Por: Oscar A. Chala, investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad
Fuente: Cerosetenta, UniAndes.
Con 274 votos a favor y sin ningún voto en contra, el MAIS, partido de origen indígena, aprobó la salida de los congresistas María José Pizarro, David Racero y Heráclito Landinez de su partido y la escisión de su bloque. Esta decisión, junto con la aprobación del proyecto de unidad dentro de la Unión Patriótica y —de manera accidentada— dentro de la Colombia Humana, van poniendo un par de ladrillos más en el objetivo del gobierno de Gustavo Petro de consolidar un partido nuevo de unidad que recoja a los partidos dentro de la coalición del Pacto Histórico, con la que aspiran a repetir y superar el triunfo electoral que obtuvieron en las elecciones legislativas de 2022.
Sin embargo, la salida de Pizarro, Racero y Landinez no estuvo exenta de ruidos dentro de su partido, desde donde señalaron que no entregarían su personería jurídica casi desde principios de 2024, cuando la idea de la unidad tomó fuerza, posterior a los pobres resultados del Pacto Histórico y de sus partidos en las elecciones regionales de 2023.
Con la escisión del MAIS, queda por ver si el Polo Democrático Alternativo, el segundo partido de centroizquierda con mayor peso legislativo, decide por la unificación. Aunque sus directivas aprobaron el proyecto, están a la espera de que sus bases ratifiquen la decisión en un Congreso Nacional que fue aplazado indefinidamente, luego de que su dirección colegiada nacional electa tras la salida de Alexander López fuera impugnada por el Consejo Nacional Electoral.
Hasta ese momento, el proyecto de unificación sigue avanzando, lentamente, esperando concretarse con miras hacia 2026, donde esperan tener suficiente fuerza y peso para imponerse en una futura consulta de centroizquierda frente a los candidatos que vengan del santismo, del centro que apoya al gobierno y de otros candidatos independientes.
El que mucho abarca, poco aprieta
Fuente: Cerosetenta, UniAndes.
En esta historia contábamos que la pretensión futura del Pacto Histórico estaba en el proyecto de unificación de esta coalición de partidos en una sola personería jurídica, tanto para competir en las elecciones legislativas como presidenciales de 2026.
De esa pretensión, quedó que los 3 grandes partidos de centroizquierda e izquierda en Colombia (Polo Democrático Alternativo, Unión Patriótica, Colombia Humana) tenderían eventualmente a consolidar esta unión, a través de diferentes reuniones y asambleas, cuya finalidad era buscar la legitimación de este proceso ante las bases.
No obstante, y a pesar de que las directivas de la Unión Patriótica por su lado y el Polo Democrático por el otro dieron luz verde para iniciar esta fusión, las tensiones internas alrededor de este proyecto han tendido a salir a la luz en los últimos meses.
Inicialmente, en la Asamblea de la Colombia Humana, que terminó eligiendo a la congresista Gloria Flórez como su presidente, y que terminó con una fuerte disputa interna entre varios sectores de las bases del partido, que denunciaron que la mesa directiva fue cooptada por el llamado “bloque de congresistas” que terminaron pasando por encima de las decisiones de estas bases.
Junto a ello, también ha existido un bloque dentro del Polo Democrático que ha señalado que no se puede perder la experiencia de organización y consolidación de diferentes sectores gremiales y sociales dentro del partido en un proceso de fusión en el que pueden terminar en condición de desigualdad frente a la Colombia Humana.
Sumado a lo anterior, están los partidos de índole minoritario que reflejan intereses sectoriales de grupos indígenas y afro, que no quieren perder su personería porque sienten que deben conservar su representatividad y sus agendas propias, ante una agenda mucho más diluida en lo nacional, como la del proyectado Pacto Histórico.
En este punto hay que observar la posición que tomó el partido MAIS desde inicios de este año para conservar su personería y buscar otras alternativas que permitieran su supervivencia como partido dentro del bloque de gobierno. En este sentido, han enarbolado la propuesta de lanzar sus listas propias al Congreso, y conformar un bloque de alianzas para las presidenciales.
Esta estrategia ha sido la que más ha tomado fuerza dentro de la coalición, y ha llevado a que movimientos como Fuerza Ciudadana, Fuerza de la Paz y el partido ADA se hayan bajado del bus de la unificación, lo que ha terminado reduciendo la pretensión inicial del Pacto Histórico de convertirse en la principal fuerza de confluencia de las izquierdas y del progresismo en Colombia.
¿Existe una crisis de representación en el seno de la izquierda y de los progresismos?
Fuente: El Espectador.
Esta fragmentación de los bloques de izquierda y centroizquierda ha sido un factor constante en la historia del país desde que estos partidos emergieron en la postrimería de la hegemonía conservadora. De hecho, han tendido a unirse y separarse casi de manera cíclica, respondiendo a los factores políticos, sociales y económicos de su tiempo. Todo esto, atravesado por la inclinación de un sector de las militancias por la lucha armada, y por los intentos de consolidar un proyecto político institucional que nunca termina de consolidarse.
En ese sentido, proyectos como la Unión Nacional de Oposición (UNO) o el mismo Polo Democrático Alternativo en 2005 demuestran que estos bloques tienden a buscar unirse en momentos donde existe la necesidad política de hacerlo. En el caso de la UNO, ante el desmonte del Frente Nacional y la consolidación de una opción política amplia de izquierdas, y en el caso del Polo, ante la emergencia del Uribismo como proyecto político que rompió las lógicas bipartidistas y generaba un bloque político e histórico a su alrededor.
Sin embargo, la desconfianza mutua y la competencia interna entre liderazgos y programas políticos ha terminado por fulminar estos intentos de unificación. En parte, porque han tendido a personalizar las disputas internas de tendencia más ideológica que conlleva al choque de estos liderazgos, y por el otro lado, porque ha tendido a priorizarse la identidad propia de estos sectores políticos que en la unidad táctica, especialmente ante su autonomía histórica y sus luchas previas.
En ese marco es posible entender que parte de la disgregación del Polo Democrático, por ejemplo, se manifestó en los roces posteriores entre Carlos Gaviria y Gustavo Petro ante la búsqueda de un candidato a la presidencia en 2010, así como los choques entre Jorge Enrique Robledo y la dirigencia del Partido Comunista que terminaron con la expulsión del último en septiembre de 2013, y que emergieron en estos choques entre liderazgos internos.
Por ende, la falta de unidad discursiva ha tendido a canalizarse en estas disputas entre los liderazgos.
Además, existe cierta falta de unidad discursiva entre las demandas populares y los liderazgos dentro del progresismo. En cierto modo, algunos de estos liderazgos han intentado reducir la mayoría del discurso de los movimientos sociales al Plan Nacional de Desarrollo, así como han reducido la capacidad de autocrítica sobre los fallos del gobierno, lo que ha llevado a rencillas internas, especialmente entre congresistas, líderes de opinión de redes sociales y funcionarios.
Los retos para la consolidación de un Pacto Histórico mucho más disminuido
Fuente: El País, Cali.
Con el proceso electoral de 2026 asomándose, es claro que el proyecto de un bloque unificado de izquierda progresista masivo se va decantando conforme las tensiones internas dentro de cada partido se resuelven a través de escisiones, fracturas y choques entre los diferentes bloques que componen a estas agrupaciones políticas.
La Colombia Humana, el centro de este proyecto y el partido con mayor proyección de crecimiento posterior al triunfo electoral legislativo y presidencial del progresismo en 2022, sigue siendo el principal ejemplo de esta ruptura interna dentro de las bases. Desde que su Asamblea Nacional eligió nuevas directivas el 17 y 18 de agosto de 2024, ha estado en una crisis interna constante entre los nuevos cargos directivos electos (que sus detractores llaman “los congresistas”) y las bases que no aceptan esta mesa, y que consideran que la votación estuvo viciada.
Tras la salida de más de 18 militantes el 21 de octubre de 2024, han surgido nuevas voces desde las bases que ha estado pidiendo que se mantenga la independencia del partido, al considerar que su integración dentro del Pacto Histórico podría llevar a la pérdida de una personería jurídica que se disputó durante años y que se había convertido en el objetivo de parte de la militancia.
No obstante, tanto Eduardo Noriega, quien es uno de los enlaces del partido con el proyecto del Pacto Histórico, como Gloria Flórez, la recién nombrada presidenta de la colectividad, han indicado que estos sectores son minoritarios y marginales dentro de la pluralidad de bases y que han buscado desde el principio “torpedear” los procesos de organización interna del partido, como lo señalaron en este artículo publicado en El Espectador.
Como hemos contado desde la Fundación Paz & Reconciliación en esta y esta historia, las disputas dentro de las bases son importantes porque pueden volverse un obstáculo frente al proyecto de unificación futuro, más cuando la Asamblea Nacional del partido no ha terminado formalmente y durante los meses subsiguientes ha seguido sesionando de manera intermitente, esperando a que este mes de diciembre vuelva a reunirse para ratificar varias decisiones importantes, como el nuevo organigrama de la Colombia Humana (que se espera que sea el que se implemente en el Pacto Histórico en el futuro) y la elección de la nueva mesa directiva.
Esta competencia interna por el monopolio de la representación tanto de la Colombia Humana como dentro del bloque de partidos del Pacto Histórico será fundamental, pues ante un escenario de nula coexistencia, el partido podría tender a romperse en el futuro entre sus facciones, más cuando no existe uniformidad ideológica ni disciplina interna que articule a los proyectos políticos diferenciados en un elemento común.
También los choques internos entre las bases y las directivas, como el que ocurre dentro de la Colombia Humana y como el que recientemente sucedió dentro del MAIS entre los sectores que buscaban la unificación y los que querían mantener la independencia, se convierte en otro importante reto para la unificación. El riesgo radica en que, si no existe contención ni diálogo interno para mantener unidas a las bases, su descontento puede crecer, más si las mismas comienzan a sentir que existen fuertes disonancias y diferencias entre ellas.
Esto ocurre en la Colombia Humana y fue narrado en El Espectador, entre las decisiones que se toman en Bogotá y las decisiones de las bases a nivel regional y territorial, donde en muchos casos no existe ni articulación, ni acompañamiento ni negociación frente a lo que deciden las directivas. Esto también ocurrió en la conformación de las listas municipales y departamentales a consejos y asambleas, así como en la elección de candidatos a las Alcaldías o la consolidación de alianzas con otros partidos en las elecciones de 2023.
Con ello, el nuevo partido tendrá también que luchar con la acumulación de capital político y simbólico a través de la inclusión y la participación de estas bases con miras a 2026, especialmente tendiendo a buscar el apoyo de los sectores sociales que se han desprendido del mismo desde 2022, y que se puede rastrear en las cifras de aprobación del presidente en los últimos meses.
Aunque, según la encuesta Invamer para el mes de noviembre de 2024, la aprobación del presidente Petro está sobre el 35,7% y ha tenido un ligero repunte (en el ponderador de La Silla Vacía se encuentra en 39%), es verdad que frente al porcentaje que obtuvo en la primera vuelta presidencial de 2022, ha bajo más del 5% de apoyo. Según la encuesta, esta pérdida está principalmente en las zonas urbanas del país, donde la aprobación llegó en noviembre de 2024 hasta el 34,9%.
Hasta el momento, siguen existiendo esfuerzos por parte de los congresistas que están impulsando la unificación, de seguir construyendo las condiciones para que el próximo año el partido pueda emerger oficialmente. No obstante, las amenazas de ruptura, tensiones y competencias internas siguen poniendo en vilo a un proyecto que aún no termina de consolidarse y que, más allá de los discursos del presidente y de sus círculos de poder más cercanos, no termina de convencer.