Por: María Victoria Ramírez M.
El hombre busca en la mujer el Otro como Naturaleza y como su semejante. Pero ya se sabe qué sentimientos ambivalentes inspira la Naturaleza al hombre. Éste la explota, pero ella le aplasta; nace de ella y en ella muere; ella es la fuente de su ser y el reinado que el somete a su voluntad; es una ganga material, dentro de la cual el alma está prisionera, y es la realidad suprema; e la contingencia y la Idea, la finitud y la totalidad; ella es lo que se opone al Espíritu, y lo es. Aliada y enemiga alternativamente, se presenta como el caos tenebroso de donde surge la vida, como esa vida misma, y como el más allá hacia el cual tiende: la mujer la resume en tanto que Madre, Esposa e Idea; estas figuras tan pronto se confunden como se oponen, y cada una de ellas tiene una doble faz.
Simone de Beauvoir.
Fragmento del libro El segundo sexo. Los hechos y los mitos.
El 24 de junio de 2020 me desperté con la noticia de que siete militares estarían involucrados en el abuso sexual de una niña Embera Chamí del municipio de Pueblo Rico, Risaralda. Siete soldados del batallón San Mateo de Pereira que tenían la tarea de proteger el corredor entre Risaralda y Chocó. Este hecho no es aislado. El abuso sexual en Colombia es un problema que viene en aumento en los últimos años, y en el que las víctimas son principalmente mujeres y niñas.
Según El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF), en su informe sobre el año 2018, “las cifras de violencia sexual en Colombia se han incrementado en un 28,6 % (6.838 casos) a partir del año 2013. Para el año 2018 la tasa por cada cien mil habitantes (52,30) se incrementó en 4,02 puntos con respecto a la del año 2017, un aumento de 2.267 casos. La tasa más alta en los últimos 10 años.” La tabla 1 resume el resultado de los exámenes practicados a las víctimas, según delito sexual, circunstancia y sexo de la víctima, en hechos denunciados durante el año 2018.
Tabla 1. Exámenes médico legales por presunto delito sexual según circunstancia del hecho y sexo de la víctima. Colombia, año 2018. Fuente: INMLCF, Forensis, 2018.
Es preocupante la situación de violencia sexual ejercida sobre niñas entre los (10 a 13 años) con una tasa por cada cien mil habitantes de (562,50), tasa que duplica la publicada en Forensis 2017 (260,5).
De las estadísticas que aparecen en la tabla 1, quiero llamar la atención sobre lo siguiente: que por cada hombre, hay seis mujeres que sufrieron abuso sexual (3.213 hombres, 19.203 mujeres), que en el caso de acceso carnal violento o acto sexual violento con persona protegida, la relación es de 1 a 5, y que, en el caso de violencia sexual dentro de la pareja, la relación es de 1 a 97. En lo que respecta a la violencia sexual ejercida contra niños, niñas y adolescentes, esa relación fue de 1 a 4.
Por la comunidad Embera Chamí tengo un profundo aprecio, no solo porque son parte de mi departamento, sino porque con sus mujeres con las cuales he recorrido un camino en un diálogo intercultural, hablando de derechos humanos y específicamente de los derechos sexuales y reproductivos de las niñas de esa comunidad.
Fotografía tomada durante el Encuentro de Mujeres Embera Chamí. Marsella, Risaralda. 2009. Fuente propia.
Hace muchos años conocí a Eulalia Yagarí (Embera de Antioquia) en la militancia política y en la lucha social. En 2008 y durante algunos años, tuve acercamientos con mujeres del resguardo de Suratena, como Solany Zapata y Gloria Patricia Tabarquino (lideresas muy importantes) para apoyar procesos de intercambio cultural, y tuve la oportunidad de participar en el encuentro de mujeres Embera Chamí de Risaralda, por invitación del CRIR (Consejo Regional Indígena de Risaralda), que tuvo lugar en el municipio de Marsella en 2009, y en el que se congregaron varios centenares de indígenas a discutir sobre sus problemas y plantear soluciones.
La Corporación Contigo Mujer, organización de la cual soy fundadora y a la que aún pertenezco, facilitó en esa ocasión que asistieran Eulalia Yagarí (exdiputada de Antioquia) y Patricia Tobón Yagarí (hoy magistrada de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición), para hablar de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres indígenas. El tema en esa oportunidad era la mutilación genital femenina y cómo lograr que las parteras de la comunidad dialogaran acerca de los impactos de esa práctica en sus niñas.
Si en aquel entonces me movía la plena convicción de que había que actuar para erradicar la práctica de la ablación en las niñas indígenas de la comunidad Embera Chamí, hoy lo que me convoca es la profunda solidaridad de género, el dolor que como ser humano y militante feminista me produce saber que siete hombres que portaban uniformes de una institución que debe protegernos, hayan abusado de una niña.
Espero y exijo de la Fiscalía General de la Nación una investigación a fondo para castigar a los responsables de este crimen atroz, que el Batallón San Mateo de Pereira no solo facilite a las autoridades el esclarecimiento de los hechos, sino que, de resultar culpables, pidan perdón públicamente al país, resarzan a la víctima y a su comunidad.
Que, si la niña resultare embarazada como producto del abuso, las autoridades de salud activen la ruta de atención para que, si es su voluntad, la víctima pueda interrumpir el embarazo, como lo ampara la sentencia C-355 de 2006 emanada de la Corte Constitucional.
Este hecho es de suma gravedad, no sólo porque es una menor de edad, porque el delito se realiza contra una persona protegida, es decir, la integrante de una comunidad indígena, sino también porque quienes lo habrían perpetrado son miembros de la fuerza pública. No es lo mismo que un particular cometa un delito a que lo haga alguien que representa la autoridad. Lo hace más aterrador que haya sido un concierto para delinquir de siete hombres armados portando uniformes que se hacen cómplices para vulnerar el cuerpo, la integridad y la dignidad de un ser humano indefenso.
En lengua embera, wera significa mujer. En un artículo de John Edison Sabogal Venegas, de la Universidad Nacional de Colombia, menciona a una mujer embera a la que llama Jimbûso Wera, que significa Mujer Colibrí. Hoy tocaron a una mujer colibrí. Hoy atajaron el vuelo y nos cortaron un poco las alas a todas.
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