Por: Redacción Pares
“Ahora empieza otro sueño, el de tener casa propia” fue lo primero que dijo Yeisón López cuando se acercó a los periodistas colombianos. Orgulloso colgaba de su cuello la medalla de plata. Parecía todo irreal. Hacía dos semanas la ilusión olímpica parecía esfumarse. En ese momento apareció una molestia en la espalda. Se lo contó sólo a su círculo íntimo, a su entrenador y a dos de sus hermanos. No durmió en dos días. Pero se repuso. Tenía las ganas de darle a su mamá, María Julia, y a don Lucreciano, su padre, una casa propia. En el 2013 llegó a la ciudad desplazado. La guerra lo había sacado del lugar donde había nacido, Istmina Chocó.
De Istmina salió a los 10 años con unas botas pantaneras y un pantalón roto para Cali, donde lo recibió un hermano junto a su familia. No tuvo tiempo para ser niño, desde esa época tenía que salir a la calle a rebuscársela. Su primer trabajo fue en la avenida Quinta de Cali vendiendo dulces en la calle. Los López tenían esperanza. Algún día regresarían a su tierra. Algún día la guerra pasaría.
Desde la misma fundación de Istmina la tierra estaba marcada por la injusticia, por la violencia. En 1784 la corona española, que eran los dueños de estas tierras, le dio a la señora doña María Rosalía Urrutia. Esos terrenos ella los bautizó como Minas de San Juan Evangelista. Estaban ubicadas a un costado del río San Juan. Allí estableció un campamento minero con más de doscientos esclavos africanos. Desde entonces la violencia y la corrupción han sido una constante en ese municipio, un reflejo de lo que pasa en todo el departamento. Entre los años 2010 y el 2017 fueron capturados 15 concejales de los municipios de Riosucio, Nuquí, Istmina, Juradó, Litoral de San Juan y Quibdó. A eso se suma la violencia de los grupos armados. En la década pasada, entre el 2011 y el 2020 en Chocó fueron desplazados 462.550 personas. Istmina, con sus minas de oro, fue un objetivo inmediato de los violentos. Uno de ellos era la familia López.
Los desplazamientos siguen siendo una constante en Istmina. Este 8 de agosto, el mismo día en que Yeison conseguía la presea de plata para Colombia, en el pueblo donde nació, Istmina, trescientas familias tuvieron que salir de sus casas con lo que llevaban puesto. Los cruentos combates entre el ELN y el Clan del Golfo los volvían a atormentar. Otra vez se disputaban a sangre y fuego esa tierra llena de oro. En lugares como Colombia hasta la riqueza es una maldición.
Poco después de alzar 210 kilos en París, después de haber fallado un intento, Yeison López se puso en posición de flor de loto e hizo un gesto de meditación. Algunos habrán pensado que estaba haciendo un movimiento de yoga pero no, recordaba a uno de sus héroes de infancia, a quien le debe la motivación para seguir adelante: Gokú, el protagonista del manga Dragon Ball Zeta. Por eso lleva ese apodo. En su casa en Cali su familia lloraba de felicidad. Yeison no sólo ganaba una medalla imponiéndose ante sus más enconados rivales, italianos, armenios, turcos, sólo doblegado por un gigante búlgaro que rompía el record mundial, sino que se ganaba, también, el derecho a tener una casa. Por eso, lo primero que hizo cuando habló con los periodistas fue contar ese sueño. Por fin los López tendrán una casa. Eso sí, la guerra que los echó de su pueblo, al parecer, no terminará jamás en Istmina.
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