Por: Línea de Democracia y Gobernabilidad

Los comicios atípicos dejaron como ganador a Jhon Molina, candidato avalado por el Partido Conservador, Autoridades Indígenas de Colombia (AICO) y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS). Molina se llevó en el preconteo el 39,83% de la votación, con 42.673 votos. Le siguieron Jonny Fernando Portilla, avalado por el Partido Liberal en coaval con Fuerza de la Paz que obtuvo 27,39% y 29.352 votos, junto con John Freddy Peña, candidato del Partido de la U y por el Partido Alianza Social Independiente (ASI), quien alcanzó a obtener un 22,38% y 23.986 votos. Muy rezagado en la carrera electoral quedó Miguel Ángel Rubio, el candidato del Pacto Histórico, quien obtuvo un 7,54% de la votación y un respaldo de 8.083 habitantes.

A nivel general, participaron 109.475 del potencial de 259.970 votantes que tiene el departamento, el 42,11% del total de votantes habilitados. La abstención se ubicó sobre el 57,88%.
En términos de conteo entre los 10 municipios, Molina arrasó en la mayoría de las cabeceras urbanas de Putumayo, donde su margen de votación tuvo una mediana de 41%, mientras que Portilla y Peña alcanzaron una mediana del 26%. Atrás quedó Miguel Ángel Rubio con una mediana de 6%, mientras que la abstención se alzó sobre una mediana del 53%.
Lo que sí queda claro es que Molina logró ganar con una base electoral menos dispersa y apoyos más uniformes, lo que implica que las bases políticas y su estructura (que pudo haberse visto afectada por el asesinato de Elver Cerón, barón electoral conservador de Putumayo a inicios de enero de 2025 y quien presuntamente estaba prestando apoyo a la campaña de Molina) se mantienen estables en el tiempo y no se vieron afectadas por este hecho.
Por su parte, la campaña de John Freddy Peña tuvo una intención de voto más dispersa y un voto mucho más fragmentado. Hay que recordar que según nuestro informe acerca de estas elecciones, Peña es el heredero de la estructura del exgobernador Buanerges Rosero, cuestionado por irregularidades en procesos de contratación pública. De hecho, en Puerto Caicedo, bastión de Rosero, Molina dobló la votación de Peña.
Gráfico 1: Diagrama de cajas de la votación a cada candidato y la abstención en las elecciones atípicas de Putumayo, en sumatoria de los 13 municipios.

El triunfo de Molina puede observarse cuando se desagregan los datos electorales a nivel municipal, donde Molina terminó ganando en 7 de los 13 municipios, incluyendo en la capital, Mocoa. Molina solo perdió en 3 municipios: Orito, donde Portilla barrió con casi el 50% de los votos, Colón, donde quedó segundo detrás de John Freddy Peña, y en Sibundoy, donde en una elección reñida, quedó tercero tras Portilla y Peña. Rubio solo rompió el techo del 10% en Valle del Guamuez y Puerto Asís. Peña solo ganó con suficiente margen en el municipio de Colón. Casualmente, este municipio tuvo la tasa de participación más alta del departamento, que fue de 62,25%.
Gráfico 2: Porcentaje de votación por cada candidato a la Gobernación de Putumayo, contrastado
con la cifra de abstinencia en cada municipio.

Frente a la abstención, sigue las mismas tendencias rastreadas en 2019 y 2023, por lo que no se ve ninguna alteración exógena o externa que indique que la asistencia de los votantes a los comicios estuvo alterada de alguna forma. Exceptuando por los datos del municipio de Santiago (donde hubo problemas de orden público que llevaron a la cancelación de los comicios en 2023), se observa que la cifra de abstención aumenta siguiendo el mismo patrón de años anteriores. En promedio, esa variación se ubica en un aumento entre el 15% y el 25%, siendo el caso del Valle del Guamuez el más notable, pues su abstención subió del 41,70% en 2019 al 68,06% en 2025, habiendo sido sólo del 44,04% en 2023. No obstante, la abstención sigue una misma tendencia a nivel municipal.
Gráfico 3: Análisis de tendencia de abstencionismo electoral a nivel municipal en Putumayo, entre las elecciones regionales de 2019, 2013 y las elecciones atípicas de 2025.

Tampoco hubo ningún hecho reportado de violencia político-electoral que generara alguna alerta temprana sobre el proceso. Tanto el Ministerio del Interior, como la Registraduría, la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría, lo mismo que la Policía Nacional, indicaron que el proceso se desarrolló en total tranquilidad y que no hubo ninguna amenaza a la seguridad durante el proceso. Asimismo, el grupo Comandos de la Frontera sacó un comunicado indicando que se comprometía a no interferir de ningún modo con el proceso. Esto, luego de que, tras el informe publicado desde la Fundación Paz y Reconciliación, el diario El Espectador indicara del riesgo de constreñimiento electoral tras la captura de alias “La Araña”, uno de los comandantes de ese grupo en días previos.
El triunfo de Molina denota que la estructura conservadora en el departamento se mantiene intacta

Molina se presentó en las elecciones con cuestionamientos que señalaban presuntos vínculos con estructuras políticas del departamento, entre ellas, la del antiguo dirigente conservador Elver Cerón, quien fue asesinado en un hecho ocurrido el 4 de enero del presente año.
Aunque la estructura de Molina fue señalada desde el inicio de la campaña, las críticas generadas no afectaron a un político con experiencia en procesos electorales del departamento. Molina se presentó por tercera vez a la elección y en esta ocasión obtuvo el triunfo por un amplio margen, pese a que el candidato Jonny Fernando Portilla consolidó una base política mediante la unión de estructuras tradicionales, como los liberales liderados por Carlos Ardila, la influencia de la familia Rivera y sectores políticos que retiraron el apoyo a la candidatura de Miguel Ángel Rubio.
Por otro lado, los hechos indican que Molina asumió presuntamente el rol de heredero principal de la estructura de Cerón, quien manejaba la influencia electoral predominante en el departamento. Molina aprovechó la ausencia de poder tras la muerte del antiguo dirigente para construir las bases de una nueva estructura, con la cual alcanzó su objetivo de convertirse en gobernador. La poca dispersión en los datos electorales analizados en el apartado anterior deja entrever que el voto a Molina fue uniforme y poco disgregado, canalizando los apoyos a nivel municipal sin muchas pérdidas y manteniéndose siempre como primera o segunda opción en cada municipio.
Esto se suma, entre otras cosas, a otros cuestionamientos que realizamos en este informe, entre los que se encuentra el presunto apoyo de Comandos de la Frontera en algunos territorios, donde según testimonios recogidos por la Fundación Paz y Reconciliación, habría existido algún tipo de constreñimiento electoral. Del mismo modo, se suma a las denuncias del diario El Espectador, en la que se establece que, además de buscar el voto hacia candidatos en estas elecciones atípicas, también se estaba constriñendo a la población civil para exigir la liberación de alias “La Araña”, cabecilla de ese grupo armado.
Aunque las formas en las que se ha transformado el poder de Molina han sido objeto de debate, su capacidad de maniobra y adaptación a contextos políticos lo llevaron a convertirse en gobernador y líder de una nueva estructura que integra el poder asociado a Cerón y la base política conservadora que actualmente ejerce influencia en el departamento.
De igual manera, los resultados muestran que las estructuras políticas de Jonny Fernando Portilla, respaldadas por partidos tradicionales, no alcanzaron consolidación electoral, pese a que la campaña de Molina estuvo marcada por críticas y alianzas que generaron cuestionamientos sobre su transparencia.
La campaña de John Freddy Peña, que, según versiones recogidas en nuestro informe, recibió apoyo económico de estructuras del Putumayo, llegó a considerarse como una alternativa frente a la candidatura de Molina —sujeta a análisis— y la figura arraigada en la tradición política que se consolidaba en la campaña de Portilla. No obstante, tampoco despegó.
Del mismo modo, queda un panorama sombrío para el Pacto Histórico, luego de que su candidato, sin el apoyo de una estructura nacional viable ni del bloque de partidos a nivel nacional, lograra superar el umbral del 10%. Que un candidato del Pacto Histórico pierda en uno de los departamentos donde este bloque tuvo amplias votaciones para congreso y presidencia en 2022 indican que la tendencia de la izquierda para traducir sus votos nacionales en candidatos regionales viables con opción de poder es frágil y, en muchos de los casos, no tiene cómo competir ante estructuras tradicionales.
Desde la Línea de Democracia y Gobernabilidad seguiremos poniendo la lupa a los procesos electorales atípicos de este año, así como también iremos preparando los escenarios de análisis de violencia político-electoral y otros cuestionamientos a precandidatos y candidatos, de cara hacia 2026.
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