La alianza del coronel Hugo Aguilar y Carlos CastaƱo para acabar con Pablo Escobar
- Redacción Pares
- 25 ene 2024
- 5 Min. de lectura
Por: Redacción Pares

Fotos tomadas de: La Vanguardia
En 1989, cuando Pablo Escobar a punta de bombazos y magnicidios, ponĆa de rodillas al gobierno de Virgilio Barco, pocos policĆas declinaban las ofertas que les hacĆa el capo de la mafia para torcerlos. La ecuación era muy sencilla, o plata o plomo. El oficial Hugo Aguilar en esa Ć©poca se habĆa especializado en criminologĆa en la universidad Complutense de Madrid y habĆa dado golpes certeros a la guerrilla durante el gobierno de Belisario Betancur. En la institución lo conocĆan por ser un tirador eximio. Alguna vez el periodista GermĆ”n Castro Caycedo lo llevó a un polĆgono y le pidió demostrar su pericia. A una distancia de cuarenta metros disparó sobre el mismo punto once veces. Eran golpes secos. Las balas entraron todas por el mismo orificio.
TenĆa temple y determinación. Por eso el coronel Hugo MartĆnez Poveda lo llamó para ser junto a Ć©l las cabezas del Bloque de BĆŗsqueda, el grupo Ć©lite conformado por 450 hombres que buscaba acabar con el criminal mĆ”s temible del mundo. Uno de los problemas mĆ”s grandes era la infiltración dentro de la policĆa. Escobar tenĆa a un teniente, al que apodaban CirirĆ, encargado de informarle el mĆ”s mĆnimo movimiento en su contra. Por eso, cada vez que tenĆan al capo cercado, aparecĆan lugartenientes suyos como Pinina haciendo una contraofensiva. El Bloque de BĆŗsqueda terminaba reculando.
Fue idea de Hugo Aguilar empezar a infiltrar al capo. Darle de su misma medicina. 1989 fue el aƱo de los grandes atentados. Destrucción del DAS haciendo explotar un bus lleno de dinamita, explosión del avión de Avianca. Asesinatos de los candidatos presidenciales GalĆ”n y Bernardo Jaramillo Ossa. Aguilar estaba desesperado por ganarle la partida al Cartel de MedellĆn. AsĆ que, sin escrĆŗpulos, empezó a hacer alianzas primero con dos grandes paramilitares del Magdalena Medio. Ramón Isaza fue el padre fundador de los paras en ese lugar de Colombia y siempre tuvo resquemores con meterse en el negocio de la coca. No fue difĆcil convencerlo para incomodar con acciones armadas al capo en el lugar donde habĆa construido Napoles, su hacienda mĆ”s querida. El otro al que torció a su causa fue Henry PĆ©rez, muy cercano a Gonzalo RodrĆguez Gacha y quien fuera en 1989 el arquitecto del asesinato de GalĆ”n. Eso no le importaba a Aguilar. PĆ©rez fue rĆ”pidamente descubierto por Escobar y asesinado en 1991.
No obstante, la gran ayuda que recibió Aguilar provino de una fuente anónima. Se hacĆa llamar El Fantasma. Al menos asĆ se presentaba en sus intempestivas llamadas. TenĆa la voz ronca y atropellada. Afirmaba estar cansado del tsunami de sangre en el que Escobar ahogaba al paĆs. Era el encargado de poner los carros bombas en ciudades colombianas. Empezó a delatar autos regados por diferentes calles. Uno los hacĆa explotar, como para que el jefe no se molestara, y otros los delataba. Con el tiempo Aguilar supo que su fuente era Carlos CastaƱo.
Fidel, Carlos y Vicente CastaƱo eran de Amalfi. Usaron como excusa el confuso secuestro y posterior asesinato de su papĆ” para emprender su guerra antinsurgente. No existen pruebas de que el crimen lo hubieran cometido las FARC. Desde mucho antes de esto eran malos. Se dedicaban al contrabando y tenĆan gatillo fĆ”cil. Con Escobar ingresaron al negocio de la coca y aumentaron su fortuna. Fidel tenĆa gustos refinados. Le gustaban los cuadros de pintores famosos y los vinos caros. Incluso, cada vez que se encontraba con Victoria Eugenia Henao, esposa de Pablo Escobar se ponĆan a hablar de arte, lo que enfurecĆa al capo. La postura ideológica de los CastaƱo chocaba con la de El Patrón quien siempre se declaró como un admirador del ChĆ© Guevara y del M-19. Nunca estuvo de acuerdo con el asesinato sistemĆ”tico de la UP, el de Jaime Pardo Leal o Bernardo Jaramillo Ossa. Los CastaƱo, por su parte, empezaban a medir las consecuencias que para ellos traerĆan el baƱo de sangre que sumĆa al paĆs las acciones de su jefe. La extorsión de Escobar a otros mafiosos empezó a agrietar al Cartel. Por eso CastaƱo empieza a tener contactos con la policĆa. SabĆa que Aguilar era el hombre.
Estaba obsesionado con acabar a Escobar. Los registros que hay de las llamadas no dejan duda que quien fuera unos aƱos despuĆ©s gobernador de Santander no le temblaba la voz al enfrentarlo. Poco despuĆ©s de los episodios que terminarĆan con su escape en la Catedral, cuando el cerco se cerraba sobre Escobar, Ć©ste llamó a Aguilar para amedrentarlo:
-Gonorrea hijueputa, les voy a volar la Escuela Carlos HolguĆn, les voy a volar a sus familiasā¦
Aguilar le respondió
-Toque a las familias, colóquele a ellas una bomba y le pondremos una a la santa de su mujer y al talego de manteca de su muchachito
Aunque hasta el pasado 23 de enero, mĆ”s de treinta aƱos despuĆ©s de los hechos, Hugo Aguilar contarĆa su verdad a los magistrados de la JEP, el general ya lo habĆa hecho a comienzos de este siglo. Lo hizo ante el micrófono de GermĆ”n Castro Caycedo. La mitad del libro Operación Pablo Escobar, es la narración de Aguilar sobre su persecución al capo y su alianza con CastaƱo. Incluso afirma que fue de Ć©l la idea de crear los PEPES, el grupo de criminales que alguna vez formaron parte del Cartel de MedellĆn y que crearon una sociedad para cargarse al mafioso mayor. Esta terminarĆa siendo, ni mĆ”s ni menos, la puntalada final que necesitaba para conformarse el gran tejido de las AUC.
DespuĆ©s de que Escobar asesinara en la Catedral a Kiko Moncada y el Negro Galeano, los dos grandes mafiosos que llenaban de plata con sus traqueteadas al capo, mucha gente se le volteó a Pablo. Se cansaron de sus excesos, de sus secuestros y de que decidiera vivir boleteĆ”ndolos. Aceptan una unión temporal con el Cartel de Cali y buscan nexos con la policĆa. Aguilar era despiadado. PodĆa salirse de los territorios de la ley con tal de conseguir su objetivo mayor. En pleno interrogatorio a unos sicarios Hugo Aguilar tuvo la epifanĆa: ĀæPor quĆ© no crear una organización y atribuirles todos los excesos a ellos? Entonces vio que uno de los policĆas que lo acompaƱaban tenĆa puesto un jean de marca PEPE. Se llamarĆan los PEPES, Perseguidos por Pablo Escobar. En una reunión que tuvo con CastaƱo en las Palmas, cerca a Rionegro, le contó la idea y al para le pareció muy buena. Incluso mandó a timbrar hojas con el logo de la organización que agrupaba a Don Berna, a su hermano Fidel, los familiares de los Moncada y los Galeano y a temibles asesinos. Lanzaban comunicados y fueron vendidos como un mal necesario. La CIA y la DEA tambiĆ©n veĆan con buenos ojos la alianza.
Ā Escobar, cada vez mĆ”s acorralado, fue asesinado el 2 de diciembre de 1993 sobre un tejado en MedellĆn. Aguilar se atribuye el haber tenido la suficiente destreza como para darle al objetivo en movimiento. Los gringos dicen que fue ellos. Aguila resultó siendo un hĆ©roe, al menos por unos aƱos y en el 2004 se lanzó a la gobernación de su departamento, Santander, en donde ganó de manera aplastante. AhĆ empezó su declive, fue condenado despuĆ©s a nueve aƱos de cĆ”rcel y le cayeron mĆŗltiples procesos por nexos con paramilitares, enriquecimiento ilĆcito, lavado de activos, contrato sin cumplimiento de requisitos legales y peculado por apropiación.
Su testimonio en la JEP confirmó lo que alguna vez Mancuso dijo de Ć©l: el Bloque BolĆvar de las AUC le ayudó a ganar la gobernación de Santander. Sin embargo lo que dejó a todos helados fue su confesión, frĆa, contundente, que fue Ć©l quien ayudó a formar uno de los grupos paramilitares mĆ”s sanguinarios del paĆs, los PEPES. Las reacciones e implicaciones que podrĆan caer sobre la policĆa, apenas se estĆ”n midiendo.