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La energía que fluye en el Putumayo: un paso hacia la transición limpia

Por: Centro de Pensamiento para la Transición Energética




La selva amazónica que abraza al departamento del Putumayo no solo es rica en biodiversidad y culturas ancestrales, sino que también enfrenta uno de los mayores desafíos en Colombia: garantizar el acceso sostenible a la energía en un territorio complejo por su geografía y por los rezagos que ha dejado el conflicto armado. Según el “Plan Indicativo de Expansión de Cobertura de Energía Eléctrica en Zonas No Interconectadas (ZNI) 2020 - 2030” de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), publicado en 2021, el Putumayo registra cerca de un 58% de cobertura eléctrica rural, una cifra por debajo del promedio nacional en zonas dispersas, que se sitúa en torno al 64%. Aun así, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales ven la oportunidad de dar un giro hacia la transición energética.


Una radiografía oficial de la situación energética


El Ministerio de Minas y Energía (MME), a través de su Boletín Estadístico de Minas y Energía (edición 2023), reconoce al Putumayo como uno de los departamentos donde la brecha entre el área urbana y rural en acceso a la electricidad se hace más evidente. Si bien municipios como Mocoa y Puerto Asís se conectan a la red interconectada nacional (SIN), un gran número de veredas y poblaciones más alejadas depende de pequeñas plantas diésel o, directamente, carece de servicio continuo. Este déficit impacta el desarrollo socioeconómico: escuelas sin iluminación suficiente, dificultades para almacenar alimentos en refrigeración y limitaciones en la actividad productiva.


A pesar de ello, el gobierno nacional ha reforzado el discurso de la transición energética como pilar en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026. Bajo la administración del actual presidente, la cartera de Minas y Energía ha insistido en la urgencia de “descarbonizar” las áreas más sensibles del país, entre ellas el Putumayo, que hace parte de la región amazónica. En un acto público realizado en agosto de 2023, la ex ministra de Minas y Energía, Irene Vélez Torres, afirmó: “La Amazonía requiere soluciones energéticas que no dependan del transporte de diésel, sino de fuentes renovables disponibles en el territorio, para asegurar el bienestar de las comunidades y la protección de su entorno”.


Por su parte, la Gobernación del Putumayo, a través de la Secretaría de Planeación, ha venido trabajando en un documento llamado “Estrategia de Desarrollo Energético para el Putumayo 2024-2030”. Aunque aún se encuentra en fase de formulación, fuentes de la propia secretaría señalan que el eje principal es impulsar proyectos de mini-hidráulicas, paneles solares y biodigestores en zonas rurales dispersas. No obstante, según reportó El Espectador (2022) varias iniciativas se han visto frenadas por la falta de articulación institucional y por la inseguridad que aún persiste en el departamento.


Un referente claro de esta inseguridad es el control que grupos armados mantienen en las zonas fluviales del río Putumayo y otras cuencas, dificultando el transporte de insumos para la instalación y mantenimiento de equipos de generación eléctrica. Si bien la Fuerza Pública ha incrementado la presencia en áreas críticas, la consolidación de la paz aún es un proceso en construcción.


En el marco de la Transición Energética Justa, el gobierno de Petro ha enfatizado que la acción no puede quedarse en retórica. Por eso, en agosto de 2023 se lanzó la fase piloto del Programa de Autogeneración Energética Rural (PAER), enfocado en departamentos de la Amazonía, incluida la zona rural de Puerto Guzmán. El objetivo, según la UPME, es instalar sistemas fotovoltaicos aislados para abastecer viviendas y pequeñas unidades productivas. Así mismo, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) ha manifestado la intención de agilizar los trámites para proyectos de energías limpias en territorios priorizados, siempre que cumplan con la normatividad ambiental y la consulta previa cuando aplique.


A nivel internacional, Colombia se ha comprometido en diferentes escenarios —como el Acuerdo de París— a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. La apuesta por el Putumayo no es trivial: la Amazonía colombiana concentra alrededor del 40% de los bosques tropicales del país y constituye un corredor biológico fundamental en la región. Reducir la dependencia de combustibles fósiles en lugares tan sensibles contribuiría no solo a cumplir con los compromisos internacionales, sino también a proteger la mayor reserva de biodiversidad del planeta.


La opinión de la sociedad civil y el rol de la cooperación


Diferentes organizaciones de la sociedad civil han aportado su grano de arena en esta ruta. La Fundación Gaia Amazonas y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) han apoyado iniciativas de energía solar para comunidades indígenas a lo largo del río Caquetá, con resultados que —según sus reportes— mejoran la seguridad alimentaria y la educación. Si bien estas experiencias no siempre son masivas, sí demuestran la viabilidad de las tecnologías renovables en entornos aislados, cuando hay un acompañamiento sostenido y se promueve la apropiación comunitaria.


Por otro lado, la prensa local, como la emisora comunitaria Putumayo Estéreo, ha publicado historias de éxito en veredas de Puerto Asís, donde se han instalado paneles solares en escuelas y postas de salud. En un reportaje de mayo de 2023, se citaba el testimonio de un líder local que afirmaba: “Antes dependíamos de una planta diésel que funcionaba solo algunas horas al día. Ahora, tenemos luz para refrigerar vacunas y para que nuestros niños puedan estudiar en la noche”. Este tipo de iniciativas ponen en evidencia la brecha y, al mismo tiempo, la esperanza de una transformación progresiva.


Pese a estos avances, la persistencia de economías ilegales —particularmente, cultivos de uso ilícito y la minería ilegal— continúa generando tensiones en el departamento. El control de las rutas fluviales y terrestres es un punto álgido. De acuerdo con un informe especial de El Tiempo (12 de diciembre de 2022), muchas de estas rutas también se utilizan para transportar combustible de contrabando, el cual alimenta las plantas que producen energía en zonas donde no hay red eléctrica. Regular ese mercado y proponer soluciones de largo plazo pasa, en gran medida, por consolidar las estructuras de gobernanza y seguridad en el departamento.


La urgencia de una transición justa


El futuro energético del Putumayo está íntimamente ligado a la capacidad de Colombia de asumir en serio la transición hacia fuentes renovables, enmarcada en una visión integral del territorio amazónico. Las cifras oficiales de la UPME y del MME muestran que todavía queda camino por recorrer: baja cobertura en zonas rurales dispersas, altos costos de transporte de diésel, incidencia del conflicto armado y debilidad institucional. Sin embargo, también hay luces de esperanza reflejadas en los proyectos piloto, los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil y la presión internacional por proteger la Amazonía.


Si el país desea cumplir sus metas de reducción de emisiones, la Amazonía se convierte en un lugar prioritario: no solo como suma de hectáreas de bosque, sino como espacio donde habitan comunidades que conocen el territorio y pueden liderar procesos de transformación. La transición energética no puede ser solo una política dictada desde los centros urbanos; debe articularse con las necesidades y conocimientos locales, garantizando que las soluciones energéticas sean técnicamente viables y socialmente incluyentes.


En última instancia, la transición a energías más limpias en el Putumayo no es únicamente un asunto de interés local: es un compromiso con la sostenibilidad nacional y global. El sol, que cada día emerge sobre la vasta selva amazónica, simboliza la oportunidad de un nuevo pacto con la naturaleza, donde la energía surja con menor impacto y mayor equidad para quienes han sostenido la vida en estos parajes por siglos. El reto está en que esas buenas intenciones se traduzcan en acciones concretas que iluminen, con renovada esperanza, los caminos de una región que clama por un desarrollo justo y en armonía con su entorno.

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