Por: Camila Cuasialpud Trejo - Directora Ejecutiva de Vivamos Humanos

Casi como un presagio, en la VI Cumbre Humanitaria que convocó Vivamos Humanos ‒la fundación que dirijo‒ el expresidente Ernesto Samper abrió el espacio pronunciando una frase reveladora y preocupante “En Colombia avanza más rápido la guerra que la paz”. Para desgracia de los colombianos no fue sólo un titular porque según el Reporte Humanitario 2024 cerró con 1.151 eventos violentos: 461 corresponden a homicidios y hostigamientos en contra de la población civil; 231 a confinamientos y desplazamientos y 184 a asesinatos, secuestros o desplazamientos en contra de liderazgos sociales.
¿Se nos volvió costumbre que las más de 10 millones de personas: el campesinado, las comunidades indígenas y afros, las mujeres y los niños y niñas que viven en las zonas de conflicto sean siempre los que paguen los caprichos de los actores armados? Parece que sí, porque cada vez hablar de construcción de paz o buscar salidas negociadas al conflicto es casi imposible: la opinión pública, por lo que vemos, está posicionando la guerra.
Aunque el dolor de la guerra es incalculable, si los actores armados respetan unos mínimos humanitarios que garanticen a las comunidades la vida, nos evitaríamos las cifras y cuentas diarias que presentan los reportes. La relación entre lo humanitario y el respeto por la vida es una razón para seguir con la paz.
En el trabajo que hacemos en Vivamos Humanos junto a más 800 organizaciones sociales con las que nos articulamos, siempre insistimos a los actores armados, al Gobierno Nacional y a los entes involucrados en aplicar el Derecho Internacional Humanitario (DIH), reactivar los ceses al fuego humanitarios, retomar los diálogos de paz e involucrar en estos procesos a las comunidades de cada territorio afectado.
¡La paz merece mil oportunidades!, empecemos por darle ‒por segunda vez en la historia reciente del país‒ una oportunidad al DIH, desescalando el conflicto armado y posicionando unos Mínimos Humanitarios que necesita la gente en los territorios para resistir mientras se consigue la paz.
Los ceses al fuego, por ejemplo, deberían volver a discutirse y pactarse: durante su periodo de vigencia se evidenció que el primer semestre de 2024 hubo una reducción del 64% en violaciones al cese al fuego por parte del ELN y 63% por la Segunda Marquetalia. Además, disminuyó en un 60% las afectaciones a las misiones humanitarias, médicas y sanitarias.
El inicio de 2025 es una película de terror. Desde el 16 de enero, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente 33 del Estado Mayor de Bloques (EMB) han dejado 56 personas asesinadas (por subregistro se estima que más de 100), 54.100 desplazadas, 31.100 confinadas, 6.200 en alojamiento temporal y 46.000 niños y niñas que no han podido iniciar clases porque no hay garantías para la vida, la integridad o la libertad en el Catatumbo.
La alternativa a esta reciente escalada de la guerra es paz y más paz. Para lograrlo, es necesario que se reconstruya la política de paz, que exista un norte para conseguir la salida política y negociada del conflicto y que en las mesas de negociación, al contrario de seguir cultivando sillas vacías, las descongelen urgente para continuar buscando la paz.
¿Será que se puede terminar ese ciclo inmisericorde de violencia para que el Catatumbo, Chocó, Arauca, Cauca, Antioquia, Caquetá y la región Caribe se acabe?, ¿será que podemos volver a hablar de construir paz, dialogar y encontrar salidas negociadas al conflicto? Hemos visto en muchos escritos, o informes que lo dicen, pero proteger la vida de las 10 millones de personas que viven en zonas de conflicto armado no da espera o, ¿cuántos litros de sangre más son necesarios para seguir atormentando a los colombianos?
En mi opinión Colombia no tiene un mejor camino que el de la búsqueda de la paz y tenemos que levantar la voz para lograrlo. No pidamos tanta guerra, exijamos y busquemos la paz.
*Directora Ejecutiva de Vivamos Humanos. Con maestría en gobierno y políticas públicas y especialización en marketing político y estrategias de campaña.
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