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Jorge Noguera, el favorito de Álvaro Uribe que fue el cerebro de las chuzadas del DAS

Por: Iván Gallo


Foto tomada de: El Espectador


El 6 de agosto del 2020 la Nación fue condenada por haber chuzado a Petro. Esto parece haberse olvidado con relativa facilidad. En medio del intercambio de mensajes entre el actual presidente y Álvaro Uribe, Petro recordó estos hecho a través de su cuenta en la red social X: “No hay, sino que recordar cuando, después de mi debate el 18 de abril del 2007 sobre el desarrollo del paramilitarismo en Antioquia, fui amenazado por el expresidente Uribe con el DAS. "Pregúntele al DAS", dijo en rueda de prensa ante pregunta de Felix de Bedout un 19 de abril”.


Por eso es oportuno publicar este capítulo incluido en el libro Parapolítica: historia del mayor asalto a la democracia en Colombia, recientemente publicado por la editorial Planeta. En él se cuenta la estrecha relación que tuvo Uribe con Noguera, quien sería condenado por las interceptaciones telefónicas que hizo desde el DAS, entidad que dirigía, hacia los principales enemigos del gobierno Uribe. Este es el capítulo:


Álvaro Uribe conoció a Jorge Noguera un año antes de nombrarlo director del DAS. Bastaba leer su hoja de vida para ver que no era el más acreditado para ejercer un cargo tan alto en materia de seguridad. Abogado, su nombre no tenía peso nacional. Había ejercido cargos de influencia pero sólo en su departamento: asesor de la Gobernación del Magdalena, secretario de la Corporación Autónoma Regional, secretario general de la Sociedad Portuaria de Santa Marta. Para muchos, como para Juanita León, directora del portal La Silla Vacía, había sido un misterio el nombramiento de Noguera Cotes.


Una de las razones pudo haber sido el odio que compartían por las FARC, algo que a comienzos de este siglo daba réditos políticos. Otra explicación fue el trabajo que realizó entre los años 2001 y 2002 siendo el jefe de campaña de Uribe en Magdalena. Lo cierto es que una semana después de haber sido posesionado presidente, Uribe nombró al joven funcionario -tenía 39 años en ese momento- como director del Departamento Administrativo de Inteligencia, DAS, que en ese momento tenía 7.000 funcionarios a su cargo.


Noguera le calzó como un guante al poderoso presidente. En el año 2004 entró a hacer un revolcón en ese organismo y lo ajustó de acuerdo al llamado estatuto antiterrorista con el que Uribe pensaba descabezar a las FARC. Una de las determinaciones que asumió Noguera fue nombrar a José Miguel Narvaez como subdirector del DAS, cargo en el que duró sólo cinco meses.


Durante una década -como lo comprobaría la justicia años después- entre 1995 y 2005 Narváez llevaba una doble vida. Era un académico distinguido, un padre de familia respetable, con una fuerte afinidad con el ejército y con algunos industriales. También era un impulsor de políticas de seguridad tan cuestionables como las CONVIVIR de Antioquia. Además está documentado que visitaba a comandantes paramilitares como Carlos Castaño en sus fincas en Córdoba y le llevaba listas de posibles aliados de la guerrilla. Uno de esos nombres al que él aconsejó matar fue a Jaime Garzón. La orden de asesinar al comediante le terminó pesando en la consciencia a uno de los creadores de las AUC.


Pronto esa relación de Narváez con los paracos terminó siendo un escándalo público. Uribe lo descabezó y empezó una confrontación entre los dos mandos del DAS. Sin embargo no pasó mucho tiempo hasta que, a raíz de investigaciones de la revista Semana y de Cambio, Noguera también salió de la institución. Uribe no quería quemar ese fusible. Sobre él afirmaba que se trataba de “un buen muchacho de una muy buena familia”. La historia, una vez más, no le daría la razón al expresidente.


El acucioso periodista Julián Martínez explicó en su momento cómo Noguera instigó la muerte del profesor Alfredo Correa de Andréis en el 2004. La caída del director del DAS empezó con la incautación del computador de Don Antonio, mano derecha de Jorge 40.

Se llamaba Edgar Ignacio Fierro. Entre los años 2003 y 2004 comandó el frente José Pablo Diaz. Fierro conocía esa parte de la Costa porque había estado allí cuando fue teniente del ejército. Fierro conoció a Jorge 40 cuando él empezaba a ser conocido como un comandante paramilitar de los duros. Por él llega a las AUC. Se especializaron en el Atlántico, a matar y a extorsionar. Según Verdad Abierta  “las víctimas iban desde ladronzuelos o viciosos de barrio, hasta líderes comunitarios, académicos, sindicalistas, comerciantes y ganaderos”.


El CTI lo capturó en un conjunto residencial cerca al aeropuerto de Santa Marta llamado Villa Canaria. Recién, cinco días atrás, se acababa de desmovilizar. Incluso cuando lo agarraron creyeron que con la versión libre que había dado se había salvado. Los crímenes que había cometido habían sonado como la caída de una caja de hierro, el asesinato de Andreis, del expresidente del sindicato de Tele Caribe Adán Pacheco, del defensor de derechos humanos Pedro Orozco, hasta el líder de los desplazados en Atlántico Miguel Espinosa Rangel. Todos los crímenes de Don Antonio, todos los políticos que habían comprado las AUC en el Caribe, todo reposaba en su computador personal.


En él había una carpeta que se llamaba “Amigos del DAS”. El nombre era una ironía: eran 116 personas con diversas profesiones y actividades que tenían una cosa en común, combatir ideológicamente a los paramilitares. Uno de ellos era Correa de Andreis, un profesor con una experiencia de 23 años cuyo único delito había sido ayudar a las poblaciones desplazadas de Atlántico y Bolívar. Ese apoyo a los que no tenían nada le valió ser acusado como ideólogo del frente 59 de las FARC, calumnia por la que pagó cárcel.


Jamás tuvo tiempo para militar en guerrilla alguna. De Andreis estudió ingeniería agrónoma y sociología- Estudió una maestría en Francia y uno de sus amigos, el columnista Alvaro Camacho, lo describió de este manera: “un hombre grandote (yo lo llamaba ‘el Cipote’), alegre, bailarín y excelente conversador. Pero, sobre todo, tenía la ingenuidad que caracteriza a las buenas personas: se asombraba y entusiasmaba con las conversaciones en clave de sociología, y en particular lo seducían los temas de la cultura”. Lo terminó condenando sus estudios sobre el desplazamiento forzado en el Magdalena.


El viernes 17 de septiembre del 2004, mientras caminaba por la carrera 53 con calle 60 en Barranquilla, dos sicarios lo mataron. “Ey loco, no dispare”. Alcanzó a decir. Pero la orden estaba dada.


Y la orden había provenido de Jorge Noguera como determinaría la justicia en el 2011. A este crimen se le sumaba a uno de los consentidos de Uribe los señalamientos del ex jefe de sistemas del DAS, Rafael García, quien afirmó que, mientras Noguera era su jefe, le ordenó borrar antecedentes de personas que le debían a la justicia. Muchos de ellos cercanos a Rodrigo Tovar Pupo, mejor conocido como Jorge 40. Además, fue el hombre detrás de las famosas chuzadas del DAS, crimen por el que también pagó María del Pilar Hurtado

Noguera saldría del DAS por la puerta grande. Fue nombrado por Uribe como cónsul en Milán, Italia. No duraría mucho tiempo en el cargo. El 8 de mayo del 2006 renunció a su cargo. El Fiscal Mario Iguarán incluso había viajado a Italia para escuchar su versión sobre los señalamientos que tenía encima por su colaboración con los paramilitares.


Lo capturaron en el 2009 y en el 2011 la Corte Suprema de Justicia lo condenó a 25 años por los delitos de concierto para delinquir, homicidio y falsedad por ocultamiento y revelación de secreto. Además se determinó que había sido el hombre que dio la orden contra Correa de Andreis. Incluso le había ordenado a un funcionario del DAS a que siguiera durante todo un año al profesor, haciéndole tomar fotos y tener toda su rutina en una carpeta para saber cuando accionar.


En el 2017 la Corte lo condenó a 7 años de cárcel por el escándalo de las Chuzadas, el nombre con el que se conoció la red de espionaje que se descubrió durante el segundo mandato de Uribe y que iba dirigida contra periodistas, políticos de oposición y otros personajes de la vida pública.


Desde octubre del 2020, en plena pandemia, Jorge Noguera goza de libertad condicional.

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