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La descarbonización en Colombia: un compromiso del gobierno Petro

Por: Redacción Pares


Foto tomada de: NartuGas


Uno de los temas que trae la agenda de Transiciones para la vida, la I Gobernanza para la Transición energética, organizada por la fundación Paz y Reconciliación y que se realizará en Santa Marta entre el 7 y el 9 de noviembre, es las posibles ventajas que le traería a Colombia la descarbonización. Acá le explicamos.

 

Desde los años ochenta la ONU ha impulsado la transformación energética. Ante los efectos devastadores que trae el consumo de combustibles fósiles y que se ven en la sequía que sufre el Amazonas, el deshielo en los polos y el cambio climático, es urgente que otros países puedan optar por otras opciones. Desde la llegada a la presidencia Petro ha sido consecuente con esto y se ha intentado posicionar como un líder global que defienda las políticas para proteger el ambiente. Ha trazado un plan para que en el 2050 se alcance la descarbonización total en el país y, para el 2030, se comprometió a que se disminuyera en un 51% las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero.

 

Estas emisiones son la principal causa del cambio climático, un hecho que no es la especulación de un paranoico. Es fáctico. El reto para Colombia no puede ser mayor. El país produce 85 millones toneladas al año. Es el producto minero que más le aporta al PIB. El 90% de la minería del carbón se concentra en los departamentos del Cesar y La Guajira y las encargadas de explotarlo son las multinacionales BHP-Biliton, Xtrata, Drummond, Glencore y Angloamerican. El Cerrejón es una de las minas a cielo abierto más grande del mundo.

 

Por eso el reto no es fácil. Se debe incrementar el despliegue de energías renovables hasta en un 60% en los próximos años y todo se debe hacer en los próximos 8 años. La estrategia del gobierno será gradual y se sostiene en cinco ejes: mayores inversiones de energías limpias, la sustitución progresiva de la demanda de combustibles fósiles, mayor eficiencia energética, revisión y eventual flexibilización de la regulación para acelerar la generación de energías limpias y la reindustrialización de la economía colombiana.

 

Si se llega a conseguir esto Colombia podría ver frutos en su economía. Se ahorraría, para después de la década del treinta de este siglo, se ahorraría hasta un 105% en el Producto Interno Bruto de este país. Se ahorrarían también en costos de operación, mayor productividad, y por supuesto se preservaría la salud de miles de colombianos que están expuestos a los estragos que traen las minas de carbón en el país. Otra de las ventajas es que el país se quitaría de encima esa dependencia que se tiene hacia los combustibles fósiles.

 

Como veremos en la cumbre que se llevará a cabo en Santa Marta la descarbonización no es el capricho de un presidente sino una exigencia mundial, un compromiso que se debe hacer para poder evitar lo que parece irreversible: frenar el cambio climático.

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