Por: Sebastian Solano
Coordinador de la Línea de Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil
La Reforma a la Educación en Colombia, impulsada por el gobierno de Gustavo Petro, ha generado un intenso debate que trasciende lo meramente político para adentrarse en cuestiones fundamentales sobre el modelo educativo y los principios que se promueven en la sociedad colombiana. En medio de este proceso legislativo, uno de los puntos más controversiales ha sido la posible exclusión de las humanidades, especialmente la filosofía, de las mallas curriculares. Esta propuesta ha suscitado críticas y preocupaciones significativas entre diversos sectores, incluyendo la comunidad académica y filosófica del país.
Contexto de la Reforma a la Educación
El Proyecto de Ley Estatutaria No. 224/2023C representa un esfuerzo por consagrar la educación como un derecho fundamental en todos los niveles, buscando garantizar una educación pública más equitativa y de calidad. No obstante, el camino legislativo de esta reforma ha sido turbulento, caracterizado por la polarización política y protestas sociales. Es por esto que el pasado 5 de junio, la Comisión Primera del Senado llegó a una conciliación que unificaría las visiones de la oposición y el gobierno en un articulado que sería presentado a segundo debate en el Senado. Sin embargo, ante las modificaciones que tuvo la ponencia inicial respaldada por el Ministerio de Educación Nacional y diferentes miembros del sector de educación, se despertó una gran inconformidad y preocupación por los riesgos que el nuevo proyecto de ley representaría ante la educación pública y el modelo de educación integral.
Puntos críticos: la filosofía y las humanidades en riesgo
Uno de los puntos de mayor controversia ha sido la reducción de la presencia de las humanidades, incluyendo la filosofía, en los planes de estudio. Según la Ley 30 de 1992 y la Ley 115 de 1994, estas disciplinas son reconocidas como fundamentales para la formación integral de los estudiantes, proporcionando herramientas para el pensamiento crítico, ético y reflexivo. La exclusión de estas áreas del currículo educativo representa una regresión en la ley como del modelo educativo en la formación ciudadanía y el pensamiento crítico en las nuevas generaciones.
La Sociedad Colombiana de Filosofía y la Red de Docentes de Filosofía han manifestado su profunda preocupación respecto a la ambigüedad del proyecto de ley. Argumentan que estas disciplinas son fundamentales no solo para el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y reflexivo, sino también para la comprensión profunda de la ética, la ciudadanía y la construcción de una sociedad democrática robusta
"Las denominaciones como pensamiento crítico o formación para la paz deben estar respaldadas por referentes sólidos construidos por la comunidad filosófica. Es esencial que los estudiantes cuenten con una base filosófica sólida que les permita no solo reflexionar sobre su entorno, sino también cuestionar las normas establecidas y participar activamente en la vida democrática de nuestro país" – Maximiliano Padra, Miembro de la Sociedad Colombiana de Filosofía y docente universitario.
Este argumento resalta la importancia de mantener la filosofía como componentes integrales del currículo educativo. Estas ciencias y disciplinas no solo proporcionan herramientas intelectuales indispensables, sino que también cultivan la capacidad de los estudiantes para abordar críticamente los desafíos éticos y sociales contemporáneos.
Por otro lado, la inclusión progresiva de la filosofía desde los primeros años de la educación media, es necesaria según expertos. Andrés Santos, miembro de la Red de Docentes de Filosofía, enfatiza que, desde una edad temprana, los estudiantes deben desarrollar habilidades de reflexión y cuestionamiento para comprender su entorno y contribuir al desarrollo de una sociedad más justa y equitativa. Según él:
"Introducir la filosofía desde los primeros grados no solo es relevante, sino esencial. Los jóvenes necesitan herramientas conceptuales y habilidades de pensamiento crítico para navegar el mundo complejo en el que vivimos. La filosofía no solo les enseña a pensar, sino también a cuestionar, a debatir ideas y a entender la diversidad de perspectivas que existen en nuestra sociedad" – Andrés Santos, Red de Docentes de Filosofía.
Esta perspectiva es respaldada por la UNESCO, que reconoce en la enseñanza de la filosofía una oportunidad para desarrollar lo que denominan "saber ser". Esto implica que los estudiantes no solo adquieran conocimientos, sino que también desarrollen una comprensión profunda de sí mismos y del mundo que les rodea, promoviendo así una ciudadanía activa y reflexiva.
Recomendaciones de la Comunidad Filosófica al Congreso
La comunidad filosófica de Colombia ha subrayado la importancia vital de integrar la filosofía en todos los niveles educativos como parte fundamental de la formación integral de los estudiantes. Más allá de ser una disciplina académica, la filosofía desempeña un papel crucial en el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico, ético y reflexivo que son esenciales para una ciudadanía informada y participativa. Mateo Guerrero, docente e investigador en filosofía, argumenta:
"Es fundamental entender que la filosofía tiene un papel preponderante en todas las áreas del conocimiento porque son las que constituyen lo fundamental. En las ciencias indiscutiblemente la epistemología nos permitirá tener un desarrollo científico y tecnológico con responsabilidad ética. Entonces es fundamental tener este tipo de diálogos para la creación de una política que nos permita entendernos, entender el mundo, entender a Colombia y fundamentalmente poder conversar con el otro." - Mateo Guerrero, Docente e investigador en Filosofía.
Desde esta perspectiva, la fundamentación de la filosofía en el currículo educativo no solo fortalece las capacidades cognitivas de los estudiantes, sino que también promueve una comprensión profunda de los valores éticos y democráticos que sustentan nuestra sociedad.
Panorama actual y futuro de la Reforma Educativa
Con la radicación de dos ponencias distintas ante el Senado, el futuro de la reforma educativa en Colombia se encuentra en un momento álgido. Cada ponencia representa visiones divergentes sobre cómo estructurar el sistema educativo del país y qué prioridades deben tenerse en cuenta.
Si se aprueba una ponencia que fundamente las humanidades y filosofía en el currículo, se podría fortalecer el acceso universal a una educación integral que prepare a los estudiantes para los desafíos globales y locales. En contraste, una ponencia que relegue las humanidades y reduzca su presencia en las aulas podría limitar la capacidad de los estudiantes para desarrollar habilidades críticas y éticas necesarias para una participación cívica activa y responsable.
Es urgente que el Congreso considere cuidadosamente estas implicaciones y escuche las voces de la comunidad educativa y académica en el proceso legislativo. Es responsabilidad del Congreso y de la sociedad en su conjunto asegurar que la reforma educativa promueva un modelo que no solo garantice el acceso universal a la educación, sino que también fortalezca las bases de una sociedad democrática y pluralista. Proteger las humanidades es proteger nuestra capacidad colectiva de pensar, cuestionar y construir un futuro mejor para todos.
En última instancia, la decisión que tome el Congreso determinará no solo el futuro de la educación en Colombia, sino también el tipo de sociedad que aspiramos a construir.
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