Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Reconozco que hacer un balance económico de un año que aún no termina y del que las cifras oficiales solo se conocerán varios meses después, es atrevido. Y resulta aún más arriesgado hacer proyecciones sobre un período que aún no ha iniciado y frente al que existen grandes riesgos e incertidumbres, además cuando las expectativas de los agentes podrían cambiar los resultados. Aun así, considero que es necesario realizar esta tarea.
A pesar de la gran cantidad de temas económicos que abordaré en esta columna –lo que hace que se vea como muy pretencioso hacer un balance general del sector económico–, la invitación es a que coloquemos la mira sólo en unos cuantos temas que considero son valiosos para la mayoría de los lectores. Se trata de los temas del crecimiento económico, el empleo, el consumo de las familias y la inflación.
Cuatro variables cuyas dinámicas están íntimamente atadas en el período a analizar, a un momento de “rebote” de postpandemia –que sufre Colombia como todo el mundo– y al que el Banco de la República –un organismo que en este 2023 cumplió sus primeros cien años de vida– viene tratando de controlar con una política monetaria contraccionista.
Como para ser críticos en este país resulta más que suficiente contar la realidad –como le diría a una amiga–, partamos diciendo que 2023 cerrará, lo más probable, con un crecimiento del último trimestre negativo. Esto basado en la tendencia del último período –julio-septiembre–, que fue del -0,3%, según la última cifra dada por el DANE.
Fuente: La República
Esta cifra negativa hará que, finalmente, la economía nacional, al cerrar diciembre, se ubique alrededor del 1,2%. Una cifra baja, si la comparamos con un crecimiento anual de 11% en 2021 o del 7,3% en 2022. Lo que muestra que nuestra economía va en caída. Repercutiendo este comportamiento en el nivel de empleo, en el ingreso de los hogares y en el bienestar general de los colombianos.
Para la mayoría de los economistas esta situación era de esperarse. Estamos en un momento duro para la economía nacional y mundial. Pasamos por un período de “rebote” en el que, luego de una caída de la economía colombiana del -7% en 2020, resulta relativamente fácil pararse. Sin embargo, quedarse en pie por un tiempo está resultando muy difícil.
Una de las razones que explica esta caída –o mareo– en la producción son las medidas contraccionistas que viene tomando la banca central. Este organismo, que es el encargado de cuidarnos del mal de la inflación y de tomar las decisiones en materia monetaria, ha decidido tomar acciones contra-cíclicas para los precios.
Recordemos que la crisis de la pandemia provocó un aumento del gasto del Estado y de las familias –reduciendo el ahorro y elevando el consumo de los hogares–, mientras la producción real de la economía caía. Lo que conllevó a un rebrote inflacionario, que se extendió hasta hoy, pasando por un nivel de inflación que llegó en febrero de 2023 a más del 13%.
Además, como sabemos, la inflación es una enfermedad que afecta especialmente a los pobres. Estos ven cómo los bienes y servicios que compran suben cada día; en especial preocupa los que no se pueden dejar de consumir, como la educación o los servicios públicos domiciliarios, que en 2023 subieron, en promedio, el doble de los demás bienes de la economía.
Ante esta situación –de aumento generalizado de los precios por encima de los dos dígitos– el organismo responsable de la política monetaria tomó la decisión de aumentar las tasas de interés de referencia. El Banco de la República viene, desde 2021, subiendo dichas tasas: pasamos en noviembre de 2021 del 2,5% al 11% en 2022, y hoy las tenemos en 13,25%.
Fuente: La República
Una decisión con la que el centenario Banco de la República ha logrado bajarle la temperatura al paciente. La inflación ha caído de la asombrosa cifra del 13,34% en marzo de 2023 a una del 10,99% en septiembre del mismo año, y se espera que cierre el año con una cercana al 9,5%. Cayendo el dato de la inflación a menos de un dígito y esperanzado en que el próximo año se ubique en un 5%, y en 2025 en 3,8%.
Sin embargo, casi toda medida económica tiene efectos negativos para otras variables. En este caso, el aumento de las tasas de interés ha frenado el consumo de los hogares, al igual que la inversión de las empresas. Para la gente resulta muy costoso pagar un crédito de consumo, cuando la tasa de usura –que es la máxima que se puede cobrar a los prestamistas en Colombia– subió del 26,5% en enero de 2022 a 47% en abril de 2023 y actualmente está en 38,3%.
Lo mismo pasa para las empresas. Los créditos de inversión están muy elevados y aunque el nivel de cobro no es tan alto como el del 47% para los consumidores, este se mantiene por las nubes. Algunos bancos cobran por sus préstamos para vivienda cifras superiores al 20%, lo que resulta muy oneroso para las inversiones. De allí que esté siendo mejor alquilar una casa que comprarla.
Está dinámica en la caída en el consumo y la inversión ha provocado que sectores de la economía, tan importantes como la industria manufacturera, la construcción o el comercio, caigan en ventas. Según las cifras del DANE estos sectores para el tercer trimestre cayeron, en el mismo orden, un -6,2%, un -8% y un -3,5%.
Lo malo de este decaimiento es que las actividades –la de la manufactura, construcción y comercio– de estos sectores son las que más empleo generan. Lo que explica que el empleo en el país, que venía cayendo de forma continua desde el fin del confinamiento social a causa de la pandemia, haya llegado a su límite inferior –cayendo de una tasa de desempleo del 13,7% en enero de 2023 a 9,2% en octubre– y dé signos ahora de querer volver subir.
Fuente: Tyba.com
En síntesis, tenemos una economía colombiana en 2023 resentida, luego de la caída en pandemia. Logramos pararnos después de la crisis de la salud, pero el mantenernos en pie está resultando muy difícil. Este año la actividad económica no dio para ser negativa –creceremos un 1,2%–, pero sectores tan dinámicos para el empleo –como la industria manufacturera, la construcción y el comercio– se han resentido a causa de la caída en el consumo y la inversión.
El reto que tiene el país para la economía en 2024 es grande. Esperamos que el Banco de la República comience a bajar las tasas de interés desde enero y que el gasto público aumente tanto en la ejecución del presupuesto como en las inversiones que se proponen en el Plan Nacional de Desarrollo. Esto generaría un aumento en la inversión pública y privada en vivienda –en especial de interés social– y los niveles de consumo comenzarían nuevamente a levantarse, aunque lentamente por la expectativa en la reducción aún mayor de las tasas.
Recordemos que tenemos un país muy atractivo para el sector externo –de allí, en parte, el buen comportamiento de la tasa de cambio o TRM que pasó de 4.810 pesos en enero de 2023 a ubicarse por debajo de 4 mil en este momento–. Esperemos que el turismo, las exportaciones de productos no tradicionales, las actividades artísticas, la explotación minera y también la inversión en proyectos de energía renovable, le den un mayor dinamismo al crecimiento de nuestra economía.
Fuente: La República
De esta manera estaremos, al finalizar el 2024 –a un año de esta columna–, hablando de un comportamiento positivo y una tendencia de la economía muy distinta a 2023. Que digamos –de nuevo fundamentados en las cifras– que pasamos de un período de desaceleración, como el que vivimos este año, a uno de crecimiento, como el que estaremos disfrutando desde junio de 2024, que, aunque sea leve –del 1,5%–, nos prometa elevarnos a una cifra cercana al 3% en 2025.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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