además de estar implicado en enfrentamientos con el Clan del Golfo en esa región. Sin embargo, su captura no ha logrado disminuir la actividad del ELN en otras zonas del país, como el Cauca, donde siguen ejerciendo su poder con impunidad.


El panorama para el suroccidente colombiano sigue siendo sombrío. El control de los grupos armados sobre los territorios más apartados del país se mantiene, mientras que la población civil enfrenta una realidad de miedo, violencia y abandono estatal. Municipios como Santa Rosa, Sucre y Mercaderes continúan siendo el epicentro de una guerra silenciosa, donde las balas y las amenazas son la única ley que prevalece. Ante esta situación, la comunidad internacional y las organizaciones defensoras de derechos humanos han hecho un llamado al gobierno colombiano para que fortalezca su presencia institucional en estas zonas y proteja a los ciudadanos que han sido víctimas del conflicto durante tantos años.


No obstante, la realidad en terreno sugiere que el camino hacia la paz y la estabilidad sigue siendo largo y difícil, mientras los grupos armados continúan avanzando en su agenda de violencia y control social.

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