Por: Redacción Pares*
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Los invito a dibujar escenarios para las elecciones presidenciales de 2026. ¿Quiénes estarán en segunda vuelta? ¿La izquierda pura y la derecha radical? ¿Dos candidatos al centro del espectro político? ¿O, acaso, algún outsider se colará en segunda y competirá con alguien del centro o de la izquierda?.
Para establecer estos escenarios es bueno echarles un ojo a las últimas encuestas y mirar hacia atrás, hacía lo que ha ocurrido en los últimos 15 años.
En la encuesta de Eco-analítica de febrero, los resultados arrojaron que Vicky Dávila, exdirectora de la revista Semana, lidera la intención de voto, con un 15,1 por ciento; le siguen Gustavo Bolívar, actual director de Prosperidad Social, con el 11,9 por ciento; el exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, con el 11,5 por ciento; Germán Vargas Lleras, 5,2 por ciento; Claudia López, 4,6 por ciento; y María José Pizarro, 4,1 por ciento.
En la encuesta del Centro Nacional de Consultoría, Vicky Dávila lidera la intención de voto con un 12,7 por ciento, seguida de Sergio Fajardo, con un 11,8 por ciento y Juan Manuel Galán, con un 7,8 por ciento, y luego Claudia López (6,9 por ciento), Miguel Uribe (6,8 por ciento) y Gustavo Bolívar (6,7 por ciento), se sitúan en posiciones similares, mientras que Germán Vargas Lleras alcanza un 6,2 por ciento y María Fernanda Cabal, un 5,6 por ciento.
Es muy temprano para dar por definitivas estas tendencias y seguramente pasaran muchas cosas en el camino hasta llegar a las citas electorales de primera y segunda vuelta en mayo y junio de 2026; pero ya tenemos la indicación de que Vicky, quien ha sacado ventaja de una oposición sin asco y de la abultada billetera de Gilinski, será una competidora importante, que el centro político y su variedad de candidatos estará en la puja y que las huestes de Petro y Uribe lucharán a brazo partido para no dejarse sacar de la contienda.
Ahora echémosle un vistazo a lo que ha ocurrido en las últimas campañas electorales:
En 2010 se avizoraba una dura contienda entre el uribismo y la izquierda radical, pero Andrés Felipe Arias -candidato preferido de Uribe- perdió la consulta conservadora y Uribe tuvo que recurrir a Santos, un candidato moderado de la derecha. Y en la izquierda Mockus le ganó la nominación a Gustavo Petro; entonces la competencia se libró entre dos candidatos del centro político. Santos, el estratega, con el apoyo del uribismo, ganó con ventaja la batalla.
En las elecciones de 2014, Santos, alejado de Uribe y con las banderas de la paz en sus manos, conquistó el apoyo de la izquierda para enfrentar a Óscar Iván Zuluaga, candidato del uribismo, y ganó la contienda. La polarización se tomó la campaña electoral y la izquierda empezó a ser protagonista decisiva de segunda vuelta: sin ella no hubiera ganado Santos.
Pero en las elecciones de 2018 el uribismo, que había derrotado a Santos en el plebiscito por la paz, se convirtió nuevamente en el gran protagonista de la campaña electoral, mientras la izquierda, en cabeza de Gustavo Petro, desplazó al centro-derecha y se metió en segunda vuelta. La polarización entre la derecha dura y la izquierda fue el signo de la contienda y Duque y la derecha ganaron cómodamente la batalla.
El 2022 estuvo precedido de una serie de acontecimientos políticos y sociales que catapultaron a la izquierda: la pandemia, el estallido social, la desmovilización de las Farc, la derrota de Trump en Estados Unidos, el triunfo de varias fuerzas de izquierda en América Latina y el mal gobierno de Iván Duque.
El escenario parecía muy propicio para el triunfo de Petro, que ganó con holgura la primera vuelta. Pero, de un momento a otro, se creció Rodolfo Hernández -el outsider- y el escenario se tornó bastante incierto. Al final, la izquierda ganó, pero tuvo que recurrir a comprometedoras alianzas con una diversidad de personajes cercanos a Santos, o a César Gaviria o al Partido Verde.
¿Cuál de estos escenarios se repetirá en la segunda vuelta de 2026? ¿O acaso se presentará algo inédito?
Si las encuestas actuales persistieran, Vicky Dávila llegaría a esta instancia al lado de alguien de centro político: Fajardo, Claudia, Galán o algún aliado del actual gobierno (Cristo, Roy, Murillo), quizá con apoyo de Petro. Sería una contienda entre una nueva derecha y la centro izquierda. Ahí tenemos el primer escenario.
Pero a Vicky le esperan muchas controversias y definiciones. No se sabe aún si mantendrá su condición de outsider y será la Rodolfo Hernández de 2026 o si, al final, aceptará la alianza con varias fuerzas de la derecha y se terminará pareciendo más a Fico Gutiérrez. No se sabe cuánto puede restarle ese afán de parecerse a Javier Milei. En medio de esos ires y venires puede sucumbir su candidatura.
También, en el centro del espectro político, pasarán cosas. Saltarán nuevos candidatos a la contienda y esta corriente se enfrentará al reto de superar la dispersión, buscar la unidad y afinar un discurso convincente de moderación en un ambiente de crispación entre la derecha y la izquierda.
El segundo escenario podría ser de polarización política entre la izquierda y la derecha más ligada al uribismo. En este escenario tendrían que saltar a los primeros lugares de las encuestas candidatos como Gustavo Bolívar o María José Pizarro, por el petrismo, y Miguel Uribe o María Fernanda Cabal por el uribismo. Algunos analistas descartan este escenario por el desgaste del actual gobierno y los problemas judiciales y las disputas que enfrenta el uribismo. Pero ya hemos visto que las estrategias de polarización son bastante eficaces y no es posible borrar de un plumazo a fuerzas que han sido decisivas en las últimas campañas.
Este escenario tiene en la actualidad, además, algunos bemoles. El tormentoso consejo de ministros televisado el 4 de febrero mostró a una izquierda con graves fracturas y a un Petro pensando que quizás sería mejor inclinarse por alguien del centro político para buscar una alianza que le garantice un triunfo contra la nueva o la vieja derecha. También se sabe que Uribe está buscando afanosamente un candidato por fuera del Centro Democrático que tenga un mejor registro en las encuestas y le facilité estar en la segunda vuelta.
Cabe un tercer escenario, con algún parecido a lo que ocurrió en el 2010. Que un moderado de la derecha le gane la nominación a Vicky Dávila y al uribismo y, en el otro lado, en las izquierdas, un moderado se ponga por delante de los candidatos más caracterizados del petrismo. No será fácil, porque en el ambiente de polarización que ha vivido el país los radicales tienen muchas posibilidades de hundir al centro.
Sé que este tipo de artículos con escenarios diversos donde el columnista no mete la mano al fuego por una corriente o candidato no son del agrado de mucha gente, pero abren un debate quizá interesante.
*Columna publicada originalmente en la Revista Cambio
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