Por: Línea Migración, Región y Frontera
Hace un par de semanas se reunieron en Caracas los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro y reafirmaron el compromiso de trabajar de manera conjunta por los retos compartidos: seguridad en la frontera, preservación de los derechos de sus conciudadanos a lado y lado, promoción del comercio y un reto de dimensión global: trabajar por la preservación de la Amazonía. Con este último mensaje se volvieron a encontrar en Egipto en el marco de la cumbre sobre la crisis climática y anunciaron que el próximo enero habrá una cumbre de todos los países que comparten la Amazonía para definir una estrategia compartida, con la participación del presidente Lula, cuyo país tiene la mayor territorialidad de este importante ecosistema, sin duda de interés para el mundo para mitigar esta enorme crisis del clima que amenaza a la especia humana.
En la reunión en Caracas, el presidente Petro, desde el Palacio de Miraflores y en compañía del presidente Maduro, dijo de manera clara que la democracia requiere de elecciones transparentes y protección de los derechos humanos, y llamó al gobierno de Venezuela a retornar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Un mensaje que coloca al gobierno colombiano como una voz y un liderazgo en el marco de la normatividad internacional que promueve las libertades políticas y el respeto al conjunto de derechos humanos, ambos cuestionados en Venezuela, al igual que en Colombia.
Con este buen nivel de comunicación entre Colombia y Venezuela, el presidente Petro ha ganado un espacio en la mediación internacional frente a la crisis política venezolana, que tiene como base una falta de consenso interno entre gobierno y las diversas oposiciones sobre las condiciones para llevar el debate político y el desarrollo de las elecciones, que tienen en las presidenciales del 2024 un referente inmediato sobre el cual se debe dar el entendimiento entre las partes en contienda para dar legitimidad a tan importante hecho político. Está en juego nada más y nada menos que la credibilidad de la democracia en Venezuela, con un amplio interrogante por unas disputas que en los últimos años, en varios momentos, han derivado en violencias y cuestionamientos del gobierno hacia opositores a quienes ha acusado de crímenes. Muchos de estos líderes políticos están hoy en la cárcel o con inhabilidades y denuncias de líderes de oposición que cuestionan al gobierno y han promovido denuncias que han llegado hasta la Corte Penal Internacional, un conflicto de marca mayor, sin duda alguna.
El presidente Petro no se va a desatender de la crisis política venezolana y ha tomado la decisión de jugar como un facilitador con credibilidad para gobierno y oposiciones (así el embajador Benedetti no guarde debidas distancias y protocolos al referirse a la oposición y ya debidamente corregido desde la Cancillería colombiana). Estamos viendo importantes jugadas diplomáticas, como la que se cocinó en París con el Foro por la Paz el viernes 11 de noviembre, liderado por el presidente Macron y al que llegaron tanto el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, firme aliado del gobierno Maduro y Gerardo Blayd, desde la oposición, quienes han liderado desde sus respectivas orillas el diálogo en México, donde gobierno y oposición se propusieron buscar entendimientos para los temas de derechos humanos y los procesos eleccionarios, proceso interrumpido por el gobierno venezolano y sobre el cual el presidente Petro ha dicho que las dos partes deben volver.
Hemos tenido una semana de buenas noticias en el enorme reto de construir una relación dinámica, propositiva y con logros para los intereses de Colombia y Venezuela, sin duda que el camino del diálogo diplomático y el trabajo conjunto entre los dos gobiernos y las dos sociedades, va a traer buenos resultados para salir de la nefasta realidad que deja la mutua hostilidad y la falta de acción coordinada que caracterizó al gobierno del expresidente Duque y que el gobierno Petro ha dejado atrás.
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