Por: Miguel Ángel Rubio Ospina, Coordinador
Línea Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil
El balance del trabajo con jóvenes de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) en 2022 no pudo ser más que positivo. Pares apuntaló su apuesta por los jóvenes con procesos formativos en liderazgo social y político, con enfoque de género, reconocimiento de la diversidad sexual, étnica y territorial, en zonas de la geografía nacional históricamente olvidadas por el Estado.
Nuestras Escuelas de Liderazgo en Buenaventura, Valle del Cauca; Pueblo Rico, Risaralda; Cúcuta, Norte de Santander, y el proyecto Juventud AGTIVA en Seis Municipios de Caquetá, dan muestra del genuino interés de nuestra organización por formar, direccionar, aconsejar y, sobre todo, provocar en los jóvenes deseos de participar en instancias de incidencia, toma de decisiones y ser protagonistas reflexivos y críticos de la coyuntura política y la vida nacional.
Se dice a voces que este Gobierno, el primero de izquierda en Colombia, se le debe en gran medida a los jóvenes del país que en 2019 y 2021 atestaron las calles del país en masivas y sentidas protestas ciudadanas que reclamaban salud, educación, comida y dignidad, garantías para la protesta y un nuevo modelo de país viable para quienes serán y ya son los nuevos líderes y dirigentes del país.
El Gobierno que comenzó en firme el pasado 07 de agosto, y que cumple sus primeros seis meses, sin embargo, ha dejado mantos de duda sobre las promesas hechas a la juventud. Una de ellas un punto de honor de toda la lucha, la eliminación del ESMAD como fuerza de contención del Estado, a la que ya no sólo no será eliminada, sino que se le ha cambiado de nombre y uniforme, una reforma tibia que intenta dejar contentos a ambos sectores, a los que predican la seguridad armada y a los que predican la libertad de protestar sin represión. Como diría la canción de Los Prisioneros: “nunca quedas mal con nadie”.
Otra de las propuestas en las que se “patrasió” el Gobierno fue en la educación superior gratuita. Este tema de vital importancia en el debate nacional se ha quedado en las profundidades. El Ministerio de Educación poco ha sonado en estos seis meses y el ministro Gaviria no ha sido el principal foco de los medios. No se sabe a ciencia cierta hacia dónde va la educación de Colombia en este Gobierno y si habrá o no al menos la intención de una reforma profunda y estructural al actual sistema educativo.
En los últimos meses el debate de las juventudes migró hacia la Paz Total. Los voceros de paz, el programa Jóvenes en Paz, los subsidios prometidos a los muchachos para que no se metan a bandas delincuenciales y así quitarle personal a esas organizaciones delictivas, son propuestas que intentan apagar los leños cenizos de un estallido que en cualquier momento puede volver a despertar.
La primera señal del Gobierno en ese sentido, que duró poco, fue nombrar en la Alta Consejería para las Juventudes a la vallecaucana Gabriela Posso, líder juvenil proveniente del Estallido social que en Cali fue relevante y que dado su origen despertó inicialmente un entusiasmo desvanecido en los últimos días, debido a cuestionamientos sobre el Encuentro Nacional de Juventudes en Medellín, en donde además de intoxicaciones, la queja general fue el desconocimiento de las problemáticas más acuciantes de los jóvenes, la falta de recursos, la mala metodología, entre otras, hechos que empiezan a desanimar el reconocimiento de ese nombramiento y genera resistencia entre organizaciones colectivas de jóvenes que han quedado por fuera de las discusiones propuestas por el Gobierno.
¿Y cómo interlocutar con los jóvenes del estallido social si el anatema de ellos es “a nosotros nadie nos representa”? Afirmación que puede carecer de sentido pero que implica un esfuerzo por parte del Estado, las organizaciones de la sociedad civil, entre otros, a construir puentes distintos de interlocución con un sujeto político que ya no es individual, sino colectivo: organizaciones sociales de base juveniles, barriales, que hablan en combo y que todo lo dirimen en el grupo, que empiezan a desconfiar de los personalismos y que ponen en la superficie la necesidad de construir una interlocución que hable en pluralidad y diversidad representativa.
En ese sentido aparece entonces una preocupación: ¿cómo llevar la Paz total al sector de los jóvenes del estallido social, es suficiente con el programa Jóvenes en Paz y los voceros de paz? Algunos de ellos representantes del estallido social en trámite de judicialización por delitos a bienes públicos, los voceros de paz, los gestores de paz, ¿debe reducirse sólo a los jóvenes que están en las cárceles, o se ha pensado extender esta propuesta a vocerías emanadas de los barrios y comunas donde perviven a la sombra y en silencio esas organizaciones que mantienen una resistencia en sus territorios, contrario a lo que se ha pensado?
Nuestro trabajo como organización de la sociedad civil respecto a los jóvenes pasará entonces por continuar promoviendo procesos de liderazgo, encaminados a la construcción de la Paz Total. Para esto deberemos tener en cuenta figuras propuestas por el Gobierno como los gestores de paz. Hace poco fueron puestos en libertad siete jóvenes de la denominada primera línea que deberán trabajar sin remuneración en la construcción de la Paz Total, bajo la batuta de las recién creadas Comisiones Intersectoriales de Paz, decreto 2422, y la suma de todos los esfuerzos de organizaciones, colectivos y liderazgos que hemos mapeado, construido y ayudado a fortalecer desde Pares.
El año pasado pudimos entender la necesidad de los jóvenes de encontrar modos de participar y de incidir. Este año direccionaremos estos procesos a convertirlos en protagonistas estelares de la Paz Total, llevándola a los territorios, al contexto de lo urbano y a buscar un proceso de reconciliación y saldo de la deuda histórica de años del Estado con la juventud.
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