Por: Linda Y. Posso Gómez - Coordinadora de la Oficina Pares Pacífico
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¡Encontraron un Cuerpo! ¡Mataron a uno, a dos, a tres! ¡Van diez muertos en enero! Esto es lo que se escucha en Buenaventura hoy.
El primer mes del año 2025 ha sido doloroso, Buenaventura sigue contando sus muertos. Pero los muertos son más que un número. Se siente el miedo, con la prolongada realidad de violencia que ha sometido a esta comunidad, los bonaverenses temen nuevos ciclos de violencia, como ha sucedido antes.
Durante el año 2024, de acuerdo con registros oficiales de la Policía Nacional, el distrito reportó 77 homicidios, lo que significó una disminución del 43,79% con relación al año 2023 donde se registraron 137 víctimas. Este año van diez víctimas fatales. El 18 de enero la ciudad quedó horrorizada, los medios anunciaron que se encontró el cuerpo sin vida de una mujer previamente reportada como desaparecida en el barrio los Ángeles, comuna 6 del Distrito. Era Brenda Ordoñez, una mujer joven de 23 años, madre de una niña de 3 años y quien se encontraba embarazada.
Solo un día después, sin lograr asimilar la noticia de Brenda, se reportan nuevas muertes en el distrito. Tres jóvenes: Jhon Edwar, David Alexander y Haner, de 24,22, y 20 años habían sido asesinados. Luego asesinados también Fabio y Jader de 21 y 22 años, y seguimos contando muertes. La triste historia de los jóvenes que no alcanzan a cumplir ni siquiera los 25 años de edad en Buenaventura.
Los hechos de violencia se concentran en las comunas 6, 7, 9, 11 y 12, zona continente del distrito, escenarios que han sido campo de batalla de grupos criminales que se disputan el control territorial en la ciudad. La incertidumbre se extiende entre la población. "¿Qué pasa con la paz y la tregua?", se preguntan muchos, como si el espacio de conversación sociojurídica tuviera la responsabilidad exclusiva de construir la paz. Pero la realidad es más compleja.
El pacto de no agresión entre dos grupos del crimen organizado en el distrito propende la disminución de las violencias, pero no resuelve el problema estructural, especialmente si recordamos que en términos jurídicos no existe aún una salida concreta para el sometimiento colectivo que permita el desmantelamiento de estos grupos sin estatus político.
Este ha sido uno de los mayores retos para el avance y sostenimiento del proceso en Buenaventura, sumado a que, es evidente que Otty Patiño, Alto Comisionado de Paz ha concentrado sus esfuerzos en otros procesos como el del ELN y el Estado Mayor de Bloques y Frentes, procesos que, como el primero acaba de ser suspendido, por lo que se preveía, no hubo ninguna demostración de voluntad por parte del ELN de llegar a buen término en el proceso de Paz.
Por esta razón es importante volver a abrazar y fortalecer el proceso en Buenaventura, en donde a pesar de los percances, la tregua y el espacio sociojurídico ha tenido un impacto real en la disminución de algunas violencias, sobre todo las letales como los homicidios, pero esto puede cambiar, se podría retroceder y perder los avances de estos dos últimos años, un ejemplo de ello es el panorama de la ciudad hoy.
Hay barrios de la ciudad en zozobra, con familias confinadas en sus hogares. Jóvenes armados recorren las calles, mientras los niños los observan y siguen sus pasos. Una realidad que parece una espiral sin fin. ¿Hasta cuándo? ¿Dónde están las autoridades locales, la gobernación y el gobierno nacional? No basta con desear una Buenaventura en paz, hay que construirla. ¿Quién asume la responsabilidad de garantizar y proteger la vida? Se necesita que TODOS los actores se comprometan con este proceso; no podemos retroceder.
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