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¿Fue un error la llegada de Otty Patiño para la búsqueda de la Paz Urbana en Buenaventura?

Por: Redacción Pares



Buenaventura, a finales del 2022, vivió un periodo inusual de tranquilidad: se cumplieron 85 días sin homicidios. La bandera del gobierno de Gustavo Petro, de la Paz Total, parecía surtir efecto casi que de manera inmediata. La labor del entonces alto comisionado de paz, Danilo Rueda, en conjunto con la mesa de negociación del gobierno y la intermediación de Rubén Darío Jaramillo, obispo de la Diócesis de la ciudad. El seis de diciembre del 2022 se firmó una tregua entre las dos bandas más desestabilizadoras del puerto, los Shottas y los Espartanos, escisión de la gran banda llamada La Local. En esos tres meses que duró la Paz Total Buenaventura se vistió de fiesta. Todavía se recuerda ese fin de año en donde se celebraban ollas comunitarias en las calles del puerto. Barrios como Las Palmas, San Francisco e Isla de Paz, se realizaron actos para celebrar lo que parecía un nuevo escenario. Desaparecían las fronteras invisibles, se respiraba un nuevo ambiente.


El 1 de octubre del 2022 se realizó incluso un partido de fútbol, organizado por el propio obispo Jaramillo, en el barrio Juan XXIII, algo que marcaba un nuevo derrotero. Era el primer laboratorio de Paz Total. Hubo crisis. Eran previsibles. Las treguas y los estallidos de violencia se sucedían. La paz no era completa. Según un informe de Pares publicado en mayo del 2023 entre enero y mayo de ese año se perpetraron por acción de los Shottas y  bandas criminales un total de 42 homicidios, siendo mayo (18 casos) y abril (12 casos) los meses más graves. Solo en mayo del 2023 hubo 23 enfrentamientos que cerraron un balance de 48 homicidios por causas de confrontaciones de bandas en los primeros cinco meses del año. Pero mal que bien había una mesa de negociación.


Después de la muerte de Alias Super, vocero de los Shottas, viene una crisis desde abril a julio del 2023 cuando se renueva la mesa y se le da un impulso a esta tregua que va hasta enero del 2024, pero los pactos de no agresión quedaron en entre dicho. Esto ha generado que los climas de paz queden en duda y la misma mesa de negociación hayan quedado en entre dicho.


Desde el 23 de noviembre del 2023, con la salida de Danilo Rueda el conjunto de procesos de Paz iniciaron un proceso de estancamiento, hay una distancia muy profundo con el nuevo comisionado, se percibe un abandono de las diversas fases dialógicas que se estaban desarrollando, eso incluye las de paz urbana que en Medellín y el Valle del Aburrá y en Buenaventura y en Quibdó ya tenían cuatro puntos de asuntos temáticos para conversar con los delegados o las estructuras armadas de los integrantes que se encuentran privados de la libertad. En el caso de Buenaventura con los Espartanos y los Shottas se habían acordado cuatro puntos que incluían actos de reconocimiento de responsabilidad y un proceso de desescalamiento de las economías ilícitas, discusiones del nuevo proyecto de la ciudad de Buenaventura el tránsito de las economías ilícitas a las lícitas, ese proceso se quedó abandonado. Lo que se buscaba con el nuevo comisionado era descentralizar esa figura.


Con base en lo que se conoce en las comunidades que habitan en Buenaventura donde operan grupos armados, a pesar de que estos han mantenido un compromiso de respeto a la vida y que se han roto las fronteras invisible la situación de fondo tiende a empeorarse ya que no hay interlocutor legítimo. Patiño borró de tajo lo que se había amenazado con el anterior comisionado de paz, Danilo Rueda.


Se conoce que cuando fue forzada la visita del comisionado por el padre Francisco de Roux, las críticas de los voceros de estas estructuras armadas se hicieron escuchar porque tildaron las declaraciones de Otty Patiño como discriminatorias y desconocían las necesidades del Puerto de Buenaventura.


Esta situación de congelamiento de las dinámicas de construcción de paz que pasaron de las fases de exploración lo que está haciendo es una nueva fase que, en vez de diálogos, lo que lleve es a la expansión de la violencia. En Buenaventura ya existe el riesgo de que las operaciones armadas de las AGC y de las EMC, estén ya en el casco urbano en el puerto, lo que generaría una población de alto riesgo para la población. Estas estructuras develaron vinculación de sectores privados de la fuerza pública y sectores políticos en operaciones criminales y de mafias enquistadas en la ciudad.


En Medellín, donde se había logrado avances, también está retrocediendo.

Para Nicolás León, integrante de la línea de Convivencia y Seguridad Ciudadana de la fundación Pares afirma que “el proceso estaba focalizado en Danilo Rueda, él era quien dialogaba directamente con la mesa de gobierno y con los voceros de los grupos, atendía y tenía iniciativa de personalizar cada una de estas mesas. Cuando sale Rueda se pierde el impulso de mover las mesas, y quedan en entredicho acuerdos que habían tenido con grupos, y con la ausencia de Rueda estos procesos quedaron en entredicho. Por eso la ausencia de un marco jurídico es más fuerte que hace un año. Eso no quiere decir que Otty Patiño no haga las cosas bien sino que se necesita una descentralización de la figura del Alto comisionado para la paz para que estos esfuerzos de paz urbana avancen de manera más efectiva”.


Los procesos han tenido suma complejidad, sobre todo el de Buenaventura “Este es un proceso que ha tenido muchas crisis, es un proceso que llega en plena guerra urbana y que tuvo efectos positivos en reducción de la violencia al inicio del acercamiento entre los grupos y el gobierno”.

En el último informe de la fundación Paz y reconciliación titulada ¿Plomo es lo que viene? Balance de la Paz Total 2022-2024, se aborda este complejo tema. Este es el informe




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