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“Escucha, idio** las niñas no se tocan”.

Por:  Ghina Castrillón Torres.

Politóloga feminista.



 

A mi hermana y todas las mujeres que, como ella, son madres.

 

Hermana, comienzo esta carta expresando mi más profundo respeto y admiración por tu valiente compromiso en criar a tu hija (mi sobrina) de una manera diferente, intentando alejarla de las violencias y enfocada en reconocer los riesgos frente al abuso que tantas mujeres enfrentamos en nuestro mundo. Tu dedicación y esfuerzo por inculcar en la niña valores de autonomía y conciencia sobre su propio cuerpo son verdaderamente admirable.

 

Recuerdo el momento en que me compartiste la noticia de que esperabas una niña, y debo confesar que me invadió una mezcla de emociones. Pensé mucho en los desafíos que enfrentamos las mujeres en nuestra sociedad. Sin embargo, al conocerla quedé enamorada y sorprendida por su delicadeza, su pequeñez y su vulnerabilidad, lo que reafirmó mi compromiso con su bienestar y protección.

Mas aún en un país donde cada hora 2 niños o niñas son víctimas de abuso sexual y 8 mujeres cada hora son víctimas de violencia intrafamiliar o sexual, y, donde, además, la impunidad en estos casos alcanza el 90%, el compromiso con la crianza y el cuidado es un reto enorme.

 

Recientemente, durante la marcha del Día Internacional de la Mujer en pasado 8 de marzo en Medellín, tu hija gritó con claridad una arenga que me llenó de emoción: "escucha idio**, las niñas no se tocan". Se veía valiente y feliz. Pero, además, se veía cómo ella se sentía segura en medio de tantas mujeres que le siguieron el coro, le tomaron fotos y se alegraban con ella.

 

Esta tradición que has construido con ella, de marchar cada 8M refleja tu compromiso como madre, y la capacidad de la niña para comprender muchas de las injusticias que enfrentamos. Es evidente que has sembrado en ella la semilla de la defensa de sus derechos, y eso es algo digno de aplausos.

 

Lamentablemente, hemos recibido críticas y manifestaciones de odio en las redes sociales, acusándonos de "adoctrinamiento" por enseñar a la niña sobre la importancia de su integridad física y emocional. Sin embargo, hermana, quiero que sepas que tu labor como madre es excepcional.

 

Entiendo que puedas sentirte abrumada por las críticas y el odio que recibimos, pero quiero recordarte que no estás sola en esta lucha. La responsabilidad de criar a nuestras hijas e hijos en un ambiente de respeto e igualdad recae en toda la sociedad, y tu rol como madre está siendo verdaderamente hermoso.

 

Es importante que sigamos adelante con nuestra insistente labor, protegiendo y educando a nuestras niñas y niños sobre sus derechos y la posibilidad de reconocer los entornos seguros. La protección de la niñez debería trascender las diferencias políticas y la responsabilidad de criar a una niñez consciente es de todos y todas.

 

Quiero cerrar esta carta expresándote mi más profundo agradecimiento por tu valentía y dedicación en la protección de tu hija. Tu labor no solo impacta la vida de tu hija, sino también la de muchas otras niñas y niños que miran tu ejemplo con admiración y esperanza.

 

Gracias por levantar la voz y por luchar por un mundo donde todas las niñas y niños puedan crecer libres de violencias. Y sigo comprometida en acompañarte para que juntas enfrentemos este reto.

 

Con todo mi amor.

Ghi. 

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